Capitulo 4

6 2 0
                                    


Brooke Coleman

Llorar con Camila fue doloroso, pero liberante. Su cara estaba llena de dudas, pero prefirió darme mi espacio y dejarme llorar en su hombro.

Mis ojos se encuentran hinchados tras unas horas desde que mi nueva amiga se fue de mi hogar. Mi cabeza duele, y la presión que tenía en el pecho sigue existiendo.

Hoy es uno de esos días en que mi mente solo busca paz, para evitar colapsar.

Mis padres no tardaran en llegar, y por evitar discusiones sobre mi salud mental, bajo por un poco de hielo para que no noten nada extraño.

Lo paso encima de mis ojos, luego de ponerlos en un trapo limpio.

Tras varios minutos en cada ojo, reviso viéndome en el espejo y en efecto, la hinchazón se bajó.

El dolor de un corazón roto por amor no es nada comparado con tenerlo roto por una mala salud mental. Estar sobre pensando constantemente por cualquier situación cotidiana es frustrante, pero muchas veces sirve para dar un final a cualquier situación.

Escucho a mis padres entrar a la casa y yo comienzo a preparar un café para calmarme.

-Hola hija mía- dice mi padre entrando a la cocina y besando mi cabeza.

-Hola papa- le respondo.

-Hola mi niña- dice mi mama entrando detrás de él.

-Hola ma- le respondo- ¿Cómo les fue en la galería? -

-Nos fue excelente, todos los cuadros de tu madre fueron vendidos-

-Eso es maravilloso, lamento no haber ido-

-No te disculpes, no te sentías bien y es entendible- dice mi madre- ¿Cómo sigues? -

-Estoy mejor-

-No lo creo hija- dice mi padre- solo tomas café cuando estas ansiosa, cuéntanos, ¿Qué pasa? -

-Lo de siempre- respondo en voz baja.

- ¿Qué es lo de siempre? - pregunta él, y mis ojos comienzan a llenarse de lágrimas, mi madre se acerca y me abraza asegurándome que volveré a estar bien.

-S-solo e-es la ans-siedad- digo tartamudeando y con la voz quebrada.

Algo que amo de ellos es que no me juzgan, solo buscan la forma de apoyarme, más en situaciones como esta.

Ambos me abrazan y me llena de calidez el alma.

Después de mi pequeña crisis ayer, mi cuerpo se siente más liberado, así que con bastante animo visto mi sudadera favorita, la cual es de mi hermano, y unos jeans poco holgados. Mi cabello castaño decido dejarlo liso, y coloco un poco de rímel en mis pestañas buscando favorecer mi mirada.

Mis padres tuvieron que salir más temprano a trabajar, por lo que desayuno sola, tomo mis cosas y comienzo a caminar hacia mi escuela.

No hay mucha gente fuera por la tormenta que parece se aproxima. Pero mis vecinos si, y no hablo solo de los adultos, sino que también los hijos, incluida mi nueva amiga, se encuentran ahí.

Trato de pasar de forma disimulada frente a ellos intentando hacer que no se note que los vi. Pero vaya tremenda sorpresa me lleve cuando por accidente choque mi cabeza con un fuerte torso, y al levantar mi cabeza veo a Liam Hamilton mirarme fijamente.

-Discúlpame- le digo.

-No te preocupes- me responde, luego vuelve a hablar, pero en un tono más bajo - ¿estas bien o al menos mejor? - dice mirándome fijamente con sus lindos ojos.

-Si lo estoy, gracias- le respondo en tono bajo igual que él, y cabizbaja, su altura me cohíbe un poco.

-Mírame, ojitos bonitos- me pide con voz suplicante. Subo mi vista y el admira las profundidades que mis dos ojos de color distinto le muestran. Y aunque vuelve a cohibirme, esta vez mi mirada sigue fija a la suya, como si nos conociéramos de toda la vida. Hasta que mi amiga Camila hace acto de presencia carraspeando a nuestro lado. La miro y ella solo me dedica una sonrisita.

-Me disculpas, pero es mi amiga, no tuya hermanito- le dice con una sonrisita de suficiencia.

- ¿Y si ella quiere ser mi amiga?, No tienes poder en contra de eso- le dice él. Yo suelto una carcajada sonora, y el al escucharme me mira sonriendo. Dios, es lindísimo.

-Tiene razón, si yo fuera su amiga no podrías controlar de quien soy- le digo a Camila.

-Entonces te la regalo- dice empujándome hacia él, mi pie se dobla un poco provocando que resbale, esperando un golpe que nunca llega. Siento mis mejillas arder de la vergüenza, sobre todo porque Liam fue mi salvador, evitando que mi buen humor terminara apenas por la mañana. Le agradezco en un susurro y miro a mi amiga, que me dedica una sonrisa cómplice... Mierda, ahora pensara que su hermano y yo... Diablos.



NOTA:

Algo tarde, lo se.

No es un capítulo muy largo y pido disculpas por ello, he estado muy ocupada con la universidad, pero espero pronto poderles traer el siguiente capitulo.

¿Les está gustando esta historia?

No se olviden de votar y comentar lo que les gustaría, acepto sus sugerencias. Cuídense.

Hamilton (En proceso)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora