Capítulo 3

580 46 10
                                    

-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-

Corrió por las calles, dando saltos por sobre el tejado sin escatimar en detalles. Su corazón era lo más similar a un galope, y le obligaba a seguir corriendo, o en realidad, huyendo. Cada que cerraba los ojos, la imagen de Sakura lo atormentaba. la voz que se apagaba con el corte en su garganta, y los ojos que se cristalizaron.

Se detuvo abruptamente, tocando su pecho. Dolía, y ese mismo peso lo había experimentado cuando vio a sus padres en el suelo de su casa, cubiertos de sangre y sin signos de vida.

Lo sintió cuando supo la verdad de su hermano mayor.

Impotencia.

Estaba sintiendo el resentimiento fluir por todos lados, pero no estaba dirigido a los demás, sino a sí mismo.

¿Cómo pudo cambiar su forma de ver la vida en tan solo unas horas de vida? Y peor aún, en un mundo que ni siquiera parecía real; pero que a la vez conservaba detalles que solo podían estar en sus recuerdos.

Tenía que encontrar la forma de regresar, y así mismo, descubrir si fue aquel oráculo el que lo llevó a esa paradoja, o si solo se trata de alguna prueba de Toby.

No. No tiene sentido. En esa vida se mostraban detalles que sólo conocía él, no había forma de que, por más de que jugara con su mente de forma vil, podría encontrar. Además, reconocía al instante el genjutsu. Y ese no lo era.

Sin darse cuenta ya había llegado a una transcurrida avenida. Algunos transeúntes charlaban y pasaban tiempo en familia, todos comiendo o charlando divertidamente.

Sasuke se sumergió entre la gente para mantener un poco ocupada su activa imaginación, para dejar finalmente de pensar en Sakura.

Y como si el destino se encargará de golpearlo con una fuerte bofetada, en cuanto levantó la mirada hacia la derecha, en donde se oían varias voces, llantos y risas a la vez.

Hospital de Konoha

Hizo una mueca de disgusto, pero al fin y al cabo no había forma de escapar de ese mundo.

No encontraba alguna razón lógica de cómo hacerlo, y tampoco podía quedarse allí mucho tiempo. Pero la curiosidad lo mataba, quería conocer a su hija en persona, hablar con ella y quizá encontrar la salida de la nueva realidad en la que se sumió.

Aún habían cosas por saber, y la persona que le respondería a cada detalle sin chistar estaba allí dentro, esperando a verle. Ya era hora de almuerzo, por esa razón la calle se encontraba tan habitada.

Viendo cada centímetro con detenimiento, ingresó al hospital, siendo recibido por el sonido de varias personas, timbres y auriculares, los cuales usaban las recepcionistas para comunicar sobre algún paciente.

Era un espacio grande y limpio, todo estaba renovado y desprendía ese peculiar aroma a alcohol. La mayoría de las personas estaban en su propio mundo, cada paciente estaba en la espera de ser atendido, y los ninja médicos que cambiaban de un lado a otro solo revisaban hojas o hablaban con otras personas.

–Ah, Sasuke-san –una recepcionista se percató de su presencia, y saliendo del espacio de atención al público, se acercó a él con una tabla llena de formas y permisos de hospitalización. Quiso alejarse, pero ya era demasiado tarde y la joven castaña que desconocía ya estaba prácticamente a su lado–, viene a ver a Sakura-sama, ¿no es así? –mordió su lengua para no decir algo grosero y sarcástico.

¿Por qué más estaría aquí? –se limitó a asentir y seguir analizando el lugar con la mirada.

A su derecha estaba la gran recepción, así como un pasillo que comunicaba a urgencias. A la izquierda se encontraban las sillas de la sala de espera, que para su sorpresa, estaba levemente llena, pero no con casos que parecían complejos, sino de baja urgencia.

Vidas PosiblesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora