Capítulo 2. ¿Me Extrañaste?

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                       CAPÍTULO II

Al día siguiente, preparé un café demasiado cargado y frutillas para comer en el almuerzo. La maqueta podía esperar para la tarde que tendría libre.

Por la mañana, volví a ver el mensaje que Noah había dejado la madrugada anterior, mismo que advertí que no contestaría. Por un momento no paraba de repetir la voz de Mat en mi cabeza diciendo "Algo casual sin compromisos" pero por otro lado pensaba en que ni siquiera para eso tendría tiempo ¿o si?

Quizás, una parte de mi, tenía miedo de que las cosas no resultarán bajo mi control como lo solía ser todo todo lo que hacía. Pero tampoco me causaba agonía o estrés pensar en ello. Tenía pendientes. Cosas que hacer y un trabajo que cubrir.

Mi trabajo de la mañana era un mini super lleno de cosas para viajes, comida improvisada y congelada. Me gustaba porque la gente que solía ir solo iba por café o almuerzos baratos que se podían preparar ellos mismos, ya que estaba ubicado a lado de un edificio de oficinas, supongo que gente demasiado ocupada que acudía a comida rápida casi todos los días.

La ventaja de este trabajo era que podía hacer tareas o trabajos pendientes de la universidad, estaba todo el tiempo sola cubriendo el horario de la mañana y digamos que la carrera de Diseño no eran solo trabajos prácticos, si no también teóricos, que me obligaban a leer más de lo que me gustaba, y el ambiente ahí era perfecto, tranquilo y podía tomar lo que quisiese de los estantes sin pagarlos, ventajas de trabajar en un lugar en el que no hay demasiadas clientes pero por alguna razón no lo cierran. Mientras solventara mis gastos, era perfecto.

Más tarde, mi turno estaba por terminar y estaba limpiando uno de los ventanales de cristal. Mi celular se encontraba debajo de la caja registradora cuando comenzó a sonar por una llamada entrante. Nadie me llamaba, nunca, porque a estas horas Mat estaba reponiendo las horas de sueño de la noche anterior y tampoco era que tuviese muchos amigos o familia que me necesitará llamar, así que fácilmente pude suponer una cosa, Noah. Noah estaba al otro lado del teléfono esperando a que la línea se cortara y escuchara mi voz.

Y no lo pensé demasiado, deje el trapo en la orilla del balde y me dirigí a la caja registradora secando mis manos en mi ropa. Justo cuando tomé el celular, este paro de sonar. El tiempo se había acabado, devolver la llamada me haría ver interesada por su llamado, y aunque lo estaba, no quería que eso fuera notorio. Así que mis ganas de llamarle de vuelta, las ahogue en el mismo balde con el que limpiaba y deje el celular donde estaba. De todos modos, estaba muy segura de que volvería a llamar, tal vez hoy, tal vez mañana. Él jamás se rendía ¿no?

Pero me había equivocado, por primera vez, como suponía, esto no salía predecible como los chicos con los que llegué a tratar a lo largo de mi vida. Noah no volvió a llamar, ni a escribir un mensaje. No moría de ganas de que lo hiciera, pero ese Lunes había estado intrigada por haber recibido aquella llamada.

Ese día, ya era Sábado de nuevo y ya no esperaba ni un poco su llamada, simplemente lo dejé pasar.

Esa noche me encontraba limpiando una copa, con la mirada un poco vaga cuando Mat llegó a asustarme por la espalda. Esa noche había llegado antes que él.

Ambos nos comenzamos a reír después de aquel susto. — Debiste ver tu cara. — Dijo entre risas y le pinte el dedo del medio.

— Cállate tonto, mejor dime ¿qué tal estuvo tu fin de semana en la casa de la madre de André a las 05:00 am? — Me crucé de brazos y lo mire con muy mala cara.

—Vale, nos pillaste, pero que quede claro que yo no tuve la idea. — Me acerque a él y puse los ojos como chinito muy molesto, no le quedó más opción que decirme todo.

Del amor y la serotonina ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora