01 la adición de un padre.

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En un oscuro y ahumado casino, se encontraba un hombre de aspecto fatigado y mirada desesperada

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En un oscuro y ahumado casino, se encontraba un hombre de aspecto fatigado y mirada desesperada. Vestía un traje desgastado que alguna vez fue elegante, pero ahora mostraba los estragos de su estilo de vida.

Con manos temblorosas, contaba los últimos billetes que cargaba, sintiendo la adrenalina recorriendo su cuerpo mientras se preparaba para una última apuesta.

El sonido de las máquinas tragamonedas llenaba el aire, compitiendo con el murmullo de las voces y la música de fondo. Observaba fijamente la ruleta, la que se convertiría en su salvación o su perdición. Su corazón latía fuertemente mientras colocaban sus fichas en el número 30, ya que es el día en que su preciado hijo nació, rogando silenciosamente que la suerte estuviera de su lado esta vez.

La bola de la ruleta giraba, y el hombre seguía cada giro con ansias, esperando que el destino le sonriera. Pero, tristemente, la fortuna no estaba de su lado esa noche. La bola se detuvo tan cerca y tan lejos a la vez número 03, el mismo número el revés, y la desesperación se reflejó en su rostro.

Los sonidos del casino parecían desvanecerse a su alrededor mientras asimilaba su pérdida. El hombre se quedó sentado unos momentos, inmóvil, sintiendo cómo se desvanecían sus esperanzas de un golpe de suerte que cambiaría su vida y la de su hijo.

Con resignación, se levantó de la mesa y se alejó, sabiendo que había llegado al final de la línea, al menos por esa noche.

Mañana sería otro día y quizá la suerte lo acompañaría.

Caminó hacia la salida del casino, con los hombros caídos y la cabeza gacha. La realidad de su adicción a las apuestas y sus consecuencias pesaba sobre él. Era una escena triste y desoladora.

Un recordatorio del peligro que conlleva caer en la tentación del juego.

Fuera del casino, la noche era oscura y fría, igual que la sensación que envolvía su corazón.

Con la esperanza casi agotada, de que lo había perdido todo recordó; ese oscuro lugar al fondo del casino.

Apuestas ilegales.

Al adentrarse en el oscuro rincón del casino donde se llevaban a cabo las apuestas clandestinas, el ambiente se volvió aún más sombrío.

Un grupo de individuos adinerados y de miradas frías estaba reunido en torno a una mesa. Podía sentir la tensión en el aire mientras todos esperaban ver cuál sería la apuesta.

El hombre recordó a su hijo, un joven inocente con ojos brillantes y llenos de confianza en él, su propio padre.

El corazón del hombre se encogió al pensar en lo que estaba a punto de hacer. Pero la posibilidad de recuperar todo lo perdido era tentadora, y su adicción parecía haber nublado su juicio por completo.

Al levantar la vista reconoció a Jeon Jungkook el mismo hombre que le había ganado el sueldo de su mes anterior y el reloj de su esposa fallecida.

Parecía que siempre perdía ante él.

Con voz entrecortada, anunció su apuesta. —Mi  propio hijo. —Murmuró mostrando la fotografía de su hijo, misma que cargaba en su cartera y las miradas de los presentes se clavaron en él, algunos con desprecio y otros con interés mezclado con crueldad.

La decisión del hombre de apostar lo más preciado en su vida, su joven hijo, lo llenó de angustia y desesperación. Aunque sabía que adentrarse en apuestas ilegales era peligroso, la sed de recuperar lo perdido y la esperanza de cambiar su suerte lo impulsaron a dar ese paso desesperado.

Jeon el más joven entre los apostadores, se acercó al hombre y miró detenidamente la foto del chico.

—Que empiece. —Pidió ansioso de ganar tal apuesta.

La subasta comenzó, y la tensión se hizo aún más palpable.

El hombre estaba atrapado en un dilema devastador. Sabía que lo que estaba haciendo era inhumano y que no podía sacrificar la vida y el futuro de su propio hijo por un capricho desesperado. Pero también estaba atrapado en la telaraña de la adicción y el deseo de cambiar su situación económica.

El tiempo pareció detenerse mientras las ofertas aumentaban. Finalmente, la puja se detuvo, y el hombre quedó sin aliento cuando se reveló al ganador.

—Jeon Jungkook —Él mismo hombre joven que se acercó antes, el más adinerado y seguramente siniestro le sonreía con malicia al saber que ahora tenía el control sobre la vida de ese joven inocente.

Con lágrimas en los ojos y un nudo en la garganta, el hombre se enfrentó a la realidad de lo que había hecho. El arrepentimiento lo inundó, pero ya era demasiado tarde. Había perdido a su hijo, su más preciado tesoro, en una apuesta que nunca debió haber realizado.

Su joven hijo TaeHyung, acababa de ser entregado a Jeon, todo por la maldita adición a las apuestas.

La escena se tornó aún más desgarradora cuando el hombre entregó la dirección de su casa. —Departamentos Sienna piso 5, número interior. —Balbuceó sin saber exactamente por qué no paraba, porque no se detenía. ¿Enserio estaba entregando a su hijo tan fácilmente? 

—¿Número interior? —Insistió el joven ganador.

—507. —Respondió el padre que abandonó a su hijo. Su corazón se rompía al ver alejarse a ese hombre cruel y desconocido, sin saber qué le depararía el futuro.

El casino testigo de esta tragedia humana, continuó su rutina implacable, donde las apuestas y las vidas se entrelazaban en una danza peligrosa.

Para el hombre, ya no había más apuestas, solo el profundo y amargo arrepentimiento de perder a su hijo, lo acompañaría el resto de su vida.

Apostado. •KookTae•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora