El Pacto Divino

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En las altas cumbres de un monte remoto, rodeado de densas nubes que escondían la morada celestial, se encontró un templo olvidado por los hombres. Solo unos pocos, sus corazones ardían con la fe más pura, sabían de su existencia. En su interior, una llama eterna arrojaba luz sobre una figura arrodillada en oración, un guerrero en busca de redención.

Aquel guerrero era conocido como Gabriel, un hombre cuyas manos estaban manchadas de sangre y cuyos ojos reflejaban el peso de incontables batallas. Había sido un mercenario temido, obedeciendo órdenes sin cuestionar, llevando la muerte allá donde se requería. Sin embargo, una noche fatídica, en medio de una carnicería sin sentido, su alma se estremeció y despertó en él un anhelo de redimirse.

Así fue como, hace años, Gabriel dejó su antigua vida y emprendió una peregrinación hacia el templo secreto. Allí, en el santuario dedicado a los dioses antiguos, buscó una audiencia con el mismísimo Altísimo, un ser etéreo que había sido testigo de la misma creación. Aunque muchos dudaban de la existencia de tal entidad, Gabriel nunca vaciló en su fe.

En esa noche oscura, mientras la lluvia golpeaba el techo del templo, Gabriel alzó su voz en una súplica sincera. Imploró perdón por sus pecados, pero sobre todo, solicitó la oportunidad de servir a la divinidad y expiar su culpa. Rogó por un propósito, un camino divino que lo guiará hacia la redención.

A medida que las horas pasaban, un silencio pesado se cernía sobre el templo. Gabriel comenzó a sentir el cansancio, pero su determinación no flaqueó. En lo más profundo de su ser, algo cambió. La llama sagrada que ardía en el corazón del templo titiló con fuerza, y una voz resonó en su mente, profunda y majestuosa, como el rugido de un trueno.

"Gabriel, hijo mío, ha sido probado en el crisol del pecado y el dolor. Pero tu fe no ha menguado, y tus súplicas han llegado a oídos celestiales", resonó la voz divina.

Las lágrimas llenaron los ojos de Gabriel mientras inclinaba la cabeza en señal de reverencia. "Mi señor, soy solo un hombre arrepentido, deseoso de servir a la divinidad y purificar mi alma".

La voz divina continuó, llenando el corazón del guerrero con una fuerza abrumadora. "Te otorgo una oportunidad de redimirte. Te destruirás en mi instrumento, el guardián de la justicia y el protector de los inocentes. Renunciarás a tu nombre y serás conocido como el Mercenario de Dios".

Gabriel asintió solemnemente, aceptando su nuevo destino con humildad y gratitud. A partir de ese momento, comenzó su entrenamiento en las artes sagradas. Aprendió a canalizar la energía divina, a utilizar espadas benditas ya invocar los dones de los dioses para combatir el mal que asolaba el mundo.

El Pacto Divino se selló esa noche, y Gabriel renació como el Mercenario de Dios, un ser cuyo propósito trascendía las batallas mundanas. A partir de ese día, su leyenda se endurecerá por todas las tierras conocidas, y muchos buscarán su ayuda para enfrentar el mal y hallar la paz en su corazón.

Así comienza la epopeya del Mercenario de Dios, un viaje repleto de desafíos, sacrificios y la lucha constante entre la oscuridad y la luz. ¿Podrá Gabriel redimir su alma a través de sus acciones? Solo el destino y la divinidad lo sabrían.

"El Mercenario de Dios"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora