Canción de la libertad

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El brillante rey de los astros empezaba a caer tras el horizonte. El cielo se teñía de hermosos tonos dulces anaranjados, suaves amarillos y delicados rosas, y, el viento soplaba sin mucha fuerza en los alrededores de la ciudad de los dientes de león. 

Si entrabas a la ciudad podrías ver a los habitantes, terminando de hacer sus tareas diarias y preparándose para ya irse a casa. Gente despidiéndose y sonriendo, felices por tener una día más en la alegre ciudad. Más adelante, podías empezar a oír las risas de un grupo de niños en la plaza de la estatua del Arconte Anemo, alrededor de un bardo en especifico.

Un chico de trenzas azabaches terminaba de cantar una de sus ultimas canciones del día, para ir con el dinero ganado, a la taberna Obsequio de Ángel lo más pronto posible.

- ¡Oh lei, oh lai, oh lei, oh lai, oh! - cantó Venti las ultimas notas de su canción.

Los niños y adultos presentes, estallaron en aplausos por la maravillosa presentación del bardo al momento que el chico bajo hizo una reverencia. Sonrió al ver la cantidad de mora que había ganado, mientras se imaginaba la expresión de exasperación que iba a poner el maestro Diluc cuando lo viera llegar. Ya iba a empezar a alejarse cuando, los niños empezaron a suplicar que tocara, tan solo una canción más. Venti suspiro.

- Esta bien, esta bien, solo una más - dijo volviendo a esbozar su alegre y característica sonrisa y preparándose para volver a tocar - ¿Algún pedido pequeñines?

Los vio susurran entren ellos, coordinando una canción que les gustara a todos. En cierto punto asintieron y sin dudarlo todos empezaron a suplicar por una en especifico.

- ¡Venti, cuéntanos esa historia de nuevo! - chillaron los alegres niños. 

- ¿Cuál? Le he contado muchas - dijo el joven bardo de trenzas, riendo ante la emoción de los pequeños.

- ¡La del bardo! - exclamó Nora, hablando en nombre de todos sus compañeritos.

Venti sintió como si la presión se le bajara. Durante unos pocos segundos, su rostro perdió todo color y su sonrisa se esfumó. Esperaba que los niños no recordaran esa historia. Había sido un desliz de el. En una de sus borracheras, Kaeya, lo había retado a salir a la plaza, y tocar su canción preferida, y Venti, había terminado tocando esa canción por accidente delante de los niños. 

Pensó en decirles que no sabia de cual hablaban y fingir que no la recordaba, pero el ver la expresión de emoción pura en los inocentes rostros de los niños y sus grandes y brillantes ojos esperando ansiosamente a su respuesta, no pudo negarse.

- ¡Ahhh! - murmuro Venti  recomponiéndose rápidamente - ¿Seguros? Creo que no la recuerdo muy bien

- ¡Porfas Venti! - suplicaron los niños

- Bien

El chico tomo aire y, se dejo envolver en los recuerdos que le traía cantar aquella canción.


Esta historia comienza en la antigua ciudad de Mondstadt

Gobernada por un tirano, allá conocí a un chico de corta edad

El joven tocaba el arpa, mientras una canción buscaba

El cielo azul nunca vio, pues la tormenta incesable asechaba


"Quiero ver los pájaros volar"

Dijo fijando su mirada en los límites de la ciudad

El silbido del viento su voz tapó

Pues el huracán su canto se llevó


El verdadero cielo y la canciones del exterior

¿Acaso no eran sueños, por los que luchar con fervor?

Entonces, el joven me hizo llegar su invitación

"Destronemos al tirano y derribemos esta prisión"


El joven alzo el estandarte de la revolución

Y, por la libertad, yo luche con devoción

Victoriosos salimos, y las murallas derribamos

Loas dioses cayeron, los vientos azotaron y las naciones temblaron


Entre el humo de la batalla, atestiguamos la muerte de un tirano

Y entre cenizas, su torre caerse contemplamos

Y así erigió la nueva Mondstadt

Donde ningún rey jamás reclamo su corona


Venti sintió su ojos húmedos, a pesar de que los tenia cerrados. Escucho los felices aplausos de los niños y se aventuro a abrir los ojos. Los adultos estaban anonadados y los niños satisfechos. Pero el sol caía y ese momento no duraba para siempre, así que la gente se despidió del de trenzas y volvieron a sus hogares.

Venti, sintió que todas sus ganas de beber se le habían ido, luego de cantar esa canción. Sus pies, se movieron solos guiándolo al árbol de la heroína de Mondstadt, mientras que sentía como alguna lagrimas traicioneras surcaban su rostro. Al llegar al Levantaviento solo pudo susurrar un:

- ¿Lo estoy haciendo bien? - cargado de tristeza y melancolía. 

Una suave brisa lo envolvió en respuesta y Venti solo pudo agradecer en silencio a aquel amigo de milenios, al que había querido tanto. Y lo único que en ese momento puedo hacer fue cantar aquella canción que le había enseñado aquel joven bardo. 

Aquella canción, que hablaba sobre lo que tanto representaba, a, el visualmente joven Arconte. 


La canción de la libertad.



"Vuela, vuela en libertad

como un ave que no sufre en cautividad.

Viaja por el mundo aunque sea sin mí,

asciende a los cielos aunque yo no este allí."




828 palabras

No se que hago escribiendo esto a la una de la mañana pero bueno. 

Aquí un pequeño one-shot sobre Venti. Esto esta situando un par de años antes de la llegada del viajero.

Tendrá una segunda parte, que no tendrá nada que ver con esto. Simplemente seria un poema mío sobre este tema.

¡Espero que les haya gustado!

Summer

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