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-Te dije que solo salía con chicas hermosas

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-Te dije que solo salía con chicas hermosas. -dice antes de posar sus manos en mi cuerpo.

-Idiota. -intento quitar sus manos de mi cintura, pero solo logro que me pegue por completo a su cuerpo.

-Mírala, Lya. -habla sobre mi oído. Siento su mejilla contra la mía. -Es alta, sonríe hermoso. Debería incluso pedir su número.

Y es cierto. La compañía de Sae es muy guapa. Apostaría a que es extranjera, quizás es japonesa, hablan tan cómodamente que es un poco chocante, tan cómodamente que no se han percatado de mi presencia, que estoy siendo obstruida por la persona que menos deseo ver. La chica ríe y toca la cabellera del pelirrojo, quien solo sonríe y se aparta.
Giro mi cara y los labios de Michael quedan a pocos centímetros de los míos. Me mira expectante.

Que empiece el juego.

-Michael. -digo con una voz melosa. Sonríe con gloria. -¿Sabes? -su agarre se afloja y giro en sus brazos, paso los míos por su cuello. Le sonrió antes de volver a hablar. -Tengo algo que decirte.

Sus manos se posan en mi cintura y me acerco a su pecho, donde dejo mi cara. -¿Dime, Lya?

Subo hasta su cuello. Puedo sentir ese familiar olor de su colonia, es algo que extrañaré. Poso mis labios en su oreja.
-Te puedes ir a la mierda. -susurro dejando un beso en su mejilla.

Aprovecho su reacción lenta y continúo mi camino a la puerta. Maldito Michael.

Le escucho bufar de frustración cuando ya voy cruzando el marco. Sonrío para mis adentros. Esto es divertido, supongo que por eso él es un jugador. Las reacciones de otra persona ante mis acciones se siente bien, un poco de voz dulce y una mirada tierna es suficiente para poner nervioso a alguien. Puedes sentirlo todo bajo un toque. Los latidos, el nerviosismo y la manera ansiosa que los cuerpos se atraen o repelen.

Limpio mis labios con el dorso de la mano y continuo hasta mi pupitre. ¿Quién era esa chica? Se veía mayor. No solo algunos meses, parecía incluso unos tres años mayor. ¿Cómo es que se puede llevar tan bien con ella? Es decir, es Sae, hablamos de un inmaduro de primera, sus chistes vienen acompañados de sarcasmo y alguna estupidez, no tiene nada de tacto al decir las cosas. ¿Se puede ser mayor y soportar las niñerías?

Me recuesto sobre el pupitre y escucho a algunos de mis compañeros llegar y tomar sus lugares.

-¡Yah! -me hala del cabello.

-¿Cuántas veces te voy a decir que no me hales del cabello, Nicole? -toma asiento en la mesa del pupitre de al lado.

-Me importa poco. -le hago mala cara, ¿por qué viene peleando desde el comienzo?

-Pues a mí igual.

-Bien. -se cruza de brazos y mueve su flequillo molesta.

-Bien. -levanta su mentón orgullosa. Me acomodo en el asiento, quedando frente a Nicole, con las piernas fuera del pupitre. Me mira y salta del pupitre para sentarse en mis piernas.

No seas tan rudo - 𝘐𝘵𝘰𝘴𝘩𝘪 𝘚𝘢𝘦Donde viven las historias. Descúbrelo ahora