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CERO

Suguru Geto había declarado la guerra.

El miedo era tan abrumador que la decisión se volvió inevitable: los altos mandos, acorralados por la amenaza inminente, se vieron obligados a perdonar a un clan que había sido relegado al ostracismo por su deshonra. El clan Hirohito, una familia cuya reputación se había arrastrado por la mierda, ahora se convertía en una pieza esencial para enfrentar la catástrofe que se avecinaba.

—Su poder es nuestra única esperanza. Por favor, les ruego que me escuchen —imploró un anciano.

—¡Me opongo rotundamente a que esos arrogantes con complejo de divinidad vengan a ofrecernos su "ayuda"! —exclamó otro, su voz cargada de resentimiento.

La discusión se arrastraba por horas, las voces se alzaban y se hundían en un mar de argumentos. Algunos insistían en que era vital volver a contactar a los Hirohito, mientras otros, ciegos por el odio o la desconfianza, desestimaban la propuesta. Pero, ante el horror de la amenaza que enfrentaban, el consenso era inminente. La amenaza era tan real y brutal que los sacrificios necesarios se volvían ineludibles.

—Debido a la gravedad de la situación, aprobaré su ayuda. No podemos darnos el lujo de aparentar fortaleza. Aunque contamos con Gojo Satoru, él no podrá proteger todas las ciudades simultáneamente —dijo uno de los líderes, su voz cargada de pesimismo mientras la angustia se hacía palpable en cada palabra.

—¡Ja! ¡Ese mismo Gojo fue quien desató todo este caos en primer lugar! —gritó un anciano con coraje.

—¿A qué te refieres, Rubito? —preguntó otro, su curiosidad mezclada con escepticismo.

—¿Acaso es creíble que Gojo no se haya dado cuenta del desastre que Suguru Geto estaba causando? ¡Él ha encubierto todo esto desde el principio! ¡Es obvio que ese incompetente no hará nada ahora! Si no hizo nada en estos diez años, ¿por qué habría de actuar ahora?

—Tienes razón. Es completamente capaz de aliarse con Geto y contribuir a la destrucción total —admitió otro, el tono grave de su voz reflejando la preocupación.

—Hay un miembro del clan Hirohito que tiene unos ojos desarrollados, su poder es impresionante. Hirohito Daza —intervino uno, con una nota de ansiedad en su voz.

—¿Es realmente poderoso? —preguntó uno de los presentes, la incredulidad evidente en su tono.

—Sí, es increíblemente fuerte. Además, está su hermana menor, Hirohito Senju. Ambos poseen habilidades formidables y, con suerte, podrían acabar con Suguru Geto de manera rápida —respondió el anciano, su tono cargado de determinación.

—Ni siquiera conocemos la extensión completa de sus poderes —objetó uno de ellos, el escepticismo claramente visible.

—Precisamente por eso podrían ser la clave para acabar con Suguru. Él no tiene idea de la magnitud de sus habilidades, así que lucharía a ciegas contra ellos, mientras que ellos sí sabrían cómo enfrentarse a ese idiota —afirmó con convicción.

Un estallido de risa áspera y amarga rompió el silencio, resonando en la sala con un eco que marcó el final de la discusión. Finalmente, habían llegado a un acuerdo. La decisión estaba tomada: el clan Hirohito sería su último recurso. En medio del caos y la desesperación, un atisbo de esperanza surgía, pero la gravedad de la situación y la incertidumbre del futuro pesaban como una losa sobre ellos.

𝗣𝗨́𝗥𝗣𝗨𝗥𝗔 || 𝗚𝗼𝗷𝗼 𝗦𝗮𝘁𝗼𝗿𝘂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora