I

185 24 2
                                    

UNO

—No entiendo por qué ayudamos a esos ancianos —musitó Daza, el próximo líder del clan Hirohito.

Hirohito Daza, un hombre de veintisiete años, con el ingenio y la arrogancia que a veces delataban su juventud, se había convertido en una figura poderosa y enigmática. Su personalidad de adolescente a veces desentonaba con su capacidad y el respeto que inspiraba.

—Es por el bien de la humanidad, niño engreído —respondió Tomu, su primo, con una mezcla de paciencia y desdén. —No seas presumido y acepta la realidad.

Hirohito Tomu, un experto en artes marciales que había evitado el uso de sus propios ojos desarrollados por considerarlo una traición a sus principios, se mostró con una serenidad y autoridad que contrastaban con la impetuosidad de Daza.

—Daza, piénsalo. Si volvemos a asociarnos con ellos, beneficiará a todo el clan a largo plazo —susurró Senju, su hermana menor, con un tono que denotaba una sabiduría que su edad a menudo no revelaba.

—Dime cómo, idiota —respondió Daza, con un tono de aburrimiento que ocultaba la curiosidad que realmente sentía.

—Eres el futuro líder. Reestablecer un convenio con la escuela de hechicería abrirá puertas a generaciones futuras. Piensa como líder, no como niño caprichoso —explicó Senju, su tono firme y decidido.

Las palabras de Senju calaron en Daza. Era cierto que su clan había estado marginado por demasiado tiempo, y abrir las puertas de la escuela de hechicería representaría un triunfo monumental para su liderazgo. La idea de asegurar un futuro próspero para su clan resonaba con él, y aunque su ego a veces nublaba su juicio, reconocía la estrategia detrás de la propuesta.

—Tienes razón, cerebrito —dijo finalmente mientras una sonrisa arrogante se dibujaba en su rostro. —Cuando sea líder, tú serás mi mano derecha.

Senju sonrió, agradecida. Los hermanos Hirohito, conocidos por su formidable fuerza y habilidades, formaban un dúo casi imbatible. Daza, con su poder impresionante y ego a la altura debido a que había nacido con talento puro, y Senju, con su aguda inteligencia y habilidades excepcionales, eran la combinación perfecta. Aunque sus estilos de vida y enfoques eran diferentes, su vínculo era inquebrantable.

—Claro, siempre estaré a tu lado, hermano —dijo Senju con firmeza.

Eran inseparables. Podrían ser el mejor dúo que existiese debido a que toda su vida entrenaron juntos, por lo que al momento de pelear era todo un espectáculo verlos en el area de combate.

—Bien, entonces vayamos a esa reunión estúpida —dijo Daza, dirigiéndose a Tomu con un tono autoritario. —Confirma nuestra asistencia para mañana. Tú irás conmigo, Senju.

Ella simplemente asintió retirándose del lugar para poder ir al templo a meditar durante un tiempo. Disfrutaba hacerlo para poder sanar aquellas almas en pena que tanto le atormentaban la mente.

No podía hacer mucho, había nacido con ese poder así que no podía quejarse, solo callar y agradecer por el enorme poder que su diosa le encomendó.

Recién había cumplido veinticinco años, los cuales habían sido completamente iguales, llenos de penas.

Al llegar al santuario se hincó rápidamente para pedir por las almas, al igual que también pidió que todo saliera bien en la reunión que tendrían mañana con los altos mandos. Solo esperaba que no fuese alguna trampa.

O ser juzgados por sus creencias religiosas, aunque estaba segura de que eso pasaría pues por esa misma razón habían sido vetados.

—Al momento de rezar no debes estar preocupada Senju, al contrario. — susurro Riu, antigua madre del clan Hirohito. —Debes ser inteligente querida.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Sep 17 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

𝗣𝗨́𝗥𝗣𝗨𝗥𝗔 || 𝗚𝗼𝗷𝗼 𝗦𝗮𝘁𝗼𝗿𝘂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora