María

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-María...

09:45 de la mañana.

-María...

Resuena el nombre de virgen en la oscura casa.

-¿Qué ocurre?, respondió la llamada, aún en su cama.

Acababa de despertar.

-¿Dónde está Mamá y Papá?

La joven decide así al fin abrir los ojos. Reconoce a su hermanita de 10 años, Atalía, al lado de ella. A pesar de su edad, la pequeña no mostraba en su figura rasgos de expresar sentimiento alguno. Solamente sus ojos mostraban severidad.
¿Dónde está Mamá y Papá?
La joven se levanta, pestañea unas cuantas veces, se estira, y parte para la habitación de sus padres. Desaparecidos. Detrás suya, pegadas a la puerta, aparecen sus 3 hermanitas pequeñas.
La primera hermana, Paloma, tiene 7 años y mide aproximadamente 115 centímetros. Es una rubia con una coleta que le llega hasta la espalda y con unos ojos de iris de color cian. Lleva puesto su pijama con dibujos de la Princesa Diamante, y sostiene abrazando a Cloe y a Colón. Es como cualquier otra niña de su edad: activa, energética, juguetona, sentimental. Fijándonos en su faz, nos percatamos de que había llorado. Sus ojos lo delatan. Delante de ella se encuentra Atalía. La rubia de 1 metro y 30 centímetros. Su pelo suelto, y sus ojos claros. Porta una camisilla azul y jeans cortos grises. La expresión de su cara se mantiene igual. Siempre ha sido una niña distinta a las demás. Es extremadamente culta para su edad. Es callada y muy observadora. Al lado de Paloma hallamos a Eva. Apenas entrando en la adolescencia, continúa con un gran humor. No muy distina fisicamente a las otras (por algo son hermanas). Pero aquel día se veía apagada.
María, por su lado, (descripcion de ella y explicacion de lo de los dos papás), es de cabello largo marrón y desordenado (a diferencia de sus hermanas, ella tardó bastante en despertar, por lo que sus hermanas tuvieron tiempo de arreglarsr un poco y de peinarse). La iris de sus ojos también es marrón, pero un marrón mucho más oscuro. Un marrón café. Puesto que la noche anterior se había olvidado colocarse el pijama, se encontraba con una ropa del día a día: pantalones largos azulejos junto a un top marrón como el de su vista. Además, portaba un anillo en su dedo anular izquierdo que le había regalado Ángel y que nunca se lo quitaba.
La explicación de esta disimilitud entre ella y sus hermanas es que poseen distinto padre. Año atrás, la madre de la familia estaba casado con otro hombre (quien sería el padre de María). Este abandonó a la madre cuando estaba embarazada de la joven. Pronto, encontró a otro señor (quien sería actualmente su marido y el padre de las "hermanas" de María). El desaparecido.
María, al advertir la ausencia de su madre (y, ahora sabemos bien, padrastro), se gira algo preocupada, recordando lo acontecido la noche de atrás.

-¿Dónde está Satanás?, cuestionó.

La habitación permanece callada.

-Ay, Dios mío, se exlamó. ¡Y El Niño!

El Niño sería el menor de la casa. Con tan solo 1 año de edad, no habría mucho que describir de él. Es tan solo un bebé como cualquier otro. Pero sonríe en vez de reir. Y entristece en vez de llorar.

-No te preocupes, la consoló Eva. Ya le di el biberón y lo dejé durmiendo en su cuna.

Se oye un ruido.
Por sorpresa nociva de todas, salió del cuarto del Niño.
Se escuchan lloriqueos.
Rápidamente, casi empujando a sus propias hermanas, María sale corriendo a la pieza de su hermanito. Llegan todas, y presencian a un desconocido. Un desconocido de negro saltando por la ventana. Pero El Niño permanece intacto.
La pequeña Paloma, aterrorizada, empieza a correr y a gritar, llorando por toda la casa.
María, comprendiendo la gravedad de la situación, reacciona sin ligereza.

-Eva, ayúdame a cerrar todas las puertas y ventanas con llave y seguridad, ordena. ¡Rápido!

Y parten a cumplir sus órdenes. Solo la joven Atalía se mantiene en el dormitorio del Niño. Lentamente se acerca a la ventana. Encuentra una figura en un árbol. Sonríe.
El Niño llora.
Un minuto después, toda la casa se encuentra bajo máxima protección bajo muros de metal.

-Vengan todas al sótano, y traigan al Niño, rigió susurrando la mayor. Y sin hacer mucho ruido.

Sin embargo, el miedo conseguía apoderarse de todos. El Niño y Paloma lloraban con fuerza; Eva, si bien no formaba escándalo, lloraba internamente y quedaba paralizada; y María no descubría la forma de calmar. No había pista de dónde se había metido Atalía.
Suena el teléfono de casa.
La campanilla suena 1 vez. Suena 2 veces.
Ahora era María la que se mostraba paralizada. Había gente justo afuera de la casa, eso está claro. ¿Por qué llaman? ¿Por qué vienen? ¿Qué es lo que quieren de ellas?
Y ahora todos se quedan calladas. Excepto el bebé, quien ahora llora con mucha más intensidad entre los brazos de Eva. A está solo le salen lágrimas de los ojos y respira con fuerza.
Suena 3 veces. Suena 4 veces.

-María..., balbucea. C-contesta al teléfono...

Suena 5 veces. Se calla.
Vuelve a sonar.
María, temblando, se acerca a contestar.

¿¡Qué quieren de nosotros!?, aclama la joven con imponencia.

-Tranquila, respondió la voz por el teléfono.

-¿¡Quién eres?!, demandó María.

-¿No me reconoces? interrogó la voz. Mi María...

Ahí la joven, apoderada por el miedo, la rabia y el desespero, no hizo más que dejarse caer. Todo su cuerpo temblaba, mientras que su rostro quedaba estumecido. Expresaba pánico.
Entanto, Eva, por impulso de ver a su hermana en tal estado, se aproxima. Trata de abrazarla, mas es incapaz.

-¿¡Qué hiciste con mi hermano!?, prosiguió María.

-¿Tu hermano? Tu hermano está ahora en un lugar mejor. En un lugar mucho mejor, afirmó con malicia. Y yo no me preocuparía de él. Más bien de ustedes...

-¡Dime de una puta vez que quieres de nosotros!, interrumpió con suplicio la miserable.

-Nada, respondió el hombre. Todo lo que queríamos ya lo hemos obtenido, así que pueden durar tranquilas. Vosotras solo necesitáis esperar. Un año. Dos años. ¿Quién sabe? Solo Dios, ¿cierto? Ya os vendrá lo merecido: el único destino posible. Y con respecto a tus padres, sé que no están con vosotras. Y, como gran sorpresa, tampoco se encunetran con nosotros. Los muy cabrones sabían que esto iba a acontecer, y se escaparon. Tan cobardes que hasta abandonaron a sus propios hijos. Que lástima para vosotras, he de decir. Una gran lástima. Pero no os preocupéis, ya los detectaremos. Y les haremos sufrir las debidas consecuencias. Y con esto, espero que nuestro amado Dios te bendiga, mi más querida María...

"Pii pii pii".
Sin más.
"María" resonó.
Una y otra vez en la vacía casa.
Una vacía casa llena de espíritus simples con destinos crueles.
Todas lloraron.
Y El Niño calló.

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⏰ Última actualización: Aug 05, 2023 ⏰

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