Capítulo 5

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                              Eiden

- Hola!!
- Eiden, ¿Vendrás hoy?
- Me encuentro ocupado por el momento, no creo llegar.
- ¿Enserio? Tendré que arreglarlo yo sola.
- Perdón.
- Está bien. Dijo un poco desilusionada.
Colgué mi celular, volví al trabajo, aún tenía algunas cosas pendientes que no lograba resolver. No me podía concentrar.
Dejé los materiales sobre el escritorio, tomé mis cosas y las llaves del auto. Salí de la oficina, hacía demasiado frío, pero no llovía. Subí al auto y me dirigí hacia mi casa.

Me di un baño, me puse unos jeans color negro y una camiseta de mangas hasta los puños color gris.
Mi cabello lucía un poco más largo pero aún así me gustaba.

Salí en dirección hacia la cafetería. Sé que es absurdo pero al final decidí ir, antes de que Alis pensara en asesinarme.
Llegué un poco retrasado, cogí la puerta y tiré de ella.

Mis ojos tropezaron con unos color marrón, su brillo parecía estar apagado.
Me encontré con una frágil chica, las lágrimas recorrían sus mejillas, sus labios tenían un tono carmesí, quizás por el frío, no lo sé. Su cabello se encontraba desordenado, en ese momento me di cuenta que le pasaba algo.
Ella, ella se encontraba herida, destrozada, cansada emocionalmente.
Sus ojos recorrieron los míos, logré ver que sus mejillas se sonrojaron ante tal acción.
Su mirada era tierna e indefensa, causó que sonriera sin motivo alguno.

- ¿Estás bien?. Me atreví a preguntarle.
- Sí, perdón.
Antes de que lograra preguntarle algo más se marchó.

Aún estando llena de cicatrices, lucía linda.

- Eiden!!
- Oh, hola! ¿Llego tarde?
- Pensé que no vendrías, llegas justo a tiempo.
- Falto un día y te encuentro hecha un lío.
Rió sarcasticamente.
- Diría que no, pero la realidad es esa. Por cierto, estuvieron preguntando por ti.
Fruncí mis cejas por un momento.
- ¿Quién?
- Esas chicas, tus admiradoras.
- No son mis admiradoras, además no estoy interesado. Honestamente comenzaba a incomodarme esta charla.
- ¿Estás interesado en alguien más?
Realmente no ataba interesado en otra persona, pero a mi mente llegó esa chica, la niña de hace un momento, pero me pareció una locura, apenas y la vi una vez, por unos segundos, es imposible.
- ¿Eiden?. Alis fijó su mirada en mi
- Mmmm es complicado.
- ¡No puede ser!, ¿La conozco?
- No te hagas ideas.
- Está bien, no pregunto más, Romeo.
Rodé los ojos, estaba al borde de terminar con mi paciencia.

Me coloqué en el mostrador atendiendo a los clientes que iban llegando.
- Eiden podrías ayudarme por acá.
- Sí claro, voy en un momento.

Llegué a las mesas que se encontraban en la última parte de la cafetería, había un grupo de chicos.
No me sorprendió en lo absoluto, eran el tipo de personas que preferían pasar el tiempo hiriendo a los demás. Eso es algo vacío.
Limpié sus mesas y volví a mi puesto, llegó la hora de cerrar, conduje hasta mi casa. Me tumbé en el sofá que se encontraba en la sala de estar.

Siempre me encontraba solo, pero ahora el sentimiento era diferente.

- Dios perdóname por sentirme de esta manera cuando tú nunca me has abandonado.

Pasé mis manos sobre el cabello, mis rodillas tocaron el suelo.

- Quiero contarte tantas cosas, sé que he fallado innumerables veces, pero siempre estás aquí.

Perdí la noción del tiempo, ya era demasiado tarde, me incorporé en la cama hasta que finalmente me quedé dormido.
Me despertó el sonido de la lluvia, las gotas golpeaban los cristales de mi habitación. Miré por un momento a través de la ventana, las luces reflejadas entre las nubes, aquellas que anuncian el estruendo venidero.
- Todo esto lo ha creado mi Padre, Él es el autor de las mejores obras de arte.
Mi voz salió como un susurro que hizo himedecer el cristal por el calor de mi cuerpo.

La tormenta se intensificaba mientras pasaban los minutos.
- Así era mi vida, una tormenta, una fría tormenta en noches de soledad, hasta que Él llegó y me transformó por completo.
Sonreí mirando al cielo, después de ese momento volví a mi cama.

La luz se coló por las ventanas, me levanté rápidamente, tenia que ir al trabajo, después iría con los chicos de la iglesia al parque, tocariamos en ese lugar.
Por mucho tiempo nos preguntamos de que manera le podíamos predicar a las personas, y decidimos hacerlo a través de la música.

Conduje hasta mi trabajo. Mi actual trabajo era una pequeña galería de arte. La mayoría de personas desconocían quien era el verdadero dueño.
Después de la muerte de mis padres mi hermano decidió apoyarme, remodelé el lugar, fue ganando fama y se hizo conocida en la ciudad.

Abrí el lugar, hoy tenía una pequeña exposición privada. Puse en orden todo, coloqué las pinturas que serían el centro de atención durante la reunión.

Sonó el timbre, dos señores extranjeros entraron al lugar.
- Buen día.
- Buenos días, les doy la bienvenida, espero que se sientan cómodos en su estadía.
- Gracias joven, veo que los demás invitados aún no han llegado
- Así es, por algún motivo se han retrasado.
- ¿Puedo echar un vistazo mientras llegan?
- Claro que sí, adelante. Dije amablemente.

Minutos después se hicieron presentes las demás personas, traté de que se sintieran lo más cómodo que se pudiera mientras comenzaba la subasta.

Al terminar la exposición tomé las llaves de mi auto y conduje hacia el parque.

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⏰ Última actualización: Oct 08, 2023 ⏰

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