Un Hilo Del Destino Que Se Retuerce, Pero Jamás Abandona

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La sociedad quiere creer que puede identificar a las personas malvadas, o a las personas malas o dañinas, pero no es factible. No hay estereotipos.

Ted Bundy

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Los años pasaron, una promesa rota, un destino interrumpido, destinados separados, arrastrados en olas de placer y desenfreno, por el día mezclándose en la sociedad como cualquier otra persona, al caer la oscuridad sus demonios liberados.

Nadie puede huir del destino, por más que corran están predestinados a encontrarse, a amarse y es entonces cuando el infierno en la tierra llegara.

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Los años no fueron fáciles para ninguno, sin embargo, ambos trazaron sus futuros, brillantes prometedores, diamantes que se fueron puliendo poco a poco gracias a sus mentores, aunque aún no llegan a su esplendor máximo, después de todo solo un diamante puede pulir otro.

No todo fue fácil, el proceso de adaptación fue complicado, vestirse con una máscara de inocencia, de paz y tranquilidad, encadenar los demonios para mantenerlos bajo control, solo permitirles salir bajo el velo de la noche.

Ahora ambos en la cima del éxito, no se han olvidado, el recuerdo de su primer encuentro permanece intacto, inamovible al tiempo, tatuado en sus almas; como el mejor día de sus vidas, sin esperar volver a verse; y aunque se reencuentren temen ese día, ¿Cómo alguien podría amar a un monstruo? Una pregunta acecha la mente de ambos, el destino es cruel pero justo, su hilo rojo está conectado.

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Hoy deja atrás todo, para iniciar una nueva vida de nuevo, ya tiene suficiente dinero, si continua en esta parte del mundo podría comenzar a levantar sospechas, sus contratos han quedado concluidos, se tomará un descanso por unos meses quizás un año para entonces volver a encontrar al siguiente.

Después de todo ya no es solo por dinero, es por algo más, algo oscuro que lo impulsa, su bestia sedienta de caos, de destrucción.

El vuelo transcurre sin contratiempos, llega según lo previsto a Japón, su querida Ane-san lo espera en el aeropuerto.

-Ane-san – sonríe – tan bella como siempre.

-No tanto como tu querido – lo abraza – cada día te pareces más a tu madre – le acaricia la mejilla.

-Y como agradezco eso, ella era la mejor – con mis maletas en mano nos disponemos a ir al auto.

-Sin duda lo era, una mujer trabajadora que adoraba a su pequeña ovejita – sonríe, cubriéndose con la manga del kimono.

-No me digas así – se ruboriza – no en público al menos.

-Me encanta tu reacción no me culpes.

El chofer de Kouyou los ayuda con el equipaje, suben a la limosina, suspira, después de todo fueron varias horas de viaje, y siempre es agotador, además últimamente sueña seguido con Osamu Dazai, ese niño solitario que calo profundo en su corazón.

La mujer lo nota, algo le preocupa.

-Dime, ¿Qué sucede? – su mirada se fija en esos expresivos ojos azules – ¿de nuevo las pesadillas?

-No, no he vuelto a soñar con mi padre – niega rápido con la cabeza también – es solo que – se muerde el labio – mierda Ane-san no sé, quizás solo sean estupideces mías.

-Si ya estás perdiendo el control no son estupideces – le reprende de forma leve – vamos Chuuya, dime que te agobia.

-He tenido un sueño recurrente – al ver la expresión severa de la mujer se apresura a explicar – no es una pesadilla, es más bien un recuerdo sobre alguien del pasado y siento, como que algo va a suceder

Mad LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora