Prefacio

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Hay dos formas de contar una historia. Una de color de rosa, llena de corazones, mentiras y engaños... la otra, contando la realidad con una gama de colores, tengo que admitir que en la mía hacen falta muchos y otros tantos se fueron perdiendo por el tiempo. 

Abandonada por una madre Geisha en los canales del río Ujigawa, donde curiosamente una vagabunda no mayor de los 17 años me acogió, con tan solo unas semanas de nacida, la convertí en mi madre. Cuando mi madre cumplió 27 se casó con un tipo rico, cosa que la verdad no me importó mucho, él cumplió todos mis caprichos y por ende me envió a un exclusivo internado femenino, que, aunque él no lo sabía, estaba vinculado con una secreta y ancestral academia de artes marciales, podría contar algo así, pero la verdad es que no sucedió exactamente de esa manera. 

Mi madre sí se casó con un hombre millonario, pero no era un ser bueno y bondadoso que nos llenaba de regalos, no, por el contrario era un machista empedernido que pasaba sus ratos libres golpeándonos sin razón. Cuando cumplí diez años tuvimos un accidente automovilístico, no supe mucho, solo que desperté en la casa de mi abuelo, él siempre estuvo pendiente de mí, esperando el momento adecuado. Fue él quien me entrenó, quien me contó el secreto. Ahora hago parte de este grupo élite de seres, como ustedes, y disfrutó enteramente de mi vocación. Fue así, sencillamente, como me convertí parte de mis hermanos, no hay una historia llena de sangre, ni de violaciones, no sufrí un gran trauma para convertirme en lo que soy. ¿O quizá sí? Quizá, si me animo, se los contaré más adelante. 


-Nami Xeng Fong-

En el Llanto de la MagiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora