Ø.

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Advertencias❗️:Violencia doméstica mencionada.

Charles estaba de camino al parque, con su mochila roja a la espalda en la que dentro llevaba su merienda. Siempre llevaba la misma cuando venía al mismo parque, a la misma hora, todos los días.

Su madre siempre insistía en acompañarlo, sabiendo que era muy peligroso, pero el sabía que no debía aceptar si no quería que su secreto se revelase.

Finalmente llegó a la entrada del parque, que estaba vacio por la hora y que estaba rodeado con arbustos y árboles. Era muy bonito, pero Charles no tenía mucho tiempo antes de que la hora de cenar llegase y se volviese a tener que ir.

Sintió un pinchazo en el pecho, sin entender muy bien a que se debía cuando, al acercarse al banco en el que siempre se sentaba a esperar a que Max llegara escuchó unos sollozos que intentaban no ser escuchados.

Rápidamente se acercó hacia al otro niño que estaba sentado en el banco, sentándose junto a él.

-Max, hoy mi madre tenía pensado hacerme mi merienda favorita, pero lo he dicho que no, porque se que odias la mermelada de melocoton. Mira, lo tengo aquí.- Dijo con simpleza, intentando que con su propia calma, el niño también se calmarse.

Puso la mochila que llevaba sobre la espalda, en sus rodillas, y sacó el taper que dentro tenía el sándwich de queso y un batido de chocolate, poniéndolos en el regazo del rubio esperando a que los tomase.

El otro niño agarró el sándwich con manos temblorosas, que tenían algunas marcas de heridas. Algunas más viejas que otras.

Dudó un poco en dar el primer mordisco, pero rápidamente comenzó a comer más y más.

-Creo que que le debería de haber pedido a mi madre que me hiciese otro.- Comentó con una sonrisa el monegasco.

-¿Puedes hacer eso?- Preguntó aún masticando, haciendo que practicamente no se notase la voz temblorosa.

Charles asintió.

Max miró al suelo con tristeza.

-¿Tu papá te ha vuelto a hacer daño?-

Max fue el que asintió esta vez.

Charles miró a Max.

-¿Donde?-

Max dejó el sándwich a un lado antes de levantarse con torpeza la camisa desgastada que llevaba, necesitando un poco de ayuda de Charles.

-Aquí.- Dijo, señalando su costado derecho en el que ya se podia ver que se estaba poniendo de un color verdoso.

Charles miró por un momento el horrible moratón que se estaba formando antes de preguntar.

-¿Te lo curo?- Sabiendo que Max entendería a lo que se refería.

El neerlandés asintió levemente antes de tumbarse sobre el banco, dejando que Charles acercase su cabeza hasta donde se estaba la marca de lo que pronto sería un moratón y dejó un casto beso antes de alejarse.

Max se puso la camiseta de nuevo y le sonrió a Charles.

-Gracias.- Dijo casi en un susurro.

Charles negó con la cabeza.

A este punto de su vida, con 7 años, sabían que los besos no curaban las heridas. Pero era un pequeño ritual que llevaban haciendo desde que se conocieron y Max siempre decía que se sentía más feliz cuando lo hacía.

Charles esperó a qué Max terminase de comer el sándwich y de beber el batido de chocolate para abrir los brazos, dejando que Max se acurrucara contra él, permitiéndose tener un momento de paz.

Seven // Lestappen //Donde viven las historias. Descúbrelo ahora