Capítulo 104 El dilema de la abuela Celia

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"Celia, ¿estás vomitando otra vez?" preguntó la abuela Vivian, con el ceño fruncido por la preocupación y la confusión mientras miraba a su amiga. No fue la aparición inicial de Celia vomitando; de hecho, la abuela Vivian la había observado haciendo lo mismo ayer. Incluso había sugerido que Celia buscara el consejo de un sanador para identificar la causa raíz de sus síntomas, después de descubrir que vomitaba a altas horas de la noche mientras todos los demás dormían.

Pero lo que más desconcertó a la abuela Vivian fue la forma en que Celia parecía haberse resignado al empeoramiento de su condición, sin siquiera considerar buscar un sanador que pudiera ofrecerle un tratamiento asequible. Esta desviación repentina de lo que creía saber sobre su viejo amigo la dejó más confundida y asombrada que nunca.

La abuela Celia rápidamente se limpió la boca con el dorso de la mano y luego se dio la vuelta para encarar la fuente de la voz. "Oh, no te preocupes por mí", aseguró con una pequeña sonrisa, sacudiendo la cabeza mientras confirmaba que era su compañera de cabaña, Vivian, quien había hablado.

La abuela Vivian negó con la cabeza con firmeza, con expresión grave. "No estás bien, Celia. Claramente no estás bien y necesitas ver a un sanador", insistió, sus ojos escaneando las facciones de su amiga en busca de pistas sobre su dolencia. A pesar de sus mejores esfuerzos, no pudo discernir nada fuera de lo común, al menos en la superficie. Sin embargo, el hecho de que Celia ahora había experimentado dos sesiones de vómitos en la misma cantidad de días dejó a Vivian profundamente preocupada. Claramente algo andaba mal, y estaba decidida a llegar al fondo del asunto.

La cabeza de la abuela Celia se sacudió obstinadamente mientras respondía: "Te lo digo, Vivian, estoy bien. No tienes que preocuparte por mí". Su voz era firme y resuelta, transmitiendo una confianza inquebrantable en su propio bienestar. "Conozco mi propio cuerpo, y si hubiera algo gravemente mal, habría buscado un sanador mucho antes".

Un profundo ceño frunció el rostro de la abuela Vivian mientras observaba cómo el pecho de la abuela Celia subía y bajaba, una señal reveladora de que algo andaba mal. Incluso si hubiera sido sorda, habría sabido por el frenético subir y bajar del pecho de su amiga que no todo estaba bien. A pesar de los intentos de Celia por enmascarar sus síntomas, la abuela Vivian estaba muy sintonizada con las señales sutiles de su lenguaje corporal y podía sentir que algo andaba muy mal. El aire a su alrededor parecía crepitar con una palpable sensación de inquietud, como si la misma atmósfera estuviera cargada con el peso de su tácita preocupación.

"Incluso si me lo dijeras cien veces, todavía no te creería", declaró la abuela Vivian con firmeza. Con una determinación férrea en sus ojos, agarró la vasija de barro que se balanceaba precariamente sobre su cabeza, su contenido chapoteaba de un lado a otro mientras hablaba. Había sacado el agua del pozo el día de hoy, y ahora caminaba resueltamente hacia la puerta, decidida. Independientemente de lo que Celia pudiera decir para tratar de convencerla de lo contrario, Vivian sabía en su corazón que su amiga estaba escondiendo algo. Era solo cuestión de tiempo antes de que la verdad saliera a la luz.

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"Espera aquí, Celia. Voy a llenar el tanque y luego vamos a ver a un sanador", agregó la abuela Vivian, su voz resonó desde el interior de la cabaña mientras empujaba la puerta de madera que crujía para abrirla. Estaba decidida y no iba a aceptar un no por respuesta. "Pagaré por tu tratamiento, así que ni siquiera pienses en discutir conmigo".

La abuela Celia siguió a Vivian, cerrando la puerta detrás de ella cuando entró en la cabaña. "No tienes que preocuparte por mí, Vivian. Estoy bien", insistió, aunque sabía que su amiga no se dejaría influir tan fácilmente. Le sorprendió que Vivian estuviera tan preocupada por ella al punto de ofrecerse a pagar su tratamiento. La abuela Celia sabía que eventualmente tendría que ver a un sanador, pero no fue por la razón que pensó Vivian. Tenía sus propias sospechas acerca de lo que la aquejaba y aún no estaba lista para compartirlas.

Episodios repentinos de náuseas, fatiga implacable, vómitos constantes, pérdida de apetito y un deseo inexplicable de frutas: todos estos síntomas apuntaban a una cosa. Era algo que la abuela Vivian había presenciado antes, pero ni en sus sueños más locos imaginó que volvería a presenciarlo, especialmente en sí misma. Sabía que no estaba enferma, pero era algo completamente diferente. Algo que cambiaría su vida para siempre. La abuela Celia estaba embarazada y darse cuenta la dejó en un estado de shock e incredulidad. Ya estaba en una edad en la que había perdido su fertilidad, entonces, ¿cómo era posible que estuviera embarazada?

La idea parecía extraña e imposible, pero al recordar los síntomas que había estado experimentando últimamente, supo que no podía ignorar la posibilidad por más tiempo.

'Aunque esté embarazada, debe haber algo que...' La abuela Celia se perdió en sus pensamientos hasta que escuchó una voz aguda que la devolvió a la realidad.

"Celia, debes enfrentar la realidad. Aparte de tus vómitos constantes, te distraes en los momentos más cruciales, lo cual es muy preocupante", exclamó la abuela Vivian con un suspiro de cansancio. Ella continuó: "Sé que has estado evitando ir a la granja y al mercado, pero no tenía idea de que estabas pasando por algo como esto". Haciendo una pausa por un momento, agregó: "No podemos ignorar esto por más tiempo. Busquemos un sanador que pueda ayudarnos". Agarrando firmemente la mano de la abuela Celia, la arrastró hacia la puerta.

Sin embargo, tan pronto como Vivian agarró su mano, la retorció con fuerza y ​​la liberó con fuerza.

La repentina acción de la abuela Celia sorprendió a Vivian, quien se quedó mirándola con los ojos muy abiertos. No pudo evitar preguntarse por qué Celia estaba tan convencida de no ver a un sanador. Mientras observaba a Celia una vez más, no pudo evitar preocuparse por la posibilidad de que su enfermedad empeorara con el tiempo e incluso la llevara a la muerte.

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