Capítulo Cinco: Su aroma

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Narra Jhon

Nunca se me había quedado el olor de una plebe. La fragancia de su cabello y el aroma de su piel, lo suave que se sintió tocarla. Esos ojos cafés mirando fijo a los míos.

—¿Que paso bari?.—Llama Joel mientras bajo de la camioneta.

—Nada, ¿Dónde están los nuevos cerdos?.—Pregunto firme.

—En el chiquero—Se para delante de mi.

—Ta bueno pues, tenemos trabajo que hacer entonces.—Lo miro.

—Pero antes tenemos que ir a ver al Jefe de la Guardia nacional, el imbécil ese cree que puede estar delatandonos.—Gruñe.

—Vamos ahora pues.—Afirmo regresando a la camioneta.

—Harley necesito que termines de supervisar que hagan bien su puto trabajo los nuevos.—Avisa por la radio Joel.

—De acuerdo pariente.—confirma.

—Manda también dos comandos, vamos a hacer una visita que quizas no tornará muy cordial.—Ordena.

Harley responde que si, cuando los dos comandos vienen.

Comienzo a manejar y mi puta mente se encuentra pensando en esa morra. La manera en que por primera vez la miré y hoy esa pinche cacheda le costaría a cualquier otra puta persona sus manos y vida.

Soy un hombre despiadado pues en esta puta vida  el más fuerte siempre será el triunfador.
Ni la perra mas hermosa ha vivido cuando me ha faltado el respeto y ella corre con esta suerte.

—¿Que sabes de las chamacas que trajo el perraldo?.

—No mucho, hoy se fueron igual que ese inútil.—doblo a la derecha.

—Ta bueno.—Saca su arma y la lleva en su mano sobre su regazo, estamos a pocos metros del putero del jefe. Paramos las camionetas. Los dos escuadrones bajan asegurando el lugar.—Hora de ajustar cuentas barí.—Me mira.

—Morgado por siempre, que no.—saco mi arma.

—Morgado por siempre man.—Chocamos nuestros nudillos y bajamos.

El calor golpea nuestro cuerpo mientras caminamos hasta entrar.

—Ochocientos por hora mi señor.—Se acerca una de las putas.

—¿Dónde esta tu puto jefe?.—Ruge Joel tomando un puñado de su cabello comenzando a arrastrarla.

—No... No sé.—Llora tratando de luchar.

—Mira puta zorra de una vez o me dices o aquí mismo te vuelo los cesos.—La encañona.

—Esta... Está en la zona VIP.—Confieza, soltándola  seguimos hacia donde esta la zona.

Bajamos las escaleras hasta llegar al puto sótano. Dos guardias custodian la entrada  antes que  apunten disparo a sus cabezas, los cesos se esparcen en la pared, y los cuerpos caen cuando abrimos la puerta el aroma a puntería invade la posilga.

Luces rojas neon, humo de tabaco y marihuana inundan el sitio.
Dos prostitutas bailan en el tubo arriba de su escenario, varios soldados están observando el espectáculo. Algunos se levantan cuando una sexta de mis hombres les apuntan obligando a bajar sus armas.

Seguimos al frente pasando uno de los corredores dónde tienen a varios perros llorando. Volteo a ver a uno de los cadetes de Rusia follando a un pitbull mientras lo somete.

Avanzamos  más  hasta  llegar a una de las habitaciones del hijo de perra. Dónde al parecer tiene su propia fiesta privada pues varios hombres y mujeres de posiciones importantes en el gobierno y sociedad están cogiendo tanto con niños como con animales. Miro a la funcionaria de poder femenil. Estar arriba cabalgando sobre un niño de menos de 13 años.

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