Familia

420 55 4
                                    


Okita Soji avanzaba con dificultad sintiendo un dolor consumiendo cada parte de su cuerpo.

Nunca había sentido algo así, no podía compararlo ni siquiera con heridas de batalla. Sobre todo porque no había tenido oportunidad para detenerlo.

Mordió su labio inferior con fuerza, se abrazaba así mismo tratando de calmar su propia ira y tormento. Además del dolor, sentía tanta suciedad.

Su propio cuerpo era impuro.

Se detuvo un momento. Había llegado hasta una colina cerca de la ciudad. Inhaló y trató de retener el aire para calmar su propio pulso. Budha, el iluminado, le había aconsejado que esa acción ayudaba mucho a relajar la mente.

Necesitaba que su mente sanara después de todo lo sucedido.

El dios lo había tomado por la fuerza durante toda la noche. Pese a todos sus esfuerzos, no pudo. No pudo si quiera apartarlo. Solo logró arañar su espalda, sus brazos y morder sus labios.
Sin embargo, para Loki solo era una acción que lo excitaba aún más.

-"defiéndete, querido. No te rindas fácilmente"- expresó al oído del japonés mientras seguía embistiendo.

Okita lo intentó un poco más pero ni su propio cuerpo respondía.
Finalmente, el dios lo tomó tantas veces que perdió la consciencia poco después.

Al llegar el alba, Loki ya no se encontraba.
El Einherjar se despertó sin poder moverse completamente. Sus piernas y brazos estaban llenas de hematomas y mordidas.
Sin embargo, la peor herida estaba en su mente.

Okita Soji había aprendido a vivir de acuerdo a las costumbres samurái.
Su mente le gritaba que estaba roto, que había perdido su honor.

Un samurái sin honor, no debe seguir viviendo.

Trato de calmarse otra vez. Retuvo el aire por más tiempo. Lo suficiente para seguir caminando y regresar a la mansión.

-"necesito llegar. No quiero estar aquí, quiero estar con mí familia"- pensó para si mismo.

De pronto sintió una punzada en su pecho que lo paralizó. Colocó su mano sosteniendo la poca ropa que no había sido destruida aquella noche. Luego, le faltó el aire, su cuerpo se tensó bruscamente y cayó rendido al suelo.

------------------------------------------------------------

Symo Haïya estaba en la mansión cuando notó que Carelia, su mascota, no estaba.

Luego de preguntarle a varios de sus hermanos, llegó a la conclusión que seguramente se encontraba afuera.
Rápidamente salió de la mansión. No quería que algún dios rencoroso la atacara. Después de la fiesta todos los humanos asumieron que debían ser cuidadosos cada vez que salían de la mansión.

Mientras avanzaba, miraba a u alrededor y gritaba su nombre.

-¡Carelia! ¡Carelia! - exclamó mientras llegaba a una especie de colina. Reconoció el lugar, Budha junto al dios Zerofuku solían estar ahí.

Subió hasta la cima y conforme ascendía pudo ver a Carelia oliendo a una persona. Un poco más cerca, no sólo vió que esa persona estaba inconsciente sino también que se trataba de Okita Soji, su hermano.

Rápidamente se acercó al japonés.
Vió las heridas en su cuerpo y su ropa desgarrada. Había sangre en lo que quedaba de su haori. Inmediatamente revisó sus signos vitales, su pulso era inestable, estaba con vida pero inconciente. Como pudo lo cargó sobre su espalda.

-¡Ven, Carelia! Debemos regresar - gritó el francotirador mientras bajaba rápido y con cuidado de la colina.

-Resiste, Okita. Regresaremos con los demás. Los dioses pagarán por esto - dijo con gravedad.

¿Por qué?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora