EXTRA.

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Kyle:

Esto de estar confabulado con mi hijo y el resto de mis mejores amigos para hacer que mi pequeña salga con Zack y así ganar la dichosa apuesta, mientras, al mismo tiempo, le hago creer al chico que estoy en contra de la relación, comienza a ser tan divertido como preocupante.

Divertido porque hacía mucho que no teníamos un proyecto todos juntos que nos emocionara, que nos hiciera estar al pendiente de cada detalle tal y como sucedió con Aaron y Emma. Preocupante porque tengo la sensación de que es algo que no debería divertirme y que puede que esté mal hacer sufrir a Zack. Aun así, no nos detendremos porque, por primera vez en toda nuestra historia como familia, vamos a ganar una apuesta.

Sin poder disimular la sonrisa en mi rostro, observo a Annalía y a Zack envueltos en esa burbuja que se creó alrededor de ellos con los primeros acordes de esa suave canción y, por la forma en que se miran, tal parece que se dedican el uno al otra la hermosa letra. Y, estoy convencido, de que no soy el único que piensa así.

Todos estábamos bailando cuando ellos unieron sus cuerpos para moverlos al compás de esa lenta melodía y hemos tenido que detenernos para admirar la magia que los envuelve, una que ha estado ahí desde siempre y que nosotros no supimos notar.

Hace unos días, Addy y yo estábamos viendo unas fotos, algo que solemos hacer cuando nos entra la añoranza. ¿Qué puedo decir? Ya estamos viejitos y es lindo recordar los viejos tiempos. El punto es que nos encontramos muchísimas imágenes de la pareja revelación cuando niños, ya sea de cumpleaños o simplemente haciendo tonterías y en todas, él la mira como si tuviese junto a él el mayor tesoro.

Aun no puedo creer que nunca hayamos notado el magnetismo entre ellos. Es que, haciendo un poco de memoria, Zack la cuidaba casi que con el mismo ímpetu que Aaron.

Se veían super tiernos de pequeños, igual que ahora.

—¿Crees que estén juntos? —pregunta mi esposa por encima de la música sacándome de mis pensamientos.

Bajo un poco mi cabeza y me encuentro con sus ojos que, gracias a las luces multicolores de la discoteca, no parecen negros.

—No, no creo —digo, al recordar lo que Aaron nos contó.

Sé que ya ha pasado un par de semanas desde ese día, pero creo que, si estuviesen saliendo a escondidas, ella no habría traído a ese chico al que quiero degollar. Él también mira a mi hija como si fuera algo preciado, pero llega demasiado tarde, yo solo quiero que un hombre mire a mi pequeña con esa adoración y es el rubio que está junto a ella en estos momentos.

—Pero me parece que no demorarán mucho. —Centro mi atención en la pareja—. No sé qué tan inteligente sea Lía en estos temas, pero Zack se le está declarando con la mirada, de eso no hay duda.

—Ella también —comenta y mi sonrisa se amplía.

Una mano se posa en mi hombro izquierdo sobresaltándome y me encuentro con la sonrisa endemoniadamente grande de Arianna.

—Se ven hermosos, ¿verdad? —pregunta sin apartar la mirada de nuestros hijos.

Zion llega a nosotros, cruzando un brazo por encima de los hombros de su esposa y otro sobre los míos, sujetando a Addy que está acurrucada contra mí. Su cabeza se asoma entre la mía y la de Ariadna y por su sonrisa de medio lado, sé que va a soltar una de las suyas.

—¿Preparadas para perder la apuesta, señoras?

Su esposa lo mira con mala cara, cruzándose de brazos al mismo tiempo que se separa de nosotros.

—Mi hijo no la tocará hasta que sea mayor de edad —comenta con absoluta seguridad.

—Cariño, Zack no se acostará con ella hasta que no sea mayor de edad, pero serán novios antes.

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