🍯┊Capítulo 12

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Jungkook miró a los pequeños comer
tranquilamente, parecían bastante
a gustos mientras comían,
igualmente deleitados. Dejando de
lado eso, el pecoso miró de reojo al
rubio, quien comía feliz de la vida
su cena.

"Dejarte nuevamente en cinta
cuando nazca el que está en
camino"

Un escalofrío recorrió su espalda
nada más al pensar en eso, ¿Dejarlo
como bola de boliche de nuevo?
¿Qué significa eso?
Era algún tipo de amenaza que
quería cumplir ¿O algo así?

El pecoso no estaba seguro, pero
de lo que sí estaba seguro era que
su cuerpo, sobre todo su trasero,
estaba en peligro. Habiendo
conocido algo al alfa esos meses le
hacía estar seguro de unas cuantas
cosas, muy pocas veces Jimin
amenazaba en vano. Cómo una vez
que el rubio prometió dejarlo sin
caminar por hacerle un berrinche,
que ahora que lo pensaba pudo
haber sido causado por estar
embarazado.

Bueno, quizás no prestarle la
suficiente atención a su cuerpo no
fue buena idea, ¡Pero el creía que al
ser hombre todo iba a estar bien!,
Nunca se enteró que aún teniendo
una polla entre las piernas podía
salir con una gran panza algo
fastidiosa, bueno, al menos no lo
era por el momento.

-Kook... -el pecoso salió de sus
pensamientos y miró a la pequeña
que le llamó de forma vacilante,
ella parecía querer preguntar algo,
aunque no tenía aún la suficiente
confianza para decir algo sin temor.

-¿Si?n¿Que ocurre Eri? -
Jungkook preguntó con voz suave,
tratando de hacer sentir segura a
la niña, quien miró hacia la mesa y
apuntó con su pequeño dedito a un
pan.

-¿Puedo comerlo? -el pan
tenía la figura como el de una
rosa, un delicioso melado que
se miraba rebozar y parecía de
fresas derretidas, estaba dorado y
apetitoso a la vista.

Eri lo había visto antes en algunas
panaderías de la ciudad, pero
nunca pudo probar uno, hasta
ahora que lo tenía ahí al frente
suyo, quería agarrarlo, sin embargo,
no sabía si era para el Omega
mayor o le molestaría que tomara.
La albina miró sorprendida como el
pecoso tomaba el pan y lo ponía en
su plato mientras le miraba con una
sonrisa suave.

-Claro que puedes comerlo, es
todo tuyo. -Jungkook acarició el
cabello de la menor y volvió a su
comida, la cual no había tocado
mucho. Suspiró y miró de reojo
como Eri tenía un gran sonrojo en el
rostro mientras desgustaba el pan
relleno de fresas en mermelada.

Sonrió sin poder evitarlo, se
sentía tan feliz en ese momento,
era como si esa parte suya que
siempre estaba en su mente
gritando y molestando estuviera
completamente satisfecha,
completa en su vida. Al mirar al
pequeño Beomgyu se dió cuenta
que se estaba durmiendo en su
puesto mientras masticaba, tenía
sus mejillas llenas y con algunos
granitos de arroz pegadas en ellas.

¿Por qué estaba tan cansado?

Tenía entendido que los niños
siempre estaban llenos de energías,
pero al que miraba parecía que
había corrido una maratón. Tal vez
no había descansado lo suficiente
aún, para que su cuerpo se llenase
de toda esa energía que tenía un
infante de su edad.

El pecoso volteó su rostro a Jimin,
el rubio terminaba de dar su último
bocado a su comida, parecía que
estaba metido en su propio mundo
y Jungkook solo pudo suspirar. Volvió a
mirar su comida y frunció el ceño,
no tenía la costumbre de dejar algo
el plato con sobras, pero no tenía
mucha hambre.

-conozco esa mirada, te comes
todo Kookie, así como lo haces con
mi cachorro-la voz del rubio le
hizo sacar un chillido, de susto y
vergüenza, la pequeña Eri los miró
con curiosidad y su rostro lleno de
dulce.

no es mi mundo 𓍢 ִֶָ  jikook Donde viven las historias. Descúbrelo ahora