La tarde cayó en la ciudad de Yokohama y Chuuya estaba regresando de un arduo día de trabajo en la PortMafia.
Llegó a la sede totalmente exhausto. Entregó los reportes al jefe, se despide de Kouyou y llama a un chofer para que lo llevara a su casa.
Tenía tan solo 18 años y ya estaba en la cúspide de su vida.
Vivía en uno de los edificios más lujosos y nuevos del centro, con todas las comodidades y los mejores servicios.
Claramente la vida que nunca imaginó que tendría y que todos sueñan con tener.Era un ejecutivo de lo más aplicado a pesar de su edad. Estaba encargado del contrabando de joyas; también solía ser un gran arma para la batalla en la mayoría de los casos difíciles para los recaderos y tenía muchas tropas a su mando.
Este día en particular había sido de lo más agotador. Un encargo del occidente había sido excusado como joyería falseada y en mal estado, así que tuvo que lidiar con las quejas y darle su merecido a los contrabandistas que quisieron sacar provecho del negocio.
Lo único que quería ahora era llegar a casa, ponerse algo cómodo y echarse en su cama a descansar, quizás hasta la hora de la cena.
Su casa estaba en el piso 16, por lo que siempre tomaba el ascensor.
Mientras se miraba en el espejo de ese elevador, observaba algunos cambios en su aspecto que no le convencían.
Se había cortado un poco el cabello, pero no le agradaba tanto. Quizás probaría con dejarlo crecer a partir de ahora. Tal vez así se luzca mejor su color rojo-anaranjado natural bajo su sombrero.Las puertas se abrieron y Chuuya echa un largo suspiro mientras se truena los huesos de la cervical antes de salir del elevador, ansiando fuertemente el descanso.
A medida que se acercaba a la puerta de su apartamento, unas risas que provenían desde allí dentro hicieron que su estrés empeorara y cerrara sus ojos refunfuneando de cansancio, pues ya sabía lo que eso significaba.
Antes de que llegue a la puerta, una hermosa chica alta, de largo y lacio pelo negro y una piel blanca como la de un ángel, sale a las risas despidiéndose de la persona que aún se encontraba adentro.
La chica hecha un corto vistazo a Chuuya, que ya estaba parado frente a la entrada, y solo le sonríe para finalmente irse cerrando detrás de ella la puerta de su departamento.
Ella jamás imaginó que esa en realidad era su casa.
Chuuya vira los ojos y se dirige a la puerta.
-Agh!!! ¡¡¡Esta vez sí que lo mato!!!-
Al entrar, cargado de furia, ve a Dazai parado tranquilamente frente a la ventana acomodando sus vendas del brazo.
Su pecho se encontraba al descubierto por el vendaje desacomodado, el pantalón puesto pero aún desabrochado y el pelo más desarreglado de lo habitual.La imagen era bastante sensual de hecho; la luz de la ventana lo iluminaba por detrás generando que su piel brillara y resaltara algunas gotas de sudor que corrían por sus hombros.
Nakahara lo observa con una expresión de cansancio en su rostro. Como si este episodio ya hubiese ocurrido en más de una ocasión. Aunque la mayoría de las veces sale ya bañado y cambiado. Será por eso que cuando Dazai voltea a verlo, Chuuya giró un poco la cabeza mirándolo de costado y algo ruborizado.
-Neh Chuuya, llegaste temprano.- le dice Dazai con total desinterés, algo que irrita aún más al pelirrojo, dandole las razones suficientes para acercarse y partirle la cara.
-¡¿Cuántas veces tendré que repetirtelo, bastardo?! ¡No uses mi puta cama para tener sexo!
-Ya, ya. No grites. Tu cabeza está en llamas... Ah no, espera! Es por tu feo color de cabello. Te lo cortaste, ¿cierto? - le pregunta Dazai tomando y acariciando uno de sus pocos mechones, aún algo largos, entre sus dedos.
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"¡No Uses Mi Cama!" One-Shot
FanfictionA Dazai le gusta usar la cama de Chuuya para hacer cosas indebidas. A Chuuya...