El vestíbulo del hotel era tan alto que ocupaba el equivalente a tres plantas.
Taemin intentó no quedarse embobado al ver los muebles, las alfombras y las lámparas de araña que decoraban el lugar, sumamente elegante.
Nunca había estado en un sitio como ése, y la situación lo desconcertaba tanto como las miradas de curiosidad que recibía, seria por qué todavía llevaba el traje de novio.
Antes de que llegaran ala recepción, se les acercó un hombre alto y bien avestido que hizo una reverencia ante Minho, se presentó como el gerente del hotel y los llevó a un ascensor.
Taemin sonrió para sus adentros. Obviamente, los ricos no tenían que pasar por recepción. Incluso era posible que les permitieran llevarse los albornoces de los cuartos de baño.
El ascensor se abrió poco después y Taemin se llevó otra sorpresa. No habían salido a un típico pasillo de hotel, lleno de habitaciones, sino a un vestíbulo que sólo tenía tres puertas; si correspondían a otras tantas suites, debían de ser enormes.
El gerente abrió la puerta de la izquierda. Minho se detuvo, miró a Taemin y lo invitó a entrar en primer lugar. Taemin entró, intentando sobreponerse a la inseguridad que le producía el traje, cuya manga se había vuelto a caer y enseñaba un buen pedazo de piel desnuda.
De hecho, estaba tan nervioso con su propia apariencia que tardó un momento en darse cuenta de las dimensiones del salón principal.
Era enorme, tan grande como una cancha de baloncesto, con ventanales que ofrecían una vista maravillosa de central Park y de los rascacielos de Nueva York.
Taemin se fijó especialmente en los cuadros que decoraban las paredes, en la escultura de bronce de un caballo, que casi parecía vivo, y en el piano de cola que estaba junto a una esquina. De izquierda a derecha, se abrían pasillos; el gerente señaló el de la izquierda.
—El comedor esta en la sala siguiente y la cocina está detrás. Si necesitan de los servicios de nuestro chef, les ruego que nos lo indique.
Los despachos se encuentran al fondo; hemos instalado los equipos que nos pidió, además de la conexión telefónica.
El gerente se giró hacia la derecha y prosiguió con la explicación.
—Hay cuatro habitaciones, incluida la suite principal. Les hemos preparado una cena ligera y hemos dejado las prendas de la boutique en uno de los dormitorios.Minho asintió.
—Gracias, Jacques. puede marcharse cuando quiera.El gerente le dedicó otra reverencia.
—Nos alegramos de tenerlo como cliente, príncipe Minho. Todos los empleados del hotel estamos a su servicio.—Muy bien. Buenas noches.
Taemin seguía sin poder creer que estuviera en aquel lugar y escuchando aquella conversación.Tuvo que apretar los labios con fuerza para no quedarse boquiabierto. Jamás habría imaginado que existían suites tan elegantes como la de aquel hotel, ni mucho menos que llegaría a pasar una noche en una de ellas.
Aún cabía la posibilidad de que el príncipe quisiera que se alojara en una habitación normal, pero a Taemin no le inquietaba; la más normal de las habitaciones del hotel debía de ser absolutamente fabulosa.
El gerente ya había salido de la suite cuando Minho hizo una seña a sus guardaespaldas para que se marcharan.
—Detesto llevar guardaespaldas a todas partes —le explicó—, pero mi padre insiste en que mis hermanos y yo viajemos con protección cuando vamos al extranjero.
—Parece una precaución razonable —observó Tae.
—Supongo que sí. Se quedarán en la suite y me acompañarán cuando salga, pero no se preocupe; son discretos y no se interpondrán en su camino.
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Quimera Pasional (2Min)
FanfictionMinho Khan y Taemin Lee No iba a perdonarle su engaño Deslumbrado por el apasionado príncipe Minho del Bahar, Taemin Lee disfrutaba del cuento de hadas que era su nueva vida como de la realeza de El Bahar. Sin embargo, cuando descubrió que el amor...