Capítulo 3

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El reloj de pared empezó a sonar.

Taemin contó las campanadas y se sorprendió al descubrir que ya eran las doce de la noche. Tenía la impresión de que sólo habían trascurrido unos minutos desde que Minho y él se sentaron a charlar, pero habían pasado tres horas enteras.

Pensó que debía levantarse y retirarse a su habitación. Sin embargo, quería escuchar el final de la historia de Minho. Y por encima de todo, deseaba seguir con él, a su lado, fingiendo que era algo más que su jefe.

—Mi abuela se enfadó con Yunho por desobedecerla, así que vendió su caballo en venganza, cuando Yunho se enteró de lo que había hecho, era demasiado tarde, ya habían castrado al pobre animal, y Yunho se puso tan furioso que habló con nuestro padre y exigió que azotaran a Koo Hye Sun por su insolencia.

—Y cometió un error, por supuesto —dijo Taemin, imaginando lo que le pasó a Yunho, que entonces sólo tenía doce años.

—Por supuesto, nuestro padre lo castigó a él, durante tres semanas, no pudo salir de su habitación salvo para estudiar, y encima tuvo que disculparse ante la abuela por haberle quitado su yegua sin permiso.

Minho dejó su brandy en la mesa y se recostó en el respaldo del sofá.

—Recuerdo que hablé con él durante su castigo, me dijo que cuando fuera rey, decretaría una ley que obligaría a las abuelas a responder de sus actos ante sus nietos, sobre todo si los nietos eran príncipes, Koo Hye Sun se enteró y reaccionó con frialdad, le recordó que antes tenía que llegar al trono y que, con la cantidad de errores que estaba cometiendo, era improbable que lo consiguiera.

Taemin se rió.

—Deja que lo adivine... ahora, Yunho y su abuela se llevan como uña y carne.

—Claro que sí, todos la adoramos, nuestra madre murió cuando éramos muy pequeños y fue Koo Hye Sun quien nos crio, es una mujer extraordinaria.

—¿Y Yunho va a ser rey?

—Cuando nuestro padre fallezca —respondió—. Yunho es un buen líder, aunque algo dominante y dictatorial.

—Debe de ser marca de la familia —murmuró.

Minho lo miró y arqueó las cejas.
—Sé que no te refieres a mí —dijo.

—No, desde luego que no —afirmó Tae con humor.

—Te lo parece porque eres un doncel occidental. Estás acostumbrado a salirte con la tuya en todos los aspectos de tu vida. Si hubieras recibido una educación adecuada, no tendrías esa imagen de mí.
Taemin volvió a reír.

—¿Una educación adecuada? no sé lo que quieres decir con eso, pero, en cualquier caso, no tengo mala imagen de ti, al contrario... me agrada trabajar contigo, el tiempo se pasa volando —declaró—. Cuando te marches, lo voy a sentir mucho.

Taemin pronunció la última frase sin pensar y se preguntó si había cometido un error, llevaba doce días con él y había empezado a conocerlo. Minho era indiscutiblemente dominante y algo dictatorial, pero también justo, a veces le trataba como si fuera un robot o un ordenador, pero no le importaba porque, a diferencia de Serch, lo hacía sin maldad alguna, sin intención de herirlo.

Minho nunca le despreciaba, nunca lo criticaba por su aspecto ni lo rebajaba en ningún sentido. Cuando le pedía su opinión, se lo pedía en serio y escuchaba con atención; y si el asunto se refería a algún aspecto del mundo occidental, seguía su consejo.

Además, el príncipe era un hombre guapo, rico y encantador que le habría gustado a cualquier mujer o doncel. Taemin procuraba recordar que sólo era su secretario, pero a veces lo olvidaba y se dejaba llevar por el brillo de sus ojos o por lo bien que le quedaba un traje.

Quimera Pasional (2Min)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora