[ 00. CAPÍTULO ]

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03/ abril/ 1580. D.C.
Budapest, Hungría.

La noche envuelve el castillo como un manto oscuro y silencioso.

El castillo se alza en el valle formado por dos montañas rocosas, que esconden su estructura imponente y gótica que se recorta contra el cielo nocturno.

Las torres altas y delgadas parecen dedos que se extienden a la luna, como si buscaran tocarla.

El bosque que se extiende frente al castillo es un mar de sombras negras y profundas. Los árboles se yerguen como centinelas, sus ramas como brazos que se extienden hacia el castillo, como si lo protegieran de cualquier intruso.

La brisa nocturna susurra a través de las hojas, creando un murmullo que parece un susurro de secretos.

La montaña opuesta se alza como una sombra gigante, su cumbre oculta en la niebla. La oscuridad es tan profunda que parece tener vida propia, como si fuera un ser que se moviera y respirara.

El aire está cargado de la esencia de la noche: humedad, musgo y la dulce fragancia de la flor de luna. El olor a piedra y madera vieja emana del castillo, recordando su antigüedad y su historia.

En la distancia, el pueblo duerme, ajeno a la vida nocturna que se desarrolla en el castillo.

La separación entre el pueblo y el castillo es como una frontera entre dos mundos: el mundo de los vivos y el mundo de los no muertos.

La luna llena de brillo el cielo, iluminando el paisaje con una luz plateada y fría. Su luz parece hacer que las sombras se profundicen, como si las hiciera más oscuras y misteriosas.

El castillo es un lugar lleno de misterio y secretos donde la noche es eterna y los vampiros reinan.

Su arquitectura es una mezcla de estilos góticos y renacentistas, con detalles intrincados y ornamentados que sugieren una riqueza y poder pasado.

La entrada del castillo es un arco imponente de piedra tallada, con figuras de gárgolas y dragones que parecen vigilar a los que se acercan.

El patio interior es un espacio rodeado de edificios de piedra con ventanas estrechas y altas, donde una fuente de agua clara y fría refleja la luz de la luna.

En este lugar, el tiempo parece haberse detenido. La noche es eterna y el castillo es su reino.

Los vampiros son los dueños de este mundo nocturno, su poder y su misterio lo llenan todo.

Hay laycan en su forma lupina encadenados en los muros que rodean la entrada, formando una barrera protectora entre el bosque y el castillo.

Su presencia es silenciosa y alerta, sus sentidos agudizados pueden detectar cualquier movimiento o amenaza a la distancia.

Seis laycan, con ojos amarillos y pelaje grisáceo se distribuyen a lo largo de los muros, cubriendo cada ángulo y cada punto débil.

Su musculatura es impresionante y su fuerza es capaz de derribar árboles y aplastar rocas. Su lealtad a los vampiros es quebrantable.

Mientras tanto, los guardias vampiricos se posicionan en lo alto del arco de la entrada, mirando hacia abajo con esos ojos azules que brillan en la oscuridad.

Sus manos descansan sobre el arco listo para disparar las flechas de plata sólida que inmovilizan a los laycan rebeldes que permanecen refugiados en el bosque, sus dedos extendidos y las uñas afiladas.

Su postura es relajada, pero su atención es absoluta, lista para reaccionar en cualquier momento.

Desde su posición elevada, los guardias pueden ver el bosque que se extiende más allá de los muros, pueden detectar cualquier movimiento o señal de peligro.

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⏰ Última actualización: Oct 15 ⏰

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LAYCAN/ VHOPE.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora