Macarena se enfundó en un ceñido vestido que realzaba su figura, a pesar de su falta de experiencia en el coqueteo y su escasa habilidad para entablar conversación con chicos que no fueran su hermano. Enzo le había aconsejado que, en lugar de dirigirse al jefe de manera directa, simplemente se mantuviera presente. Tras meticulosos preparativos, que llevaron dos horas y media, finalmente estaba lista.
—¿Listo ya? —inquirió su hermano con un toque de impaciencia.
Macarena solía demorarse al arreglarse.
—Sí, hermano. Era importante lucir bien —suspiró Macarena, y Enzo dejó escapar una risita.
—Cariño, vos sos hermosa incluso sin todos estos arreglos —añadió Enzo, lleno de cariño.
Pero como bien sabemos, las mujeres tienden a cuidar su apariencia de la misma manera.
Después de transcurrir varios minutos, fueron abordados en una lujosa camioneta. Con los ojos vendados, fueron conducidos cuidadosamente al vehículo, procurando actuar de manera discreta con ambos. A los hombres les resultaba inevitable apartar la mirada de la impresionante joven. Además de su belleza facial, su figura era sumamente atractiva.
—Parece que el jefe quedará más que satisfecho con la nueva adquisición, Enzo. —Comentó uno de los hombres presentes.
Sin embargo, ese comentario no le causó ninguna gracia a Enzo. No se trataba de una adquisición, sino de su hermanita.
—No es una adquisición, imbécil, es mi hermana. —Afirmó tajantemente.
Ahora resonó la risa del hombre que estaba como conductor.
En ese momento, la risa del hombre que actuaba como conductor resonó.
—Si el jefe se entera de que te comportaste así con la hermana de Enzo, prepárate para lo peor. Eso sería lo más suave que te podría ocurrir. —Advirtió el conductor.
Mientras tanto, Macarena se sentía horrorizada por lo que estaba escuchando. Aunque estaba involucrada en ese entorno, aún no había cruzado líneas ilegales. No tenía conocimiento alguno sobre el manejo de armas.
Uno de los hombres, quien estaba al lado de ella (Enzo estaba en el asiento del copiloto), puso su mano en las piernas de la chica. La pelirroja se tensó, pero trató de relajarse mientras la mano del hombre subía bajo su vestido.
—Continúa subiendo tu mano y te aseguro que te arrepentirás.—advirtió la pelirroja. Enzo exhaló frustrado.
—Deja de tocar a mi hermana. Te advierto que incluso si eres el favorito de Paulo, te voy a dar un balazo entre tus ojos.
El hombre acató la orden y retiró su mano de la pelirroja. Después de transcurrir una hora, llegaron a una imponente mansión situada a una considerable distancia del hotel. Los hombres descendieron del vehículo, llevándose consigo a los dos jóvenes. Una vez fuera, la pelirroja se quitó la venda, aunque nadie le había otorgado permiso para hacerlo; sin embargo, no podía soportar estar en la oscuridad.
—Si arruinaste mi delineado, te aseguro que no te salvas.— advirtió la pelirroja con vehemencia.
Al entrar en la vasta mansión, se encontraron con un patio de dimensiones impresionantes. Allí, el propietario de la casa captó momentáneamente la atención de la pelirroja con su mirada.
El dueño era un joven rubio, de estatura considerable, quizás no demasiado alto pero definitivamente más alto que Macarena. La pelirroja lo examinó detenidamente con la mirada mientras el chico saludaba a Enzo con la confianza de quien parece haber sido amigo por mucho tiempo. Macarena se aproximó a los hombres y saludó al rubio.
—Macarena, un placer.— dijo la pelirroja al presentarse, extendiendo su mano en un gesto de saludo, aunque manteniendo cierta formalidad ya que no conocía al chico.
—Paulo.—respondió el rubio mientras estrechaba su mano.
La pelirroja sintió una extraña sensación al entrar en contacto con la mano del chico, pero se esforzó mentalmente por apartar ese pensamiento. Continuó impresionada por todo lo que veía en aquel patio, que además de ser inmenso, resultaba hermoso y muy verde.
"Si tan solo tuviera mi cámara, esto sería un trabajo increíble", reflexionó la pelirroja, aunque los hombres la habían apresurado a entrar al auto de manera casi forzada.
—¿Venís, Maca?—preguntó Enzo, y ella simplemente asintió. Paulo y Enzo se adelantaron, entablando una conversación mientras ella los seguía.
Al entrar en la casa, Maca notó que su interior era considerablemente más hermoso de lo que aparentaba desde afuera. "Tiene un buen gusto" pensó mientras observaba la exquisita decoración que adornaba cada rincón de la casa.
—La verdad, a mí me gustaría colaborar con el clan Fernández. Siento que podríamos ser buenos socios —comentó el joven mientras ella lo observaba atentamente.
—Estoy de acuerdo, amigo. Como te mencioné antes, también necesito trabajar mucho acá y alejarme de México —respondió ella.
Después de una conversación profunda, llegaron a un acuerdo para establecerse juntos en la mansión Dybala. La decisión beneficiaba tanto al rubio como a Enzo, no solo por la impresionante vista que tenía con la colorada, sino también para asegurarse de que su amigo y la hermana de él no corrieran riesgos.
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Photograph | Paulo Dybala
FanfictionMacarena ama muchas cosas. Ama las canciones, ama la primavera y cualquier estación del año. Ama los conciertos, los libros, la playa y el mar. Ama la vida y el amor. Paulo es todo lo contrario a Macarena. Odia las canciones, y todas las estaciones...