PRÓLOGO

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• Verano... Temporada del año que nos bendecía con su lluvia para los campos de arrozales y trigo. Realizábamos todos los años una ceremonia para agradecer a nuestros ancestros que teníamos un año más de dicha por una pronta y buena cosecha... También era la época para niños como yo saliéramos de las clases y tuviéramos vacaciones durante algunas semanas, aprovechandolas para ir a ríos cercanos y jugar con la frescura del agua del río junto con el caluroso sol que pegaba sobre nuestras espaldas, pero el verano de este año era gris, oscuro, asfixiante...

El sol no lograba penetrar las gigantescas nubes de humo provocadas por los innumerables hogares, si no es que kilómetros de cosecha aún inmadura quemadas por un fuego intenso que ni con la lluvia más intensa se apagaría, y aún si lo hiciera, ya sería demasiado tarde.

En medio de la salida del Reino Ferox, donde se supone que a estas horas del medio día deberán de entrar y salir personas de nuestra raza y quizás algunas otras... Ahora mismo se encontraba tapada y únicamente usada por dos grandes grupos que entraban en disputa.

Un grupo grande hombres bestia, sea cual sea su raza o animal de que se caracterice, se encontraban reunidos tras la puerta del reino, con una mirada llena de odio, hasta incluso de un aura asesina...

Un grupo aún más grande se encontraba afueras de las puertas, observando con miedo, quizás con pena hacia aquellos que los miraban con esa irá irracional que se habría formado ante la desdicha por la que todos pasamos.

— ¿¡Se piensan ir; dejando todo atrás como si nunca hubiera importado, olvidándose del hogar que formaron parte, y ahora que está en crisis, piensan irse sin más!?

Refutó un señor fornido, un hombre de apariencia al de un caballo cuya lengua no era la única agresiva, si no también sus manos que sujetaban una alabarda, con sellos reales plasmados en el metal, ya que después de todo, trabajaba y honraba el trabajo que tenía como guardián del palacio. Apuntando ahora su arma hacia su propia raza inocente.

— ¿¡Qué más podemos hacer!? ¡No sabemos quién ha estado asesinando a nuestros vecinos, nuestros hijos y padres, Y SE ESCONDE ENTRE USTEDES!... ¿Como quieres que nos quedemos cuando no hay comida, ni hogares disponibles, ni un lugar seguro?

• La disputa continuaba, aveces siendo el grupo que optaba por quedarse en el reino y otras el grupo que permanecía con la idea de irse, pero el bullicio ya no formaba parte de mi mente... La únicas palabras que aún podía escuchar era la de mi madre que permanecía a mi lado, tratando de hablar entre los gritos a mi padre, que estaba tratando de verme entre la multitud que tapaba las puertas.

Si miraba a mi alrededor, aturdido, perdido, pero aún con la esperanza... No sé en qué, miraba al alrededor. Muchos de los vecinos con los que convivía desaparecieron... Y los que no, fueron sus hijos los que ahora no están con nosotros...

Ha pesar de haber pasado días sin poder bañarme, podía sentir aún los olores bajo la capa de ceniza y madera quemada que mi nariz era capaz de distinguir... Y lo único, aparte de mi propio hedor y el de mi madre, podía oler a un intenso olor a hierro, uno putrefacto que se hacía cada vez más fuerte cuando me acercaba a las manchas rojas que cubría ropas de muchos y en algunos, en sus temblorosas manos que lucían maltratadas, cortadas... Heridas, y muy raras de ver, intactas.

Entre medio de mi curiosidad estornudé varias veces por culpa de la ceniza que comenzaba a caer desde el cielo, y mientras mis manos se frotaban fuertemente en mi nariz, en pos de quitar el hedor y evitar que alguna otra mota se adentrará, a los hombros de mi madre pude ver cómo mi padre, incapaz de lograr acercarse, se quedó a la lejanía, hablando con los labios con mi madre sin poder entender exactamente qué se estaban diciendo... Pero cuando los dos grupos habrían terminado de hablar, fue cuando pude ver en medio de su dispersión la razón de la discusión entre mis padres.

Una sensación helada recorrió mi inexistente cola hasta mi nuca, y sentí como si una sensación de debilidad, junto con mi sorpresa se entremezclara en mi cuerpo al ver cómo mi padre sujetaba la mano de una niña que parecía tener mi edad, y esta niña agarraba la mano de una mujer que parecía ser su madre debido al parentesco animal... Un híbrido, aparte de mi había nacido casi al mismo tiempo en el que yo lo hice... Mi padre habría formado una familia a las espaldas de mi madre, y por si fuera poco, mi padre se quedaría a restaurar el reino con su aparente familia mientras que mi madre optó por irse algún reino cercano a iniciar de nuevo...

• No tenía palabras, algún quejido o tan siquiera reacción aparte de mi sorpresa repentina... Pero aún así me pregunto cómo mi padre fue capaz de hacerlo... Y mientras lo pensaba, veía como éste se desaparecía entre las calles del reino mientras que mi madre empezaba a caminar conmigo encima, y yo, mirando atrás en pos de seguir viendo a mi padre... Aunque sin mucho resultado...

Aún sujetando mi nariz, cuando volví a mirar al frente, viendo una inmensa planicie que se habría convertido en nada más que una tierra infértil y muerta... Vi como las cenizas, como si fuera lluvia o nieve, empezaba a bañarnos mientras que íbamos por un sendero borroso, entre los grandes campos que a lo lejos aún podía verse el rojizo del fuego quemar la naturaleza y todo a su paso... Cerré los ojos, con la idea de que es un sueño ¡Una pesadilla, o la magia de la que tanto escuchaba en la escuela! Pero solo en medio de la oscuridad de mis párpados, podía sentir el calor de mi madre que me cargaba, mientras me resignaba a estar aferrado a ella sin motivo...

El Híbrido Que Conoció La Vida Y El Defecto De Está.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora