Luna Lovegood

88 23 3
                                    

Ginny se encontraba sentada en una mesa en el Caldero Chorreante

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Ginny se encontraba sentada en una mesa en el Caldero Chorreante. Su padre leía el periódico. Los gemelos habían salido a buscar sabría Merlín qué, y su madre aún estaba en compañía de Percy comprando una túnica nueva para el premio anual.
La menor de los Weasley se hallaba leyendo un libro avanzado sobre transformaciones, antes perteneciente a Charlie, cuando Hermione, Ron y Harry aparecieron por la puerta, acompañadose por un enorme gato de color canela que Hermione llevaba sujeto.

—¿En serio has comprado ese monstruo?— preguntaba Ron pasmado.

—Es precioso, ¿verdad? —preguntó Hermione, rebosante de alegría.

—¡Hermione, ese ser casi me deja sin pelo!

—No lo hizo a propósito, ¿verdad, Crookshanks? —dijo Hermione.

—¿Y qué pasa con Scabbers? —preguntó Ron, señalando el bolsillo que tenía a la
altura del pecho—. ¡Necesita descanso y tranquilidad! ¿Cómo va a tenerlos con ese ser cerca?

—Eso me recuerda que te olvidaste el tónico para ratas —dijo Hermione, entregándole a Ron una botellita roja—. Y deja de preocuparte. Crookshanks dormirá en mi dormitorio y Scabbers en el tuyo, ¿qué problema hay?

— No, si no hay ningún problema — mencionó Ron sarcástico.

— Si es un gato tan lindo — defendió Hermione y fijo su vista en Ginny que aún veía su libro — ¿Verdad que es bonito, Ginny?

La pelirroja cerró su libro y miró al felino color canela, luego sonrió suavemente. Ella sabía que en realidad, Hermione había hecho una gran elección de mascota, ¿O debería decir que Crookshanks era el que hizo una buena elección?
—Es lindo sin duda — respondió acercándose y acariciando al minino que ronroneo en respuesta.

— Ven, Ginny entiende — Hermione sonrió complacida — El pobre Crookshanks... La bruja me dijo que llevaba una eternidad en la tienda. Nadie lo quería.

—Me pregunto por qué —dijo Ron sarcásticamente.

—¡Harry! — llamó su padre levantando la vista del periódico y sonriendo —, ¿cómo estás?
Ginny levantó una ceja, el hombre pelirrojo había estado tan enfrascado en su lectura que no había notado la llegada del trío ni con todo el escándalo que Ron y Hermione venían armando, su padre si que era disperso.

—Bien, gracias. — respondió Harry a la pregunta del mayor.

—¿Todavía no lo han atrapado? —preguntó haciendo referencia a la fotografía de Sirius Black en el periódico.

—No —dijo el Arthur Weasley con el semblante preocupado—. En el Ministerio nos han puesto a todos a trabajar en su búsqueda, pero hasta ahora no se ha conseguido nada.

—¿Tendríamos una recompensa si lo atrapáramos? —preguntó Ron—. Estaría bien conseguir algo más de dinero...

—No seas absurdo, Ron —dijo Arthur Weasley, que, visto más de cerca, parecía muy tenso—. Un mago de trece años no va a atrapar a Black. Lo atraparán los guardianes de Azkaban. Ya lo verás.

ResilienciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora