Sol & luna

𝖲𝖾𝗂𝗌𝗁𝗎

''I'm a dumb teen boy
I eat sticks and rocks and mud''

Pensamientos desordenados le provocaban una crisis en su cabeza; no se concentraba, no podía hacerlo, gotas de lluvia caían con fuerza; mojaban totalmente sus ropas, humedecían su cabello provocando que se adhiera a su frente, lágrimas brotaban sin parar de sus ojos esmeraldas. El agua sucia salpicaba y ensuciaba su pantalón escolar. Sus pensamientos no le permitían tener una total capacidad de sí mismo, por lo tanto, corría, parecía que estaba huyendo de algo o alguien. Su pantalón ya no era azul marino sino marrón, el culpable es el lodo provocado por las húmedas nubes grises que se mantenían sobre aquella ciudad. Quería escapar de todo, de todo. Sentía su cuerpo débil, sus piernas no le respondían como para mantener su cuerpo y termino en el suelo abrazando sus piernas y escondiendo su rostro.

Mientras un niño rubio la pasaba mal en aquel día de lluvia, otro chico azabache de la misma edad estaba en la parte trasera de un Range Rover, quien era conducido por su chófer. El joven solamente miraba a través de la ventana polarizada, miraba las gotas que terminaban en aquella ventana, miraba como caían y apostaba consigo mismo que gota caería primero. Su mirada oscura se aferró a una escena desastrosa y lamentable.

Un chico rubio; para decir verdad, demasiado conocido. Se encontraba en una posición rara permitiendo que la lluvia le mojase, ¿cómo permite que la suciedad le golpee directamente en su luminoso cabello rubio?

El menor ordenó al conductor que detuviera al auto, así también que se acercase a la horrenda escena. Se acercó al otro asiento, pidió también que la ventana fuera bajada para poder comunicarse con el chico. Este acto le verifico tres cosas, la primera es que el niño tenía un muy lindo cabello rubio, la segunda es que estaba llorando; los ojos eran también demasiado preciosos, pero estaban hinchados como si hubiera llorado por décadas, y la tercera es que se trataba ni más ni menos que su mejor amigo; Seishu Inui.

Lo más lógico para él fue abrir la puerta y dejar espacio en el asiento, miro directamente los ojos de Seishu quien ya se había percatado de su presencia. El azabache miraba hacia abajo mientras que el rubio estaba con un rostro totalmente sonrojado y con las lágrimas cayendo por sus cachetes.

Hajime desesperado le dijo que se subiese al auto, rápido. "P-pero lo ensuciare", comento Seishu con demasiada vergüenza, ser visto de esa manera tan miserable era... miserable.
"No seas tan necio, tú solamente sube, Seishu." El azabache tenía muchas preguntas, demasiadas. El joven Inui termino dentro del auto, tenía frío a causa de la lluvia, así que Hajime le prestó su saco. Por obvias razones termino ensuciando el interior del lujoso auto, así que sí, todavía se mantenía con la vergüenza a mil. No solamente ensuciar el auto, sino también que eran obvias las señales de que había estado llorando, además de que varios sollozos todavía provenían de él, aunque ya no había lágrimas, hizo lo posible para que lo obvio no fuese tan visible a los ojos rasgados de su rico amigo.

Termino en la gran mansión de su mejor amigo Hajime. Las sirvientas lo habían recibido de la mejor manera. Le prepararon una tina con agua tibia, utensilios para una agradable ducha, repleta de burbujas y con olor a vainilla. Al ser invitado tuvo que ir a la habitación de invitados, pero era un trato diferente, al tratarse del mejor amigo del joven Kokonoi. Las sábanas eran suaves, el lugar tenía calefacción, velas aromáticas, ¡toda la habitación tenía el dulce olor de la vainilla!

También había peluches, la ropa que le entregaron también era muy linda y cómoda. Le habían entregado un pantalón de mezclilla, un suéter de rayas horizontales verdes, blancas y cafés, los Converse combinaban con el verde del suéter prestado. Rato después se percató que las prendas que tenía puestas eran propiedad del azabache, a diferencia de las otras prendas; los tenis sí eran un regalo de parte de su amigo. Termino dentro de la habitación de Hajime, estaban comiendo un riquísimo pastel de chocolate junto a un chocolate caliente que habían preparado las cocineras que tenían los Kokonoi. Todo era maravilloso.