51. Changements

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Un tembloroso suspiro se deslizó suavemente fuera de los labios de Rosé, rasposo y bajo. Sus manos se enroscaron con fuerza en el retazo de tela que Jennie tenía por blusa, y que justo ahora la cubría demasiado para su gusto.

La respiración de la alfa pareció alterarse notablemente con los sonidos de su Luna, curiosamente después del incidente con Suzy Bae, Jennie parecía no poder mantener sus manos lejos del cuerpo de su mate.

Quería quitar cualquier rastro de esa bruja fuera de ella, quería impregnarla de su propio olor, y a Roseanne parecía no molestarle para nada aquello. Más ahora con el cachorro en camino, su instinto posesivo y protector se había triplicado.

–Nini –la llamó sin aliento, provocando que la alfa pasara nuevamente su lengua por encima de la marca con movimientos hambrientos, estremeciéndola por completo.

Jadeó, separando sus labios ligeramente.

Jamás se sentiría completamente prepara para la oleada de sensaciones que esa acción traía consigo. Jennie era la debilidad de la que jamás podría liberarse.

Un manto de placer puro la cubrió, la recorría entera surcando sobre su piel, viajando entre sus venas, haciéndole escuchar sus propias palpitaciones como un tambor en su cabeza, y rompiendo como una marea entre sus piernas.

Aún con su rostro escondido entre su cuello, logró sentir la triunfante sonrisa de la alfa, ronroneando satisfecha; sacó sus dedos de Rosé con lentitud.

–Mía –proclamó, dejando un beso más en la barbilla de la rubia, subiendo a sus labios.

La menor quería moverse, de verdad que lo intentaba. Pero estaba demasiado exhausta para hacer más nada. Solo asintió, sonriendo.

–Tengo sueño –murmuró con cansancio, entrelazando sus piernas desnudas con las de la alfa una vez ésta se recostó a su lado.

Jennie mordió su labio, encantada por la manera en que los ojos de su luna brillaban cuando miraban el amanecer entrando por la ventana, cómo se dilataban y el marrón que a través de la luz se asemejaba a un color azulado. Su cabello se extendía a su alrededor, contrastado los rizos rubios con las sábanas claras debajo de ellas. Un color carmesí trepó a sus mejillas al notar la íntima manera en que Jennie la miraba.

Rosé desvió la mirada, sintiéndose un poco intimidada. Aun así se impulsaba a sí misma a estar más cerca del cuerpo de la alfa, buscando su calor, acurrucándose para volver a dormir.

El rostro de Jennie se iluminaba maravillado, suspirando enternecida.

Sabía que no se levantaría hasta tarde, pues habían estado despiertas toda la noche. Así que la sujetó por las caderas para atraerla más contra sí, empezando a jugar con los mechones de su cabello, hasta que al fin la menor se quedó completamente dormida.

Extrañamente Jennie no se sentía cansada, ni mucho menos con sueño. Por eso cuando por fin notó lo absorbida que estaba su mater en lo que sea que estuviese soñando, se levantó con cuidado de la cama.

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–Sabes que no nos guardamos secretos, Kim. Jamás.-

–¿Secretos? –balbuceó la alfa distraída, sin prestarle la más mínima atención a Lisa.

La rubia entrecerró los ojos, mirando la manera en que Jennie se tomaba mucho tiempo en elegir un panecillo para Rosé. La alfa la había despertado para que la acompañase a la manada por unos asuntos muy importantes, saciar sus antojos. Ya estaba perfectamente vestida, aunque su cabello era una maraña.

Pasaba la yema de sus dedos sobre la corteza de algunos panes, como juzgando cada uno sin siquiera probarlos, descartando la mayoría con tan solo el olor.

Lune (Chaennie)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora