capitulo 15

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Sovieshu se mantuvo distante, evitando cualquier encuentro visual con Henley y manteniendo sus interacciones al mínimo. Las heridas de la traición seguían frescas y profundas, y la confianza que había sido rota no podía ser reparada fácilmente. Los momentos que habían compartido parecían lejanos, oscurecidos por la sombra de la traición.

Henley, por su parte, cargaba el peso de la culpa en cada día que pasaba. Cada noche, desde su ventana, rogaba por el perdón de Sovieshu, buscando ser escuchado y comprendido. Sin embargo, Sovieshu se negaba a siquiera posar su mirada en su dirección, una prueba tangible de la distancia que había crecido entre ellos.

El ciclo de súplicas y desesperación continuó durante un tiempo, pero Henley finalmente entendió que la ira de Sovieshu era inquebrantable. A pesar de extrañar desesperadamente a Sovieshu y querer recuperar lo que habían tenido, Henley se dio cuenta de que Sovieshu necesitaba tiempo para sanar, y que el perdón no sería concedido de manera fácil.

Henley tomó la decisión de detener sus intentos de reconciliación. Aceptó que la distancia entre ellos era necesaria para permitir que Sovieshu sanara y procesara la traición. A pesar de su propio dolor, entendió que el tiempo y la paciencia eran esenciales para reparar lo que se había roto y para demostrar con acciones, no solo palabras, su sincero arrepentimiento.

Pronto llegaron noticias desde el reino occidental, informando que el hermano mayor de Henley había caído gravemente enfermo y su vida estaba en peligro. Los requerimientos de sus habilidades con el maná se alzaron como una posible solución para salvar al rey. Aunque la situación en el reino oriental seguía siendo tensa, la urgencia de la situación en el reino occidental demandaba la presencia de Henley.

Henley se encontró ante una decisión difícil: enfrentar las tensiones con Sovieshu o responder al llamado de su familia en su reino natal. A pesar de la distancia que los había separado, la preocupación por su hermano mayor lo llamaba con fuerza. Con la certeza de que no podía partir sin despedirse, Henley decidió dejar una carta antes de partir.

La carta llevaba sus palabras sinceras, disculpándose por sus acciones y expresando el profundo arrepentimiento que sentía. Explicó su partida y la razón detrás de ella, asegurando que regresaría una vez que la situación en el reino occidental se resolviera. Las palabras de despedida reflejaban el dolor de su elección y la esperanza de que, con el tiempo, pudieran encontrar la manera de sanar las heridas que los habían separado.

El viaje de Henley de regreso a su tierra natal fue largo y lleno de desafíos, enfrentando obstáculos en el camino. Sin embargo, finalmente logró llegar y fue recibido por su cuñada con una alegría palpable. La confianza de su cuñada en las habilidades de Henley para ayudar al rey era evidente, sabiendo que él era el único ganma en todo el reino occidental y que su don era vital para la situación.

A pesar de la gravedad de la enfermedad de su hermano, Henley mantenía su espíritu alegre y carismático. Cumpliendo con su deber de ayudar a su hermano, desplegaba su habilidad para el humor y los chistes. A medida que trabajaba en la recuperación de su hermano, Henley encontró un vínculo especial al compartir risas con él. Los chistes y la risa se convirtieron en un medio para aliviar la tensión que rodeaba la enfermedad y permitieron a ambos encontrar momentos de alivio en medio de la preocupación.

La presencia y el compromiso de Henley en ayudar a su hermano no solo demostraban su don ganma, sino también la fortaleza de su amor y cuidado hacia su familia. A medida que pasaban los días, Henley demostraba que, a pesar de las dificultades y las heridas en su propia vida, seguía siendo capaz de brindar alegría y apoyo a los que lo rodeaban.

"He notado que tienes una mirada perdida, hermano. Dime qué pasa", cuestionó el rey, observando atentamente a Henley. La preocupación en su voz era genuina, y su conexión como hermanos les permitía leer las emociones del otro.

"No es nada, solo estaba pensando", respondió Henley, ocultando la verdadera fuente de su inquietud y manteniendo sus pensamientos sobre Sovieshu en secreto.

"No mientas, conozco esos ojos", el rey continuó, su tono revelando una comprensión más profunda. "Te has enamorado, pero cometiste un error", añadió, señalando que reconocía las señales en la mirada de Henley.

"Al fin, mi hermanito ha conseguido una mujer lo suficientemente valiente para domar a mi hermano mujeriego", el rey rió, un indicio de su propia mejoría y su deseo de aligerar la atmósfera. Henley, al escuchar estas palabras, no pudo evitar sonreír a pesar de sus propias preocupaciones.

"Hey, sabes que no es cierto eso de que soy un mujeriego", Henley respondió con un toque de diversión. Recordó cómo había extendido rumores falsos en el pasado para distraer la atención del trono y permitir que su hermano asumiera el papel de rey. Era un gesto que reflejaba su devoción por su familia y el reino.

La conversación entre los hermanos era un recordatorio de los lazos profundos que compartían, y aunque la situación actual de Henley estaba llena de dolor y confusión, este breve intercambio les brindó un momento de ligereza en medio de las dificultades.

Durante varios días, Henley dedicó sus habilidades con el maná a curar a su hermano, brindándole cuidados y esperanza en medio de la enfermedad. A pesar de su compromiso con su familia, sus pensamientos seguían regresando a Sovieshu, su dulce aroma a miel y jazmines, y la distancia que los separaba. El anhelo lo mantenía inmerso en una dualidad de deber y amor perdido.

Después de concluir el tratamiento, Henley experimentó las consecuencias físicas de sus esfuerzos. El agotamiento y el dolor muscular lo invadieron, agravados por la marca que compartía con Sovieshu. Para evitar preocupar a su familia, se retiró a su habitación, buscando alivio y soledad para lidiar con su propio malestar.

Henley se recostó en la cama, creando un nido con las sábanas para lograr comodidad. El dolor y la fiebre se entrelazaban con sus pensamientos tumultuosos sobre Sovieshu. La soledad de su habitación solo acentuaba su sensación de pérdida y anhelo. Mientras reposaba en ese improvisado nido, Henley se enfrentó a la realidad de que, aunque había cumplido con su deber en el reino occidental, el vacío en su corazón seguía sin ser llenado.

En el imperio oriental, Sovieshu se encontraba lidiando con la inquietud que lo abordaba. El médico le había dado una advertencia que resonaba en su mente, poniendo en evidencia la profunda conexión entre él y Henley. La noticia de que necesitaba las feromonas de Henley para mantener su salud lo había dejado temblando. El peso de la marca y su impacto en su bienestar físico se hizo más evidente que nunca.

Aunque seguía resentido y enojado con Henley por su traición, Sovieshu no podía ignorar el hecho de que el bienestar de ambos estaba entrelazado. La advertencia del médico lo empujó a considerar los detalles de su situación de una manera más profunda. Sabía que Henley regresaría al imperio oriental, pero no podía permitirse depender de eso como única solución.

La determinación se reflejó en sus pensamientos cuando dijo: "Veré un método para que él pueda recibir mis feromonas sin la necesidad de estar en la misma habitación". Sovieshu comenzó a idear posibles soluciones, tratando de encontrar una manera de mantener su salud sin que ello implicara estar físicamente cerca de Henley.

Sin embargo, Sovieshu desconocía el plan alocado que Henley estaba tramando para escapar de ambos imperios.

Vínculo Perfecto [Henley X Sovieshu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora