Capítulo 2

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Una vuelta frente al espejo despejó cualquier duda respecto a su vestimenta: el uniforme le quedaba sin ningún problema. Incluso, el largo de la falda era suficiente para ocultar sus cuchillos gemelos. Sin embargo, lo único que no le terminaba de convencer era el cuello de su blusa, el cual sentía que no cubría lo que ella deseaba sin importar cuanto ajustara el lazo rojo.

—Ni modo. Tendré que recurrir al viejo truco familiar —pensó Himeko en voz alta, dirigiéndose a su maleta a medio desempacar.

Agradeció de todo corazón que no tuviera una compañera de habitación que pudiese molestar con su mudanza a medio camino ni tener que ocultarle sobre su profesión. Por ello, pudo rebuscar tranquilamente entre su maleta de ropa, encontrando dos bufandas entre las que tendría que elegir. Una era de un sofisticado color borgoña con delicados flecos en sus extremos. La otra estaba teñida en un precioso color zafiro y aunque se notaba algo gastada, la había tratado con tanto cuidado como le fuera posible.

Sus dedos instintivamente repasaron el bordado que había sobre esta última prenda, donde se apreciaban aún las iniciales "ZK" a pesar del paso del tiempo y la torpeza con la que lo hizo en su momento. Ese simple acto condujo sus pensamientos hacia el dueño original de la bufanda, recordando las bellas memorias que albergaba dicha prenda y el valor sentimental que guardaba. No obstante, su mente no pudo evitar desviarse a los eventos sucedidos la noche anterior.

—¿Quién eres? ¿Con qué derecho hieres a Zero? —recordaba las desafiantes palabras dichas por quien supo después, era la hija del señor Cross, que había sacado el arma anti-vampiro que lastimaba al Kiryuu y lo empuñó como una torpe defensa contra la recién llegada.

—Soy una cazadora de vampiros y como tal, tengo la obligación de enfrentarlos si representan un peligro —respondió Himeko con total naturalidad y se acercó a ella, tendiéndole una mano—. Ahora, devuélveme mi cuchillo antes de que te hagas daño.

—¡Yo no-! —una sensación extraña le impidió negarse explícitamente a su petición, como si su propia lengua se enredara hasta doler. Además, luchaba a duras penas contra la necesidad de sus manos a entregar el cuchillo a su respectiva dueña.

Era la primera vez que sentía algo así, temiendo porque la sensación la dominase por completo. Empero, su necedad de proteger a su amigo de aquella desconocida cazadora sostenía su voluntad como un único pilar que no sabía lo fácil que se podía derrumbar.

—Yuuki... Es suficiente... —y esas palabras cansinas trajeron abajo lo que impedía que la castaña sucumbiera ante ese extraño impulso, entregando en las frías manos de la cazadora el arma anti-vampiro.

Pese a todo lo visto, detrás de la apariencia inmutable que mostraba Himeko, su garganta se le hacía un nudo de solo contemplar la imagen derrotada de su querido Zero. Un dolor tan desgarrador como el que sentía ahora que sostenía aquella vieja bufanda azul y que amenazaba con inundar un corazón que había jurado no seguir lamentándose.

Respiró hondo y se colocó la bufanda borgoña, guardando el resto de su ropa y perfumes. Tomó su maletín y esbozando su mejor sonrisa, salió de su dormitorio tan radiante como la misma luna para empezar su primer día de clases.

 Tomó su maletín y esbozando su mejor sonrisa, salió de su dormitorio tan radiante como la misma luna para empezar su primer día de clases

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Rojo Tatuaje (Vampire Knight)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora