Capítulo 4. Él

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You're never gonna get me 'cause you'll never see it simply. I'm a motherfucking god, you're a light yawn, I'm a time bomb
(Nunca me atraparás porque nunca lo verás simplemente. Soy un puto dios, eres un bostezo ligero, soy una bomba de tiempo)

Aurora, 16 años.

Mi Tita está enferma, pero muy muy enferma. Está ardiendo en fiebre y no he podido hacer que la temperatura baje. Necesito llevarla a un hospital, pero todos mis tíos parece que no me quieren responder.

Tomo la decisión de llevarla al hospital en dónde es derechohabiente, tomo todos sus papeles, su identificación y dinero que siempre tengo guardado para estas cosas.

Mi abuelita no me sabe decir que es lo que le pasa. La demencia la está haciendo olvidar muchas cosas, a veces ya no me reconoce.

— Tita, la voy a levantar de la cama y vamos a ir al doctor para que me.la cures, ¿si? — le digo, pero ella solo gime. Ya no me responde.

Entonces pasa lo que no quería, ella empieza a convulsionar.  Por un momento me quedo atónita y no sé que hacer, nunca había visto un ataque de estos. Y llorando llamo a la ambulancia, que no tarda en llegar.

En el camino, uno de los paramédico que la está tratando y revisando los signos vitales, no solo se toma el tiempo de tranquilizar a mi abuela, quien por un momento está en sí,  también me tranquiliza a mi.

— Respira profundo, tu abuelita va a estar bien. Ya casi llegamos.— su voz es pausada y tranquila, pero lo tranquilizante no es su voz. Si no su cara. Él es un hombre muy muy guapo. Ojos color miel, tez clara y con el semblante parecido al de un ángel.

Un ángel que está ayudando a los demás.

Me siento mal automáticamente. Por qué en el medio de esta horrible situación, me siento bastante atraída hacia él.

Dios me va a castigar, lo juro.

*********

Aurora, en la actualidad.

— Tu apartamento es bonito. — dice Enrique mientras se pone cómodo en el sofá.  La vista del edificio muestra la ciudad completa y da una magnífica postal. Está vista costó un millón de dólares. — Yo quería un apartamento en este edificio, pero no puedo obtenerlo.

Lo sé. Yo fui quien hizo que no lo tuviera.

— Incluso si un depósito, pero terminaron haciéndome una devolución.— comenta.

— Entonces debo suponer que tuve suerte. — contesto mientras que me siento a su lado y le entrego la copa de vino que traje de la cocina.

— Entonces...— me voltea a ver con una intensidad que jamás había visto en un hombre. Es la primera vez que me pongo nerviosa. —¿ Eres una mujer muy ocupada?

— Demasiado. — contesto . — No es común que tenga tiempo libre. Pero me gusta darme un descanso a veces.

El me está viendo. Registra cada movimiento que hago, es como si viera a través de mi. Y eso me molesta.

Así que voy a tomar esto en mis términos. Su camisa tiene una pequeña parte desacomodada, por lo que estiró la mano y la reacomodo. Mi pretexto para tocarlo y sentir esa corriente de energía que jamás había sentido con nadie. Pero sé que esto no es atracción, si no el odio que le tengo a él, a su madre y a su familia en general.

OsvetaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora