•Good Little Girl•/{Marshall x Fionna}/

II.- El rey de la Nochesfera

Mientras tanto, un arrogante rey vampiro observaba desde un árbol del Candy Kingdom cómo Gumball y Fionna se divertían juntos.

Este se encontraba debajo de un paraguas viejo y de aspecto renacentista, que había logrado estancar en unas ramas del árbol, en su forma murciélago para no ser abrasado por los rayos del sol.

—Que estúpido..

Marshall bufaba por lo bajo, sintiéndose muy celoso. No quería admitirlo, pero amaría poder estar en la posición en la que se encontraba aquél tonto príncipe.

De un momento a otro, divisó como Fionna se quitó el gorro, para dejar caer su hermosa y brillante cabellera kilométrica de oro.

.

—¡Wow, Fionna..! Hacía tiempo que no te veía sin gorro. Te ves genial, como siempre..

Gumball sonrió a la joven con dulzura. Amaba su cabellera rubia, y debido a que su pelo le estorbaba para las misiones y aventuras, no era costumbre que se le viera, así que agradecía las vistas.

—Uhh.. ¡G-Gracias!— Se ruborizó levemente mientras miraba al suelo algo avergonzada.

.
.
.
.

Siguieron trenzando flores toda la tarde, entre risas y conversaciones profundas, hasta que volvió Cake a lomos de Lord Monochromicorn.

— ¡Hola cariños! ¿Qué tal vuestra cita?

—¡Cake! ¡No es una cita!— Fionna se ruborizó, mirando a su amiga con enfado.

El príncipe tan solo rió por la reacción de las dos.

—Bueno cielo, tienes que cenar y lavarte los dientes, y directa a la cama, ¿eh?— La gata bajó del unicornio y empezó a revisar si Fionna tenía algún rasguño y cosas así, como una madre.

—¡Ugh, Cake!

—¡Vale, vale! Tranquila mujer...

La felina rodó los ojos y se cruzó de brazos, yendo en dirección a casa y dejando atrás a una sonrojada heroína.

—Fue agradable pasar el día contigo, hacía mucho que no lo hacíamos desde...

—Desde nuestra cita..— Fionna miró a otro lado avergonzada, hablando en voz baja pero lo suficientemente alto como para que el contrario pudiera oírle.

El príncipe dió media vuelta y se fue en dirección al palacio.

—Nos vemos, Fionna.

—Ya...— Ella se quedó ahí, viendo cómo antes Cake la había dejado sola y ahora el de rosa lo hacía también.

Sin más, la joven aventurera siguió caminando, a paso lento al estar decepcionada por cómo había concluido el día. Sin duda no era como ella había esperado.

De repente, cayó la noche y el frío se hizo presente.

Que raro... Aún estaba atardeciendo, ¿por qué se hizo de noche tan pronto?

Comenzó a tiritar. El delicado viento que recorría su cuerpo le estaba helando. Apresuró el paso, aunque no estaba asustada, era la heroína más famosa de todo OOO y sea lo que sea que estuviera pasando, tenia la confianza de poder acabar con ello con ayuda de su espada y músculos.

De repente, sintió un escalofrío recorrer toda su espalda, acompañado de un soplido en su cuello.

La rubia se giró bruscamente, buscando con la mirada cualquier cosa que hubiera sido capaz de hacerle eso. ¿Lo malo? No veía nada, la luz de la Luna no ayudaba, pues estaba tapada por los arboles del bosque de CandyLand.

Al no encontrar nada, siguió su camino mucho más alerta que antes para estar preparada para cualquier malo que quisiera emboscarla.

Pero aquél "malo" nunca apareció.

En su lugar, alguien misterioso tomó a  Fionna por debajo de los brazos y la elevó hasta arriba del todo.

Esa extraña criatura voló tan alto hasta atravesar las dulces copas de los árboles y llegar hasta el cielo, dejando ver un manto de hermosas estrellas que brillaban para parecerse a su compañera Luna, la cual iluminaba como faro en medio un mar lleno de niebla.

—¡Ah!— La chica tan solo gritó, sintiendo como las ramas y las hojas se enredaban en su dorado cabello y le pegaban en la piel, dejándola rasguños y pequeñas heridas.

A decir verdad, se esperaba que le pasara cualquier cosa menos aquello.

Al fin miró hacia arriba, hacia el responsable de haberla hecho chocar con todas esas ramas, y de darle un ataque de ansiedad por el vértigo que estaba sintiendo.

¿Cómo no se le habría ocurrido? Era obvio que sólo alguien como él podría haberla hecho está jugarreta.

—¿Que pasa Fi? ¿Te dan miedo las alturas?— Habló con un tono calmado pero juguetón. Su voz era profunda, como siempre.

—¡Marshall! ¡Para ya!

Ella forcejeaba, no dejaría que ese sucio demonio siguiera tocándola ni haciéndola recorrer el cielo.

—¿Seguro? Como quieras— Sonrió pícaramente.

Sin más, soltó a Fionna de repente, dejándola caer hacia el suelo.

Ella tan solo gritaba del miedo. Intentó buscar alguno, lo que sea, para poder aterrizar o agarrarse y salir con vida, pero nada. Ya casi llegaba al suelo.

Justo cuando creía que ese era su fin, el vampiro volvió a agarrarla, evitando que sus sesos y entrañas quedaran aplastados en el pasto gracias a sus poderes de levitación.

—¿Por qué te asustas? Me has dicho que pare, ¿no era eso lo que querías?— Ese tono juguetón que irritaba a Fionna seguía ahí. Quería molestarla, le gustaba hacerlo.

—¡Bájame, Marshall! ¡Tengo que volver a casa con Cake!

El contrario rodó los ojos y bufó.

—Cake esto, Cake lo otro... ¿Estás enamorada de Cake o algo así? No paras de hablar se ella, al final le vas a borrar el nombre.

—¡¡Bájame!!

De algún modo, Fionna consiguió zafarse de su agarre y regalarle un buen puñetazo al lindo rostro de aquél chico antes de aterrizar en el pasto. Aunque, gracias a Marshall, ella había llegado a su casa sin tener que caminar.

—¡Agh! ¡Joder Fionna!

—Déjame en paz, no me hables, y ni se te ocurra acercarte a Cake o volver a mencionar su nombre, ¿Entendido?— Miraba al joven vampiro desde el suelo, acusándole con el dedo y amenazándole con su tono de voz y forma de mirar.

Marshall solo la miró, frotándose la mejilla por el dolor y viendo fijamente como la aventurera caminaba a paso rápido y enfadado hacia su casa, dando un portazo y desapareciendo.

Cortejarla sería difícil para Marshall Lee, pero él no se rendiría.

¡Gracias por leer! ¡AYPS!