Capítulo 3

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Vitsahia fue concebida originalmente como un arca de Noé, como una tierra prometida. Como un segundo planeta Tierra.

Cuando por fin, los dirigentes y corporaciones más acaudaladas aceptaron que no quedaban muchas esperanzas en su mundo agonizante, se dieron a la búsqueda de otro que pudiera satisfacer sus necesidades de una manera adecuada, y Vitsahia las satisfizo: si bien era un mundo árido y desértico, tenía un tamaño similar al planeta natal, una masa casi idéntica, un sol a la misma distancia y del mismo tamaño, condiciones idóneas para albergar vida en las concavidades que más adelante se llenarían con agua, y se encontraba relativamente cerca del desastre original. Llevó muchos años de esfuerzo agotador e inyecciones millonarias de fondos, antes de lograrlo, pero a cambio de un hermoso planeta nuevo y lleno de vida, los humanos habíamos contraído una deuda infinita con aquellos que en su momento se vieron predispuestos a financiarnos.

El resultado es espectacular, sin embargo.

Creo que sin ayuda exterior la humanidad jamás hubiera podido desarrollar las herramientas necesarias para haber llevado esta tarea a término, y esa ayuda es algo que pesa en nuestra conciencia como especie. Somos demasiado orgullosos para admitir que no podíamos con nuestro propio proyecto, que las botas nos quedaban grandes, y es considerado como una total falta de respeto el recordar este hecho, pero aún así, los pagos continuos que han arruinado a la Tierra madre, al punto de lograr que una altísima parte de la población resida en la más absoluta indigencia, no nos permiten olvidarlo.

De acuerdo a distintos estudios y publicaciones, el aspecto de Vitsahia se corresponde con aquél que tendría la Tierra de no haber albergado nunca nuestra civilización. El clima es mucho más frío, los niveles de los mares mucho menos pronunciados, y la luz de las estrellas brilla con una intensidad increíble. Los animales, animales que hace años que no existen en nuestro hogar, se mantienen religiosamente alejados de los pocos asentamientos que existen porque saben, acertadamente, que serán utilizados como cena frente al más mínimo descuido. Y es que el uso actual de Vitsahia es generar alimento como mundo ganadero, y de servir como escape para la gente adinerada y aquellos que poseen la suficiente suerte como para tener alguna propiedad sobre el planeta. Transbordadores para llegar hasta aquí no son fáciles de contratar.

Originalmente, el proyecto fue anunciado todo por lo alto, prometiendo una bocanada de aire fresco a los agobiados habitantes de las ciudades sobrepobladas de la Tierra, que se dividieron entre aquellos que estaban a favor y aquellos que estaban en contra. Éstos últimos intentaron sabotear el proyecto tantas veces que, eventualmente, se decidió pasar bajo tierra todas las ideas previas acerca de una utopía ficticia, y eventualmente, el interés por el proyecto murió y la gente se olvidó de él, así que tanto aquellos que lo aprobaban como los que no vieron negada la posibilidad de una supervivencia más digna para ellos y sus descendientes.

Casi no existen asentamientos permanentes más allá de los militares, y en un mundo desierto, su amplia mayoría se encuentra en la franja de lo que en la Tierra correspondería desde Río de Janeiro hasta Florida. Estos asentamientos son grandes monolitos grises, ampliamente iluminados, que se amontonan alrededor de las pistas de aterrizaje y albergan oficinas, centros estratégicos, y algunas residencias en forma de barracas para soldados. Cuentan con una amplia provisión de todo tipo de suministros, desde alimentos y armas hasta vehículos movilizados a energía solar con el fin de preservar este planeta del destino que sufrió el anterior.

La forma de los continentes es bastante diferente de lo que un terrestre esperaría, la proporción de tierra respecto al agua es mucho menor, pero no al no existir casi islotes o islas, las amplias masas continentales se conforman cómodamente en tres grandes zonas, una abarcando lo que representaría el Polo Norte y una gran parte del hemisferio norte, otra que contiene el equivalente a Asia y Oceanía, y la última, similar a América del Sur, sólo que más redondeada. La base en la que aterrizó la nave que nos rescató se ubica en la parte más baja del continente que asemeja al Polo Norte, cerca del océano. Nos instalaron en barracas cerca de las oficinas, casi en el horario del crepúsculo, en un piso cuyas paredes estaban conformadas casi exclusivamente por ventanas. Obviamente, apartamentos de lujo para invitados no planeados.

Más allá de mis EstrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora