Capítulo 4

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El agua sale de mis pulmones y mi estómago con una violencia tal que logra que vomite a través de la nariz.

Intento tomar aire con desesperación, pero las arcadas no me lo permiten, y la sensación es tan horrible que siento que me voy a morir.

De repente estoy boca abajo y alguna abrazadera metálica me presiona el estómago para que pueda seguir escupiendo, pero creo que ya no me queda más agua adentro.

No, me equivoqué.

Una segunda ola de agua salada y regusto ácido se abre paso por mi pecho y mi boca, y aterriza a escasos centímetros de mi cara. No tengo fuerzas ni siquiera para pensar, no puedo mover ni siquiera un músculo, y mucho menos levantarme, así que agradezco inmensamente a las abrazaderas que me sujetan inmóvil mientras dejo que carguen con mi peso muerto.

Finalmente logro respirar, y soy vagamente consciente del aspecto que debo tener, con baba chorreando de mis labios y medio muerta. Mi corazón late desenfrenado, intentando lograr que el aire que estoy aspirando llegue a todo mi cuerpo, aunque sospecho seriamente que ése es todo el movimiento del que soy capaz. Estoy exhausta, y el pecho me duele tan violentamente que sospecho que debo tener algo roto adentro.

Las abrazaderas me dejan suavemente sobre el suelo, que, descubro adormilada, pincha más de lo que debería, pero sigo viva y el aire entra en mis pulmones.

-Gracias al cielo –suspira Lane-. Pensé que te había matado.

Ahora que he dejado de ahogarme, puedo darme cuenta de que las abrazaderas no eran realmente tales, sino mi inseparable compañero de aventuras intentando mantenerme viva. Si tuviera más fuerzas intentaría asesinarlo con mis propias manos, pero parece ser que éste no es mi mejor momento.

-Por lo menos lo intentaste –intento responder sarcásticamente, pero el aire que sale de mis labios me quema la garganta, así que mi ingeniosa salida se ve rematada por un violento ataque de tos que obliga a Lane a volver a ponerme boca abajo, aunque ésta vez ya nada sale-. Creo que estoy medio muerta.

Lane vuelve a apoyarme suavemente en la arena, y me aparta el cabello mojado del rostro.

-Hace un rato lo estabas, por lo menos. Ahora creo que tienes firmes chances de sobrevivir.

Las náuseas remiten a pasos agigantados, pero a medida que me abandonan puedo sentir nuevamente el frío cortante del aire, acentuado por mis ropas húmedas, y en pocos segundos me encuentro temblando violentamente, incapaz de controlar mi propio cuerpo. Siento que estoy atrapada en el infierno, y a medida que los recuerdos regresan las cosas se tornan mucho peor. Quisiera llorar, pero simplemente no me quedan fuerzas.

-Fue Trielweiler, ¿verdad? –pregunto en un susurro ronco, la única manera en la que, al parecer, soy capaz de hablar.

-Eso creo –responde Lane, y puedo notar su reticencia mientras lo dice-. Hubieras preferido que fuera alguien más –no es una pregunta, sino una afirmación, y no puedo hacer más que asentir.

Abro los ojos, y el dorado resplandor del alba comienza a iluminar la costa en la que estamos. Haciendo un esfuerzo que en éstos momentos se me antoja hercúleo, logro sentarme abrazando mis rodillas, mientras lucho contra los temblores provocados por el frío.

-Si tienen que pensar que estamos muertos –digo, tomando los objetos de mi cinturón-, tal vez sea conveniente deshacernos de éstos.

-Sí –conviene, tomándolos de mi mano y poniéndose de pié. Lane se acerca hasta la orilla, sumerge los tobillos en el agua, y con toda la fuerza que es capaz de reunir, los arroja hacia el fondo del océano-. Con un poco de suerte, esto funcionará.

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⏰ Última actualización: May 28, 2017 ⏰

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