CAPÍTULO 3: EUDAIMONIA.

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El bosque espeso es lo único a lo que sus pupilas le prestan atención. Más que observar los bosque y a los álamos en estos, se fijaba en los huecos que hay entre ellos. Algunos tan estrechos como su propio cuerpo. Los siente rozar con su corteza su pelaje canela.

Tenía que ser rápido. Más rápido que nunca.

Sus patas golpeaban sin pudor el arenoso suelo. En las almohadillas de sus patas se incrustaban numerosas y pequeñas piedras autóctonas del terreno. Pero el dolor era menos profundo que el terror que recorría su sistema nervioso en ese momento.

Sentía que había recorrido kilómetros, millas y millas de distancia. No sabía dónde esconderse, hacia dónde girar ahora. Parar no era una opción. Si paraba, estaría completamente acabado.

Sentía que la energía de sus músculos se consumían, que sus fémures no podrían más. Sentía que llevaba años corriendo. Eones.

Su visión se volvía cada vez más y más borrosa, pero de sólo escuchar el golpeteo del contrario detrás de su posición, una oleada nueva de terror inyectado en sus venas le hacía correr más y más deprisa.

Sólo era cuestión de tiempo que su cazador le cazase. Que su vida terminase.

Un sobresaliente en la colina que no pudo identificar a tiempo le hizo tropezar y rodar colina abajo. Apretó sus fauces aguantando el dolor. Las pisadas del contrario sonaron más cerca que nunca.

De pronto, una sensación pesada lo derrumbó en el suelo. Estaba sobre él.

Un lobo gris con ojos del color del cielo, casi blancos, le dio una patada con sus afiladas garras. Volteó su peludo cuerpo. Se montó encima de él, abrió su mandíbula luciendo sus filosos y salivantes colmillos y con un agudo dolor sintió la mordida en su expuesto cuello.

Lo único que pudo hacer el omega reclamado era gritar "Minho, Minho, Minho...".

Jisung se levantó de un salto. El estruendoso llanto salía con tanta fuerza que sentía arder sus pulmones.

Era un sueño, una pesadilla. Una pesadilla que se podría cumplir muy pronto. Ese asqueroso lobo gris lo reconocería en cualquier lugar, hasta en sus sueños.

— Seokjang...— Lloró Jisung.

Sentía un malestar por todo su cuerpo. Le picaba el cuerpo con culpa. Las ganas de vomitar presentes.

Habían pasado tres semanas desde que partió de la manada Subkkul. Cada día que pasaba su esperanza por una vida digna disminuía más y más. El primer fin de semana de julio cada vez estaba más cerca.

Aunque fuera unilateral. Aunque Minho no fuese capaz de sentir el lazo, Jisung sentía el vínculo tan presente como siempre. Solo una puerta parecía interponerse. Si tan solo Minho fuese de Paransek, él podría sentirlo de vuelta. Sin embargo, Jisung sabía que era cuestión de tiempo de que el lazo acabara desintegrándose. Sin reciprocidad, y a kilómetros de distancia, se desvanecería.

DE LA MAGIA Y EL AMOR NACE LA MÚSICA -  { MinSung }Donde viven las historias. Descúbrelo ahora