Capítulo 3 Por El Resto De Mi Vida

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Esta vez Hange pudo reconocer las intenciones de su esposo, sus ojos avellana voltearon a la puerta  llenos de pánico ante el temor de que alguien pudiera verlos.

Levi parecía imperturbable y despreocupado mientras mordisqueaba su cuello, presionando su cuerpo contra el suyo. Cuando  sintió su dureza entre sus piernas gritó conmocionada. Él comenzó a frotarse contra ella lentamente y con cada movimiento, el acero qué cubría sus piernas la rozaba haciéndola erizarse ante la sensación del metal frío en su piel.

Incapaz de soportarlo por más tiempo la fémina cerro los ojos con fuerza. Entonces de manera repentina él pelinegro se movió rápidamente cubriendo con su capa en el acto el cuerpo de su esposa al percatarse qué no eran los únicos en esa habitación, alguien más los observaba.

Un hombre que vestía la misma armadura qué Ackerman estaba parado en la puerta con una expresión de asombro en el rostro.

—¿¡Que carajo estas mirando como idiota, acaso eres una rata fisgona!?—gritó con ferocidad él pelinegro.

Por un momento el hombre rubio en la puerta pareció sorprendido ante la ira de su líder, pero frunció el ceño y luego le respondió:

—¿¡Como iba a saber que el líder estaba ocupado haciendo eso dentro del salón!?, pensé que te darías cuenta de mi presencia inmediatamente como siempre lo haces. Simplemente no vi la necesidad de llamar a la puerta.

—¡Largo Furlan!

Ella se puso pálida ante la furia del azabache temía lo que vendría después por lo que lanzó una mirada suplicante al sujeto de la puerta, pero él simplemente apretó los dientes y murmuró algo inentendible en voz baja, antes de darse la vuelta.

—El carruaje esta esperando líder, tu fuiste el que dijiste que no planeabas quedarte ni un instante en el castillo del duque Zoe.

—Haz qué espere, entonces.

—Church frunció el ceño antes de dar un largo y cansado suspiro.

—Por favor se rápido líder.

El rubio miro con disgusto a Hange antes de salir de la habitación, cerrando la puerta tras de él.

Ella estudió la expresión de Levi, viendo si había alguna señal de enfado. Él le lanzó una mirada feroz qué la hizo agazaparse y él se burló de su patética actitud.

—No voy a abalanzarme sobre ti de nuevo, así que no hay necesidad de esa expresión de mierda. Demonios nunca planeé perder el control.

Él de ojos acerados se levantó del sofá y arreglo su ropa desaliñada.

—Lo escuchaste un carruaje esta esperando. Se irá pronto.

La castaña sintió que su sangre se  helaba  un momento atrás él de ojos acerados la tocaba con pasión y ahora hablaba de irse. En ese tiempo ella no pudo decir nada coherente ni mucho menos había logrado persuadirlo.

La fémina presa del pánico se aferro a su capa de forma desesperada sin prestar atención a su propia ropa arrugada.

—Espera, ¿podemos hablar un momento?

—No hay tiempo que perder. Haz qué tu criada empaque tus cosas, hablaremos en el carruaje.

Ella no pudo evitar hacer una expresión de perplejidad ante las palabras de su interlocutor.

—¿Mis cosas?—Repitió de forma vacilante.

—Tus cosas, ¿No tienes cosas que llevar contigo?

Ella parpadeo todavía sin terminar de entender lo que estaba pasando por lo que él pelinegro soltó un gran suspiro, le arreglo el vestido con propiedad y la levanto del sillón.

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