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Toda su noche se dedicó a cuidar del pequeño osito que poco a poco nivelo su temperatura, había notado que el hombre regreso del trabajo pasada la media noche y aún así estaba en la cocina leyendo unos papeles mientras comía

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Toda su noche se dedicó a cuidar del pequeño osito que poco a poco nivelo su temperatura, había notado que el hombre regreso del trabajo pasada la media noche y aún así estaba en la cocina leyendo unos papeles mientras comía. No podía evitar perder su tiempo “tomando agua” pues la imagen del azabache con una camisa manga larga blanca, una corbata suelta, su cabello desordenado y lentes lo hacían no querer despegar su mirada en ningún momento.

Rodrigo

Ante el llamado se sorprendió un poco y comenzó a ahogarse con el agua, pues no creía que su mirada fuera tan obvia.

—¿Estás bien?

—Si, solo me sorprendí

—¿Por qué? —dijo curioso el mayor

—Por nada en particular, es que estaba pensando en otras cosas, en fin, ¿sucede algo?

—Cierto, ¿George está mejor?

—Si, la temperatura ya se fue y antes de dormir parecía menos desorientado

—Que bueno, te pagaré por cuidar de mi pequeño, ¿cuánto te pagan en la guardería?

A pesar de querer rechazar la oferta ya que si se trataba de niños estaba dispuesto a cuidarlos sin importar nada, pero, era un universitario con problemas económicos, no podía darse el lujo de rechazar oferta como esa.

—¿En serio tengo que decirlo?

—No, pero pensé que sería raro que supiera tu sueldo

—Eres amigo de Ari, claramente vas a saber ese tipo de cosas

—¿Cómo sabes que somos amigos?

—George me dijo

—¿Qué todo te ha contado George?

El castaño se sentó en uno de los asientos vacíos a lado del azabache recordando todo lo que el pequeño niño le decía cada que tenía la oportunidad. Y así con una sonrisa comenzó a contar.

—Normalmente solo habla de ti, de como lo cuidas y le comprar lo que quiere pero que a veces eres malo porque no le comprar todo lo que quiere, que muchas veces cuando te pregunta porque no tiene hermanos parece que te molestas y otras veces que sus tíos vinieron a su casa a jugar con él.

—Te llevas muy bien con George ¿o me equivoco? —dijo interrumpiendo el relato del menor

—Si, digamos que a George le cuesta un poco relacionarse con los demás niños, así que siempre se aferra a mi o a Tomás.

—¿A qué crees que se deba eso?

—Yo no soy un experto en el tema, pues a pesar de estudiar para prácticamente educar a los niños siento que hay muchas cosas que debo aprender, pero muchas veces son por problemas que lo estresan en su casa, eso no quiere decir que seas un mal padre —agrego rápidamente —. Más bien es por la forma en la que él ve el mundo, ya sabes está muy pequeño y así.

𝗣𝗮𝗽𝗮́ | 𝖱𝗈𝖽𝗋𝗂𝗏𝖺𝗇 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora