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El peliengro se acaba de despertar, su pequeño niño se encontraba con sus padres puesto que tenía una cita en el juzgado, no podía llevar al pequeño de tres años con él

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El peliengro se acaba de despertar, su pequeño niño se encontraba con sus padres puesto que tenía una cita en el juzgado, no podía llevar al pequeño de tres años con él. Apenas entró en aquella habitación vio a la pelinegra que alguna vez amo, le dedicó una pequeña sonrisa y se dispuso a sentarse en la silla vacía a lado de su abogado.

Si era honesto con él mismo, nunca pensó que algo como esto sucedería pues cuando conoció a la felina aquella sonrisa encantadora lo enamoró en un instante, aquellos pequeños ojos que se cerraban cuando reía lo embelesaron y su suave voz lo hechizo. Cuando se conocieron en aquella cena a la que sus padres los llevaron a la fuerza, pensaron que era el destino diciéndoles que eran el indicado para el otro.
Lamentablemente ese no fue así, lamentablemente ellos no vivían en un cuento de hadas dónde todo se solucionaría así de fácil, en dónde su relación seria perfecta. Los primeros conflictos empezaron cuando la fémina decidió que quería vivir con el azabache, ambos tenían apenas diecinueve años, pero Iván ya se hacía responsable, en parte, de la empresa de sus padres mientras estudiaba pues desde siempre quiso poder tener un futuro brillante en dónde el dinero no le hiciera falta.

Se había esforzado desde muy pequeño para tener las habilidades suficientes y ser competente con las cosas, era obvio que su progenitor seguía estando al mando, pero era sabido por todos que en algún momento tomaría su puesto. Sin embargo ese constante horario entre la escuela y el trabajo, hacia que no tuviera tanto tiempo y la chica que amaba le reclamará la situación.

Cómo consecuencia su relación se fue quebrando aunque en poco tiempo la menor entendió la situación, o al menos eso pensó Iván, quien lo que menos se esperaba era que un día vería a su novia quejándose de él con sus amigas, no se molestó pues consideraba que tenía razón al sentirse dejada de lado. La segunda discusión fuerte comenzó cuando ella dijo que se quería casar.

No me siento listo para casarme amor, además solo tenemos veinte.

Si me quieres vas a aceptar casarte conmigo —dijo con aquella suave voz que lo envolvía por completo —. Además, en un futuro seguiremos juntos, solo adelantemos un poco las cosas.

A pesar de no querer hacerlo, aquella boda se llevó a cabo, el joven Iván ahora estaba casado, y a pesar de su duda se sentía el ser humano más feliz, después de todo estaba con la chica más perfecta que sus ojos hayan podido ver, no podía agradecer más que por su paciencia. Las peleas se volvieron un poco más comunes, por cualquier cosa la chica le reclamaba al mayor, ya sea porque no pasan tiempo juntos, porque no le compraba cosas o por algo que ni siquiera controlaba como el hecho que la chica subiera de peso.
Sin embargo pronto entendió que su esposa no era mala, que aquellas discusiones eran por culpa de sus hormonas, que el aumento de peso era por el pequeño bebé que se estaba formando en el interior de la menor y que en realidad había hecho lo correcto al casarse con ella, se veía extremadamente feliz con la idea de ser mamá al punto de apresurarse a comprar todo lo que el bebé fuera a necesitar.

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⏰ Última actualización: 9 hours ago ⏰

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