Capitulo Único

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Good Omens es propiedad de papá Neil Gaiman y papá Terry Pratchett. También Amazon :3

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Advertencias: OoC, Fluffy (creo), Spoilers, Referencias de las dos temporadas y canciones de Taylor Swift.

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Resumen: Fingiendo jovialidad y conservando su optimismo en medio de un mar de dudas, Aziraphale deja en claro que se esforzará en demostrar que realmente puede cambiar las cosas antes de despintar su espíritu de colores opacos.

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Aziraphale había olvidado lo radiante que podía lucir el cielo.

Su nueva oficina, sin duda, era radiante. Era blanco impoluto. Era el bien. No le importaba la cantidad absurda de espejos barrocos y elegantes que adornaban las esquinas.

Podía aparentar que lo soportaba, apantallar que ese era su hogar.

Tal vez en el pasado había cuestionado casi todas las decisiones de sus ex-jefes (y con justa razón). Nunca, en los millones de años de existencia, le habían dado la mínima razón o tan siquiera un pensamiento crítico. Aun así, supo que podía hacer algo.

El agobio que sentía podía decir lo contrario, cualquiera podría derribarlo, pese a convencerse de lo opuesto. Tenía esperanza mezclada de una burbujeante ola de sensaciones más allá de su optimismo.

Al diablo, tenía miedo y confianza distribuidas en partes iguales. Imaginaba el peor y mejor escenario posible. Era una apuesta que estaba dispuesto a correr.

No era tan iluso como todos creían. Estaba consciente de que Metatrón tramaba algo. Sabía que la ausencia de la todopoderosa era mala señal.

Malos augurios se avecinaban. Lo intuía con todas las fibras de su ser y de su entendimiento.

Ellos eran los buenos, sí, pero también sabía que las acciones del paraíso, en ojos humanos actuales, significaban una enorme falta de ética, moralidad y tal vez mucho más. Los errores abundaban, no obstante, se esforzaría y haría todo lo posible para detener a los suyos si se atrevían a dañar al planeta, a sus habitantes que vivían en ella y a Crowley. Sobre todo, él.

Un respiro hondo y una sonrisa de suficiencia temblorosa surcó su pálido rostro. Sus manos se entrelazaron sin volver a caer en la tentación de volver a acariciar sus labios para rememorar ese momento, lo que había esperado muchos milenios de su existencia.

Recordó su librería, recordó sus vinilos y el vino que siempre guardaba. Recordó el Ritz, el Bentley y las plantas que él obligaba a rebosar de jovialidad y buena apariencia.

Quiso llorar, pero se contuvo porque si de algo se caracterizaba era de su terquedad insana. Tenía que ser fuerte en aquel mundo de personalidades bruscas y solemnes.

Dio la vuelta sin dejar de ver su reflejo, pudiendo comprobar que además de su porte demacrado y apariencia desgastada, la sangre de su cuerpo mortal inundó con un sonrojo sus mejillas. Coloreó su rostro con su segundo color favorito.

Solo Dios conocía por qué el amarillo era especial para él. Lo que nadie tenía conocimiento además de él era que adoraba el granate incluso más que sus propios libros.

Memorizó los atardeceres y todo lo que representaba al ángel que cayó en lo más profundo de los infiernos.

Era granate. Crowley era granate.

El ángel caído le había regalado todos los colores alguna vez, sin embargo, abrazó el granate que en el último segundo le dejó.

Su corazón estaba asustado y roto por el rechazo. Su alma estaba dolida y a la vez rebosante de amor al haber comprobado que Crowley lo amaba tan intensamente como jamás creyó que lo haría.

Granate [Crowley x Aziraphale]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora