Ayúdame Sasuke

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Boruto se encontraba en la sala de castigo amarrado a una silla sin poder moverse. Estaban atadas sus muñecas a los posabrazos de la silla, sus tobillos también permanecían atados a las patas de la silla en cuestión. Por más que forcejeara, el rubio nada podía hacer para liberarse.

Las paredes, el techo y el suelo eran blanco intenso. No había ventanas, solo una rendija de aire en el techo. Obito se encontraba allí, feliz ya que podía al fin torturar a ese maldito muchacho problemático.

El estúpido de su padre me lo dejó a mí anulando el poder de Sasuke. Es lo mejor que pudo pasarme.

Obito le había contado todo a Nagato, pero le pidió que se mantenga al margen en lo que a Boruto respecta en esos momentos. Al pelirojo no le gustó nada aquello, pero permaneció en silencio aceptando el pedido de Obito.

Sin embargo tenía planeado sabotearle aquello sin que el mismo Obito sepa que fue él. En tanto Boruto padecía intensamente los castigos que ese demonio disfrazado de sacerdote le generaba.

Obito caminaba alrededor de la silla, mientras se burlaba de ese pequeño aristócrata quien tenía a un imbécil como padre.

- Tu padre te envía un mensaje - le decía Obito - Quiere que te alejes de Sasuke debido a que solo te quiere para él mismo. Me pidió que te recuerde el motivo por el cual estás encerrado aquí - le dió un fuerte golpe en pleno rostro - ¡No es para que socialices con nadie! - Luego le dió otro golpe - ¡Tampoco te encerró aquí para que la pases bien! ¡Ni mucho menos para que seas felíz!

Boruto lloraba intensamente preguntándose por qué motivo su padre le hacía todo eso. Por qué lo odiaba tanto.

- ¡Maldito sueltame ya! - Boruto no dejaba de forcejear intentando soltarse sin éxito alguno.

- Te dije que tu padre me pidió ocuparme de tí cuando le conté sobre tu enigmática amistad con el padre rector.

Boruto lloraba en silencio, ya que pensaba que si su papá supiera en verdad lo que ese demonio disfrazado de sacerdote en verdad le hacía, jamás lo autorizaría a disciplinarlo. Pero se ocuparía de hacerselo saber, en cuanto tenga la oportunidad.

Obito empezó a torturarlo para que le diga de qué hablaban durante las cenas con Sasuke. Pero el rubio nada decía soportando estoicamente aquel dolor que su carcelero le infringía.

Sin embargo llegó un momento en que Boruto ya no soportó más. Empezaba a enloquecerse y la idea del suicidio comenzaba a tomar forma en su mente.

Te odio padre, maldito seas mil veces por permitir que este loco me torture así.

Sasuke, ayúdame amigo. Por dios ayúdame, ya no soporto más ¡Sasuke!

A su vez Sasuke en su despacho, volvía a leer la extensa carta que Naruto le había enviado. Por supuesto que el rubio desconocía que el padre rector era en realidad su más grande amor. Distinta habría sido su reacción de haberlo sabido.

Pero Sasuke como padre rector que era debía acatar el deseo de los padres de los internos, sin embargo como papá doncel que era de Boruto jamás podría permitir aquello.

Boruto Uzumaki es mío, me pertenece exclusivamente a mí y si elegí encerrarlo en el seminario fue porque él quiso dejarme, alejarse de mí.

No dejaré que usted me lo quite, por tal razón alejese de mi hijo o lo lamentará. El padre Obito es quien tiene la autoridad para mantener a Boruto a raya.

Desesperado como se encontraba, Sasuke arrugó la carta y la arrojó al suelo mientras caminaba por todo el despacho nerviosamente. Pensaba en aquel a quien había amado con cada fibra de su ser, y que aún seguía amando.

El Extraño Doncel ~ NaruSasu ~ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora