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Pasados tres años exactos, hacía exactamente tres años desde tu partida, habías terminado el servicio que deseabas hacer en su momento, merecías un descanso y echabas de menos a tus padres.
Las pocas semanas hábiles que tenías de vacaciones cada año del servicio solías emplearlo en descansar y pasar tiempo con los amigos que habías hecho. Pero, ya era hora, hora de afrontar aquello de lo que huiste, todo aquello de lo que te alejaste para poder volver a respirar y hacer de tus pantanosos pensares aguas cristalinas.
Te habías reformado, habías aprendido a vivir con tus traumas, habías reflexionado y habías aprendido a reaccionar de mejor forma a todos los estímulos que se podían presentar en tu día a día.
Te sentías mucho mejor en tu piel y con paso firme, confiada, saliste del avión para después de recoger tu equipaje encontrarte a tus adorados padres de brazos abiertos. Llegaste al bar con la esperanza de poder darte un baño caliente y poder descansar, los vuelos siempre se te habían echo pesados. Sin embargo, la parte de descansar y poner los pies en alto tendría que esperar pues tus padres habían organizado una cena tras cerrar el bar, una cena con sorpresa para ti.
¿Por qué? Tú no sabías que ellos venían, ellos solo sabían que era el tercer aniversario desde tu partida y que cada vez que llegaba esta fecha, cenaban con tus padres.
Y Tom que era el único al que no se le había informado que volvías en este tercer año consecutivo de nostalgia y echar en falta; cargaba un arrepentimiento acumulado durante los años, arrepentimiento por su inmadurez y sin cuidado, llegaría siempre antes que el resto.
Pues se sentaba en el escenario donde solían tocar cuando no había Tokio Hotel, solo había Devilish; se sentaba a tomar una Coca Cola, que años atrás solía tomar junto a ti. Había reflexionado y estaba listo para hacer borrón y cuenta nueva si se presentaba la oportunidad.
¿Y tú? ¿Habías superado ese flechazo? ¿Sería fácil para Tom recobrar ese afecto por tu parte, esa amistad que brillaba con intensidad en sus raíces y se había desvanecido con la edad del pavo? Claro que no lo sería, tu estancia lejos había sido como un respiro de aire fresco, pero, siempre habías creído en las segundas oportunidades, sin embargo, llegado el momento, tu mayor temor sería que tus decisiones se vieran guiadas por la nostalgia.
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Te encontrabas en la parte de arriba del bar, pues hasta que te independizaste, viviste con tus padres en la parte de arriba del par, que era un pequeño pero cómodo piso con un simpático balcón que daba a la calle. Una vez te preparaste para cenar saliste a tomar un poco el aire al balcón y entre toda esa paz y tranquilidad, pudiste distinguir un Audi R8 que aparcaba cerca.
De aquel elegante coche salió un chico con trenzas africanas cosidas, un estilo tradicional africano. Analizaste las trenzas como pudiste aprovechando que el hombre estaba de espaldas, parecían recientes, dos semanas como mucho. Tan ensimismada te encontrabas, que entrarías en estado shock al ver el rostro del joven...Tom Kaulitz.
