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𝐊𝐎𝐍𝐓𝐄𝐗𝐓 ⋆ˊˎ- tras haber pasado por la ruptura más dolorosa, te vuelves a encontrar con tom en las circunstancias menos esperadas y parece que las cosas ya nos son las mismas.
Habían pasado muchos años desde mi última estancia en Los Ángeles, tantos años desde la ruptura con Tom, desde que apenas semanas tras dejar una relación que había perdurado más de un lustro, se viese absorbido por el peor de los pozos, imán de estrellas, las sustancias.
Durante la relación, me había roto la espalda trabajando, ahorrando para poder a entrar a la universidad y finalmente entrar de manera tardía para mi edad. Nunca tuve demasiada ventaja a nivel económico, era un aspecto de mi vida que me negué a revelar. Tom fue el único que llegó a tener consciencia de esta situación.
Sin embargo, no se enteró de la mejor de las maneras; más bien, no se lo pude hacer saber de la mejor de las maneras. Me prometí que no sentiría la más mínima culpa, no lo merezco...
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Llegué a casa, cansada, harta de aguantar lo que cualquier persona que trabaja cara al público aguanta en jornadas completas y horas extra mal pagadas. No estaba de buen humor, pero me reconfortaba pensar que al llegar a casa, ahí estaría mi prometido, esperándome con los brazos abiertos.
Sí, siendo él músico, y trabajando en proyectos importantes con la productora, llegaba a casa antes que yo – los días que volvía -.
Fui a dejar las propinas que había recibido en la roñosa y vieja caja fuerte que llevaba resguardando mis preciados ahorros durante ya casi cuatro años. Fue abrirla, y que mi corazón diese un vuelco. 'Falta más de la mitad...' dije para mis adentros mientras mi resperación se aceleraba.
"¡Tom!" empecé a gritar reiteradamente, mientras revisaba cada habitación de la casa. Dado mi pánico terminé llamando a la policía. A pesar de que no era lógico que solo se llevaran una parte del dinero, no descarté la opción de que nos hubiesen robado.
Al cabo de unos minutos llegó la policía y me encontraba respondiendo a las típicas preguntas, cuando sonó la puerta. Abrí, era Tom: "¿Dónde estabas? ¡Te he llamado un millar de veces!" le reclamé con voz temblorosa.
"Fui a resolver un par cuentas pendientes con un amigo" dijo con voz ronca y cansada. Evitando mi perpleja mirada que no procesaba lo ocurrido "Por cierto, cogí un poco de tus ahorros, espero que no te importe..." confesó.
Mi sangre hervía, mis puños se cerraron con rabia, quería estrangularlo pero, esa no era la solución. Empero, no iba a dejarlo irse de rositas, mi ira no se iba a quedar dentro de un interno frasco. "¡¿Y te parece normal lo que has hecho?!" grité "¡Llamé a la policía porque pensé que nos habían robado!" me giro a los agentes.
"Siento mucho el malentendido, es la primera y última vez que ocurre esto, lamento las molestias" me disculpé hacia ellos, para que luego se fueran tras asentir. En cuanto salieron por la puerta exploté: "¡¿En qué pensabas?!" reproché de nuevo hacia ese chico que ya ni mi prometido parecía.
