𝖚𝖓𝖔

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La mansión de los Salvatore permanecía en silencio, excepto por el sonido de los pasos ágiles de Katherine mientras se escabullía por los pasillos, decidida a encontrar a Isabelle. No podía olvidar la desesperación en su mirada la última vez que la vio, y ahora más que nunca, estaba dispuesta a arriesgarlo todo.

Al llegar al vestíbulo, el aire cambió repentinamente, volviéndose tenso. Katherine supo que no estaba sola.

—¿Qué haces aquí, Katherine?— La voz de Stefan la detuvo en seco. Apareció en la oscuridad, sus ojos fríos, sin un atisbo de duda.

Katherine sonrió con sarcasmo, sus ojos brillando. —Estoy aquí por Isabelle. No me hagas perder el tiempo.

Stefan frunció el ceño, pero no respondió.

Katherine avanzó un paso. —¿Dónde está? —preguntó con el veneno habitual en su voz, pero Stefan siguió en silencio.

—¿Qué estás ocultando, Stefan?— Su paciencia comenzaba a desvanecerse. Dio otro paso, esta vez más cerca de él, su mirada ahora llena de ira. —¡Dime dónde está!

Stefan no se inmutó. —Isabelle no es tu problema. Vete antes de que te arrepientas.

Katherine soltó una risa seca, sin dejarse intimidar. —Siempre tan protector... pero ni siquiera eres capaz de enfrentar la verdad. No puedes esconderla para siempre.

Antes de que pudiera reaccionar, Katherine se lanzó contra él, usando su velocidad vampírica para atraparlo por sorpresa. Lo empujó con fuerza contra la pared, exigiendo respuestas.

—¡¿Dónde está Isabelle?!— gritó, con sus ojos oscurecidos por la furia. Pero Stefan, obstinado, no soltó ni una palabra.

La lucha fue feroz. Golpes, zarpazos, ambos esquivando y atacando con la velocidad y brutalidad de vampiros veteranos. Sin embargo, Stefan lograba mantenerse firme, bloqueando cada uno de los intentos de Katherine por acercarse a la verdad.

Finalmente, Stefan logró una apertura. Agarró a Katherine por el cuello y la estrelló contra el suelo, sacando una jeringa cargada con verbena y clavándosela en el brazo.

Katherine gritó, su cuerpo temblando mientras sentía la quemazón de la verbena corriendo por sus venas. Sin embargo, por dentro, sonreía. Ya no era tan vulnerable a la verbena como antes; su cuerpo había aprendido a resistirla con el tiempo. Pero fingió sucumbir, dejando que Stefan creyera que había ganado.

—¿Contento ahora?— jadeó Katherine, su voz apenas un susurro mientras Stefan la miraba con desprecio.

—Siempre tan dramática— murmuró Stefan, sacudiendo la cabeza. —Te advertí que te fueras.

Con un movimiento rápido, Stefan la levantó y comenzó a llevarla al sótano. Katherine se dejó arrastrar, fingiendo debilidad, mientras su mente maquinaba su próximo movimiento. Sabía que estaba cerca. Si Stefan la llevaba al sótano, significaba que Isabelle estaba allí.

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⏰ Última actualización: Oct 23 ⏰

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El desastre perfecto. -Katherine Pierce-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora