Juntos

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En la única cama de la única habitación de una biblioteca, dos cuerpos desnudos expresaban su amor entre largas y cálidas caricias y besos apasionados, tentándose a seguir entre palabras de amor y suspiros placenteros, ambos disfrutando del fruto prohibido que hacía mucho tiempo habían añorado probar y potenciando cada sensación con la dicha de estar junto a la persona que por milenios habían amado en secreto.

-Ángel... Voy a entrar- Avisó el demonio, esperando el consentimiendo de su compañero para poder seguir. Al ver un asentimiento de su parte, acomodó su miembro justo en la entrada del hombre bajo suyo, y lentamente fue empujando, abriéndose paso en el interior que lo apretaba de una forma que sólo podía describir como increíblemente placentera.

-Crowley... Cariño- Habló el rubio con voz entrecortada, acostumbrándose poco a poco al sentimiento de ser invadido. Sin poder evitarlo, sus dedos alcanzaron los rojos cabellos en una búsqueda de agarrarse de algo, halándolos fuertemente en el intento de no verse sobrepasado por todas las sensaciones que en ese momento lo invadían -Es tan bueno, Crowley- halagó en un largo gemido, impulsando levemente sus caderas para conseguir un poco más de profundidad.

Al ver las intenciones de su ángel, el demonio no dudo en complacer sus deseos carnales, y con una suavidad ardiente, empujó sus caderas hasta el fondo, logrando meter completamente su falo en el agujero anhelante de la vehemencia que Crowley estaba dispuesto a brindar.

-Si vieras tu rostro- comentó el de cabellos rojos, depositando un nuevo y húmedo beso en los labios contrarios -Te ves tan hermoso, ángel.

Aziraphale respondió con un gemido leve, que se convirtió en un alto alarido cuando sintió el pene balancearse en su interior, produciéndole vibraciones intensas a todo su cuerpo sensible.

-Oh, Crowley...- llamó, abrazándo al demonio con más fuerza y buscando mayor contacto con sus propias caderas -Se siente tan bien, Crowley.

Contento de provocar todas esas sensaciones en su ángel, el demonio llevó su boca al cuello de Aziraphale y comenzó a besarlo con la misma pasión que cada movimiento suyo manifestaba.

-Oh, mi Dios...- Blasfemó sin poder evitarlo, cosa que al demonio hizo gracia, y tras una leve risa sobre la piel húmeda que hizo temblar al cuerpo ajeno, enterró con fuerza sus dientes en el cuello de su amado.

Adoraba ser el causante de todas esas expresiones, de todos esos gemidos y esas miradas hambrientas que jamás pensó ver reflejadas en esos ojos. Adoraba ser quien provocaba incluso más que sensaciones hermosas en un cuerpo y un alma tan puros como los de un ángel. Su ángel.

Queriendo tomar mayor profundidad, abrió de lado a lado las piernas regordetas que tanto adoraba, y entre pellizcos y caricias, logró hacerse más espacio entre sus muslos. Sus labios nuevamente besaron los ajenos, y pronto bajó hacia la mandíbula, logrando hacerse un camino entre lametones hacia el pecho desnudo que apreció con inmensa lujuria. Un gemido escapó de su boca ante la vista tan espléndida que se le presentaba, y sin contener más su fantasía, su lengua lamió la aureola del pezón de Aziraphale, quien se estremeció al instante.

-Tan sensible...- Susurró el demonio, ardiendo por cada reacción del contrario, volviendo a repetir la acción, y rodeando pronto el pezón con sus labios para poder besarlo y chuparlo como si estuviera sediento. Las manos del ángel tomaron nuevamente sus cabellos, queriendo alzarlo y que dejara de torturarlo, pero no fue hasta que estuvo satisfecho, que Crowley volvió sus labios a la deseosa boca del ángel, quien acarició la cálida espalda con sus manos.

-¡Oh, Crowley!- Expresó Aziraphale con gran devoción, al sentir que el demonio tocaba un punto especialmente sensible en su interior, y al no poder contener todo el placer que estaba sintiendo, concluyó en arañar la espalda del hombre que lo estaba tomando.

Ruiseñor | Inefable Husbands | One-shotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora