Capitulo I

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Un joven de cabellos tricolores contempla el caer de las hojas de los árboles, observa como algunas caen lentamente y otras vuela unos cuantos metros cuando una corriente de aire fresco sopla, un claro indicio de la temporada de otoño, una estación en donde comienza ya a hacer frio y llega la humedad, mira el cielo completamente gris como si dentro de poco fuera a llover, aunque el día ha estado nublado desde que salió de casa y ni una gota de agua a caído. Él como quiera cargo su paraguas antes de salir, esperando realmente no necesitarlo.

Se tomo unos segundos para expulsar el humo toxico del tabaco por la boca antes de darle la última calada al cigarrillo que sujeta en su mano derecha, dejando que ese humo llene sus pulmones le provoque una sensación tan familiar para él, si alguien le pregunta por qué lo hace, simplemente dirá que lo ayuda a tranquilizarse, a quitarse el estrés y otros miles de excusas más, en donde justifica los motivos por los cuales fuma. Una vez terminado su cigarro lo deja caer para después pisarlo, segundos más tarde saca su celular, deja salir el resto del humo por sus labios mientras mira a su alrededor esperando ver a sus amigos, ya que habían quedado de verse en ese parque para pasar el rato.

Aunque el joven no tenía realmente ánimos o energía para una salida con sus amigos decidió aceptar ya que no quería estar en el departamento donde se quedaba en esos momentos. Realmente no tenía ánimos, ni energía para soportar a sus amigos, pero tenía menos ganas de regresar en este momento, menos después de haber discutido con su actual madrastra, que se creía la dueña y señora de todo solo porque su padre ya se la había presentado como su novia y la había traído con ellos a su viaje a Domino.

"¡Ja! Si ella supiera que es como la numero 12 que me presenta, sin contar las que no me ha presentado formalmente" pensó con fastidio mientras rodaba los ojos. Aunque si el joven lo pensaba bien, ni siquiera lleve bien la cuenta de todas las novias que había tenido su padre.

Bufo cuando recordó por qué había salido enojado del departamento, pelear con esa mujer lo ponía de malas, ella sé que creía ya la señora, sin saber que solo lo seria por un rato al menos hasta que su padre se le pasara el encanto o que a él lo fastidie los suficiente como para sacarla de la vida de progenitor, había momentos en que realmente detestaba que su padre fuera un vividor, porque cada cierto tiempo traía a una nueva mujer a la casa, una nueva mujer para que lo satisfaga en sus necesidades como hombre y cuando se cansaba de ellas solo las desecha como muñecas viejas, cuando las mujeres era sumisas y obedientes, además de amables con él, no tenía problemas, pero cuando era una brujas como la actual, si que le molestaba el forma de ser de su padre.

"Ojalá en esta ocasión no haga un gran escándalo cuando papá la deje o la cambie por otra." Pensó mientras dejaba el celular.

Yami era hijo único, sus padres se divorciaron cuando solo era un niño de casi 8 años de esas y desde ese matrimonio fallido, su papá no ha vuelto a tomar enserio a ninguna mujer. Aunque no era como que le que afectara mucho, después de tantos años había aprendido a vivir con ello, con el dolor de su padre y el propio, quizás a veces el recuerdo de su progenitora me incomodaba, después de todo fue la mujer que le dio la vida y quien lo había criado por algunos años, aunque todo fuera una maldita farsa, estaba perdiéndose en sus recuerdos cuando.

— ¡Yami! —exclama una joven de cabellos castaños que corre hacia el joven tricolor con una sonrisa, este le sonríe ligeramente solo esperando que ella se acerque a él. —Hola amor —saluda la joven antes de abrazarlo para buscar sus labios, Yami solo se deja besar sin regresarle el beso.

—Hola —saluda el tricolor llevando una de sus manos a la cintura ajena.

— ¿Tienes mucho aquí? —pregunta la castaña abrazándolo un poco más.

Contemplarte de LejosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora