𝐂𝐚𝐩𝐢́𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐕

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¡Rapido Bakugō! Alistate—. Le apuró la castaña desde la otra habitación.

—Ya voy, maldita desesperada—. Dijo, diciendo lo último para si mismo mientras observaba la reacción de su cola, tomandola con su mano con fuerza, soltando un suspiro, sintiendo su corazón latir rápido.

¿Que mierda le estaba sucediendo?

El cielo estaba parcialmente nublado, el viento frío soplaba y se llevaba consigo algunas hojas de los árboles. La época de otoño iba en sus ultimos días. Las hojas de los árboles que se habían tornado de colores secos, distintivos de la estación de otoño, se caían casi por completo.

Bakugō, apesar de tener recuerdos cuando jugaba en los montones de hojas no era fanático del clima frío.

Miró de soslayo solo para ver a Kaōri ir pisando cada hoja que estaba en el camino, como una niña pequeña. Se veía tan concentrada en esa tarea que casí choca con un carrito de bebé que era empujado por la madre. Kaōri, apenada, pidió disculpas por su descuido mientras que el rubio ceniza se resistía a soltar una carcajada.

—Agh, no te burles Bakugō —. Exclamó con un puchero en sus labios, los cuales relamio al sentir la sensación de sequedad en ellos.

—Eso te pasa por ser distraída —dijo aún aguantando las ganas de reir—. Mierda, la cara de la mujer cuando te vio pedir disculpas era jodidamente ridícula.

—Ya, ya —. Si que este suceso tardaría en dejar de ser un tipo de burla hacia ella mientras que Katsuki se lo repitiera.

Llegaron al centro del parque, observando como los faroles que iluminaban todos los caminos hacia el gran kiosko que estaba en el centro ya estaban encendidos. Los árboles ayudaban a que el lugar tuviera aires de calma, alguna que otra pareja estaban sentados en las bancas que había, algunas venían con sus pequeñas familias.

Izumi escucho como Bakugō chasqueaba la lengua y se dirigía por un camino que llevaba a una pequeña loma, cerca de un árbol, que estaba iluminada por un farol. Realmente, todavía no era el anochecer, pero la luz artificial si ayudaba un poco en la visión de la castaña.

Tomó asiento al lado del híbrido al verlo sentado en el suelo; recostado en el tronco, con los brazos cruzados por delante de su pectoral y con los ojos cerrados. Vió sus orejas moverse, captando cada sonido de su alrededor.

Un suspiro salió de sus labios, acomodó sus cabellos castaños para después recortarse al igual que él en el tronco.

—Y ¿Qué te parece el parque? —. Dijo para romper el silencio que había. En realidad no era un silencio incómodo, pero habían ido a salir de la rutina y, al no gustarle quedarse callada o quieta en un solo lugar ya que sus pensamientos intrusivos la acosaban, la idea de entablar una conversación no le resultó mal.

—Esta bien, quitando el hecho de que algunos mocosos están gritando —respondió, dirigiendo su vista a unos pequeños niños que hacían demasiado ruido mientras jugaban—. Es un buen lugar para relajarse, es decir, mierda estar en el departamento solamente apesta.

Kaōri dejó escapar una pequeña risa genuina, captando la atención del híbrido de pomerania.

—¿De qué mierda te ríes? ¿Ah? —. Dijo frunciendo su ceño a su vez que dirigía sus orejas caninas en dirección de la chica.

—¡De nada, de nada! Solamente que me da gusto que también te haya gustado salir un poco de la misma rutina —. Se sinceró, llevando su vista hacia los ojos carmesies del contrario.

Él soltó  un gruñido bajo volteando a su vez su rostro hacia el frente, pero aún con sus orejas direccionadas hacia ella, prestando su atención a lo que ella decía. Kaōri soltó un largo suspiro, como si en el estuviera soltando toda la tensión, presión y estrés que había cargado por toda la semana. Recogió sus piernas hacia su pecho, abrazandolas y recostando su barbilla en sus rodillas.

 Bakugō Hybrid ☆ Bakugō KatsukiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora