La noche se había instalado a su alrededor, la oscuridad se espesaba a medida que continuaban su camino a lo largo de la orilla del río. El temblor de Tony se volvió más pronunciado, su aliento empañando el aire frío. Era evidente que luchaba por combatir el frío que se había instalado en sus huesos.
—Necesitamos encontrar refugio—, dijo Steve, su preocupación evidente mientras miraba a Tony. —Te vas a congelar aquí afuera—.
Tony asintió, sus dientes castañeteando. —Sí, sería una forma bastante lamentable de morir, ¿verdad?—
Exploraron el área, sus ojos buscando cualquier señal de refugio. Eventualmente, tropezaron con un saliente rocoso resguardado bajo un dosel de árboles. No era ideal, pero proporcionaba cierta protección contra los elementos.
—No podemos encender un fuego, podría llamar la atención—, señaló Steve, frunciendo el ceño. Tony suspiró, su voz temblorosa. —Entonces, ¿qué? ¿Vamos a tiritar hasta la muerte?—
Steve dudó un momento antes de ofrecer una solución tentativa.
—Yo... podría ayudarte a mantener el calor—.
Tony alzó una ceja, sus dientes castañeteando momentáneamente olvidados.
—¿Ayudarme a mantener el calor? Rogers, ¿estás tratando de sugerir...?—
—No. Quiero decir, solo... compartir el calor corporal. Es una técnica de supervivencia— Las mejillas de Steve se pusieron rojas y aclaró rápidamente.
Tony rió, el sonido débil pero genuino. —Vaya, eres todo un Boy Scout, ¿verdad?——Sí, bueno, te he visto en todo tipo de situaciones, así que ¿por qué no esto?—, replicó Steve, tratando de sonar despreocupado.
Tony sonrió con malicia, sus ojos centelleando traviesamente. —Oh, me has visto en todo tipo de situaciones, ¿verdad, Capitán?—
Steve carraspeó, su rostro tornándose más cálido. —Es solo para mantenernos vivos. Nada más—
—Claro, Cap—, dijo Tony, con una inocencia fingida.
Se acomodaron en un lugar improvisado entre las rocas. Steve se sentó con la espalda apoyada en una roca y Tony se acurrucó cerca, descansando contra el pecho de Steve. Fue incómodo al principio, con una proximidad tan poco familiar.
—No eres tan cálido como esperaba—, bromeó Tony, su voz impregnada de humor.
—Dame un minuto—, respondió Steve, con sus mejillas todavía enrojecidas. En el silencio de la noche, se sentaron juntos, el sonido del río murmurando de fondo.
La tensión entre ellos disminuyó gradualmente a medida que el calor de sus cuerpos se mezclaba.
Quizás en otro plano, pensó Steve, no podían salir del edificio y ahora estaba en su paraíso egoísta, donde él y Tony eran los únicos en el mundo y Tony lo necesitaba, lo quería allí y lo mantenía cerca.
Pero la culpa se coló, la conciencia de sus sentimientos hacia él se hizo más fuerte. Sabía que estaba sintiendo demasiado y cuestionaba si estaba aprovechando la ignorancia de Tony. Nunca habían estado tan físicamente cerca, con sus mentes y cuerpos alineados. Era un cambio drástico de sus choques habituales, y Steve estaba aterrado por las implicaciones.
Fue un golpe directo a la estabilidad que encontraba en su constante pelea de egos. Justo lo que lo mantenía de caer por completo en lo desconocido.
Steve conocía la guerra, la confrontación y la sangre. Había visto a Tony victorioso, inquebrantable incluso después de las peores golpizas. Sin embargo, en esta vulnerabilidad cercana, Steve se sintió expuesto de una manera que no había experimentado antes. No conocía esto, y lo aterrorizaba aún más pensar que seguramente su latido del corazón podía escucharse a millas de distancia.
En medio de estos pensamientos, Tony habló, rompiendo el silencio que se había instalado entre ellos.
—Sabes que realmente sí confío en ti—, comenzó Tony, con un tono llano, casi difícil de escuchar.
—Recuerdo que dijiste literalmente lo contrario—, respondió Steve, con un tono suave pero firme.
—¿Hacían bromas en tu época?—, preguntó Tony, tratando de cambiar la dirección de la conversación.
—Por supuesto, lo hacían. Las personas siempre encuentran formas de sobrellevarlo, incluso en situaciones difíciles—, dijo Steve con una sonrisa melancólica.
—Es curioso cómo las personas siempre tienen estas conversaciones profundas cuando están a punto de morir—, reflexionó Tony, su mirada perdida en la oscuridad.
—Pero no estamos a punto de morir—, contraatacó Steve, con una voz notablemente tranquila.
—Bueno, habla por ti. Yo ciertamente preferiría morir a dar otro paso—, admitió Tony, el agotamiento se reflejaba en sus palabras.
—Has estado más cerca que esto—, bromeó Steve suavemente.
—Sí, nunca sabes cuán cerca está lo suficientemente cerca—, respondió Tony en voz baja.Un cálido silencio se instaló entre ellos una vez más, el peso de sus palabras flotando en el aire. Después de un rato, Steve rompió el silencio.
—No te dejaría morir—, dijo, un pensamiento que ciertamente escapó de la carrera desbordada que pasaba en su mente.
—Sí, lo sé.
El frío de la noche y el peso del cansancio comenzaron a pesar sobre ellos. Tony había dejado de temblar y su respiración se volvió más lenta y tranquila. Steve se permitió disfrutar del momento, sintiendo el peso de Tony contra él, el calor compartido, el murmullo del río y la oscuridad reconfortante que los rodeaba.
Con el tiempo, el sueño lo atrapó, arrastrándolo hacia la oscuridad mientras mantenía a Tony cerca en su abrazo.
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See you Again - Stony
RomanceEn un mundo de trajes de alta tecnología y hazañas sobrehumanas, todavía hay cosas que tienen la capacidad de sorprender a la gente. Detrás del escudo y la valentía, Steve Rogers tiene un secreto, uno que ha guardado bajo llave durante años. Cartas...