—Kenji irá con ustedes.
Dazai se veía algo confundido ante las palabras del presidente. Kenji, a su lado, tan solo sonreía con normalidad.
—Ustedes dos pelearán contra los enemigos, mientras, Kenji llevará a un lugar seguro al tal "Q" — el presidente prosiguió hablando.
—Supongo que estará bien — el castaño se encogió de hombros.
—Gracias por permitirme ir — agradeció, ensanchando su sonrisa.
Fukuzawa suspiró en voz baja. Tardó lo suyo en pensar en eso, pues Yumeno era un niño algo aterrador y tal vez le hacía algo malo a Kenji. Pero, al fin y al cabo, tan sólo era un crío que venía de sufrir un infierno, así que estaría débil y no podría atacar. Además, debía ser protegido.
Después de eso, Fukuzawa abandonó la sala. Osamu suspiró mientras veía al niño rubio en frente de él. No le apetecía demasiado que fuese con él a su misión con Chuuya, pues lo conocía bien y tal vez fuese un estorbo para ambos. Decidió pasar la tarde contándole las cosas que debería hacer y las que no.
Kenji lo escuchaba con atención, pero a penas 5 reglas básicas se le quedaban en la cabeza. Se distraía mirando mariposas, o viendo como las hojas de su planta se movían, y dejaba de poner atención.
Al final, Dazai lo dejó ir. Cruzó los dedos para que todo fuese bien y esperó a que llegase la hora de irse. Se fue a dar un paseo, escaqueándose del trabajo, mientras que Kenji cuidaba una planta y miraba por la ventana.
Las horas pasaron y llegó el momento en el que ambos partieran hacia el lugar previsto. Kenji estuvo insistiendo durante un buen rato del camino con pesadez para ir de la mano de Dazai. A este último le daba algo de vergüenza, pero finalmente terminó por acceder y le dio la mano al rubio. Este sonrió satisfecho.
Por delante de ellos, iba el presidente, quien acompañaba a ambos por seguridad. Estuvieron caminando durante minutos, hasta que llegaron al lugar previsto.
Segundos después de su llegada, aparecieron Mori y Chuuya, preparados para la misión. Mori y Fukuzawa intercambiaron algunas palabras, las cuales Kenji no prestó demasiada atención.
Dazai rápidamente se acercó hacia el pelirrojo, mientras este gruñía, para molestarlo. Al castaño tampoco le hacía mucha ilusión estar con el menor, pero al menos iba a divertirse con bromas hacía este.
El rubio se limitó a seguirles, mientras que los mayores desaparecían entre la oscuridad, sin dejar rastro.
—¿Y este mocoso? — Chuuya señaló con la cabeza a Kenji. Este ladeó la cabeza mientras lo observaba.
Al darse cuenta del sombrero del pelirrojo, sus ojos brillaron con emoción y se acercó hacía él.
—¡Tu sombrero es muy lindo!
No tenía que ponerse de puntillas para llegar hasta la cabeza de Nakahara. Casi que median lo mismo. Intentó tomar su sombrero, pero Dazai detuvo la mano del de pecas.
Le parecía divertido ver a Chuuya enojado y confundido por la actitud del más menor, pero debían hacer una misión y no podían distraerse demasiado.
—Kenji, ¿recuerdas lo que te dije antes de venir aquí?
Este intentó hacer memoria, pero eran tantas cosas que ya se le había olvidado.
Negó varias veces con la cabeza, mientras se alejaba del pelirrojo y miraba a Dazai, escuchandolo atentamente. Este se limitó a suspirar y proseguir hablando.
—Hay que completar la misión. No te distraigas y cumple tu parte, ¿si? Sacamos a Q de ahí, Chuuya y yo nos vamos a seguir con lo nuestro y tú te llevas al niño a un lugar seguro. A poder ser, aquí mismo, para luego no tener que volver.
—¡Entendido! — movió su cabeza arriba y abajo, pero en realidad a penas se había quedado con la mitad de las cosas que había dicho. Lo más probable es que a los minutos se olvidase.
—¿Va a venir con nosotros? — el pelirrojo se veía algo confundido.
—Así es. Se encargará de Q, mientras que nosotros luchamos.
—Bien.
Comenzaron a caminar hacia el lugar sn donde se encontraba el niño de pelo bicolor. No tardaron demasiado en encontrarlo. Los mayores se aseguraron de que no hubiese nadie vigilando la zona y, una vez hecho eso, le dieron señales a Kenji para que avanzase con ellos.
El rubio caminaba alegremente, detrás de los dos contrarios. Estos estaban algo más serios que el menor, y más concentrados en la misión.
Una vez entraron a la pequeña cabaña, empezaron a bajar las escaleras hacia la parte baja. Dazai gastaba bromas de vez en cuando al pelirrojo, mientras que el de pecas los observaba en silencio.
Así fue como terminaron a bajo del todo, pudiendo observar al chico atado en las ramas que tenían en frente suyo.
—Oh... no se ve en muy buen estado — el de pecas se acercó sin miedo hacia el otro chico.
El atado tenía su vista baja, parecía estar muy débil y asustado. Su pelo cubría en parte sus ojos. Kenji acarició la mejilla de este, y Yumeno se apartó algo asustado.
—¡Tranquilo! Vengo a sacarte de aquí.
Se alejó un poco para que los mayores pudieran liberarlo. Mientras, le seguía hablando al chico.
—Yo me llamo Kenji — sonreía ampliamente. Yumeno no parecía dispuesto a hablar —. ¿Y tú? Me suena a que antes te llamaban "Q", pero ese no parece un nombre. Pero, si te llamas así, ¡está bien! Es un nombre bonito.
Este seguía sin contestar. Se hizo un silencio algo incómodo, así que los dos mayores se apresuraron en soltarlo para irse de ahí cuanto antes.
Una vez lograron cortar las ramas atadas al cuerpo de Yumeno, Chuuya y Dazai salieron disparados hacia el exterior. Yumeno se quedó sentado en el suelo. No parecía tener energías para moverse.
El de pecas de acercó hacia el contrario y le tendió una mano para que se levantase, con su típica sonrisa amable adornando su rostro. El niño subió un poco su vista, para encontrarse con la mirada de Kenji.
No se asustó al ver los ojos de Yumeno, ni se sorprendió. Más bien dicho, los suyos brillaron con emoción al verlos.
—Tienes unos ojos muy lindos.
Retiró el cabello que se había pegado en su frente y se quedó observando la forma curiosa de los ojos de Yumeno. Este sintió sus mejillas arder. Nadie solía elogiarlo, mucho menos por sus ojos. Su corazón latió con algo de fuerzas y tan sólo desvío la mirada.
—¿Puedes caminar?
Yumeno no parecía dispuesto a hablar. Luego de lo sucedido, seguía afectado y algo asustado. Las palabras no salían de su boca, así que tan sólo abrazó sus rodillas y negó con la cabeza.
—Entonces déjame llevarte.
Se oían ruidos desde fuera. Suponía que ya había empezado la misión de ataque, así que no era seguro salir por la puerta tranquilamente.
Se agachó para cargar en su espalda a Yumeno y, una vez se aseguró de que estuvo firme, comenzó a subir las escaleras con él a cuestas. No fue demasiado complicado para él, pues podía hacer uso de su habilidad y así dejaba de ser pesado.
Una vez arriba, se dirigió a la parte contraria de la puerta y dejó con delicadeza al de pelo bicolor en el suelo. Este seguía sin decir palabra.
—Voy a romper la pared, ¿si? No es seguro que salgamos por la puerta, así que saldremos por detrás — anunció el de pecas para que el menor fuese consciente. Este no dijo nada ni proporcionó ningún movimiento.
Kenji se preparó para derribar la pared con su fuerza. Tomó algo de carrerilla y entonces lanzó la pared al suelo. Se oyó un ruido fuerte y causó un gran estruendo. Yumeno estaba agachado en el suelo, hecho bola.
La casa parecía estar a punto de derrumbarse en cualquier momento, así que el rubio se apresuró para agarrar a Yumeno y volver a cargarlo. Después, arrancó a correr hacia fuera de la cabaña, con el menor a cuestas.
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Seré tu sol - Yumeno x Kenji
FanfictionEl día en el que Chuuya y Dazai fueron a liberar a Yumeno y seguir su plan, el presidente creyó conveniente que alguien más los acompañase para que dejase al niño en un lugar seguro. El único que se ofreció como voluntario fue Kenji Miyazawa, pues l...