Tardé diez minutos en llegar a mi casa desde donde me había parado con la bicicleta para coger el móvil. Cuando llegué ya me estaban esperando los dos. Me fijé solamente en él y al hacerlo me puse tan nerviosa que me bloqueé. Quería que me llevara a ese sitio y que me dejara en paz. No soportaba que tuviese ese poder en mí, ese poder que hacía que yo me pusiera nerviosa cada vez que le veía, además de hacerme dudar de mis sentimientos hacia él.
—Bueno yo os dejo aquí, pasarlo bien—dijo Adrián y se fue.
Estaba sola con mi dios griego en plena noche la puerta de mi casa. Me empecé a poner muy nerviosa e intenté que no se me notara.
—Hola psicópata.
—No me llames así
—¿Por qué, pequeña acosadora?
Puse los ojos el blanco e ignorando como me llamó las dos veces le pregunté:
—¿A dónde me vas a llevar?
—Ven, súbete en la moto.
Dejé la bicicleta dentro e hice lo que me pidió, me subí a la moto y él se subió delante. Me dijo que me abrazara a él para estar sujeta y lo hice. Arrancó la moto y empezamos a ir por la carretera. No había coches, estábamos solos, éramos él, yo y la noche.
Unos minutos más tarde se metió hacia un camino que yo no conocía y me asusté-
—¿Qué haces? ¿A dónde me llevas? —le dije nerviosa.
—Confía en mí, ya lo verás—y me callé inmediatamente.
Empecé a notar la brisa del mar y el sonido de las olas empezó a llegar a mis oídos. Aparcó la moto y nos bajamos. Me quedé embobada mirando el mar, era precioso. Se veía la luna reflejada en el agua, era una imagen maravillosa de ver. Comencé a pensar en sus ojos ya que eran del mismo color que la imagen que tenía yo en aquel mismo instante. Eran de un verde azulado a veces hasta grisáceos. De pronto me cogió de la mano haciéndome olvidar esos pensamientos y me tiró del brazo para que corriera con él. Fuimos corriendo hasta la orilla y empezó a quitarse toda la ropa hasta que se quedó en ropa interior y se metió al agua. La luz de la luna llena de aquella noche le hacían resaltar sus perfectos abdominales, y aquella imagen de él peinándose el pelo mojado hacia atrás con sus musculosos cuadrados que se le marcaban en el torso, la iba a tener en mi mente almacenada para el resto de mi vida.
—Estás loco— le grité.
—Venga, métete, suéltate un poco— me dijo de repente.
Al oír eso empecé a quitarme la ropa y me quedé en ropa interior al igual que él. Empecé a acercarme al mar lentamente y vi como Jason se acercaba a mí. Me cogió en brazos y me metió hasta dentro. Estuvimos ni se dé tiempo en el mar, pero fue el momento más especial que había vivido en mucho tiempo. Se me olvidó por completo como habíamos empezado, con mal pie, y solo disfruté de ese momento con él.
Estaba cansada, había sido un día largo y le dije a ver si me llevaba de vuelta a casa. Asintió y salimos del agua para vestirnos, aunque estuviéramos mojados. Nos dirigimos hacia la moto y nos subimos.
Tras unos minutos de viaje llegamos a la puerta de mi casa y me cogió de las manos diciéndome:
—Gracias por dejar que te llevara, es un sitio muy especial para mí que quería compartir contigo. Nunca hay gente por la noche en esa playa a diferencia del resto, y es la mejor para ver el cielo. Jamás había ido con alguien, pero quería compartirlo contigo, espero que lo valores.
—Gracias a ti por haberme llevado, de verdad, me lo he pasado como nunca y siento lo del domingo en el bosque, Jason.
—No eres tú quien tiene que pedir perdón, soy yo. Siento de corazón haber sido tan borde contigo, sé que el intento de agarrarte te lo tomaste a malas, pero yo no soy así, ni siquiera tenía razón alguna para comportarme como lo hice, aunque que me siguieras fuera un poco de pequeña acosadora—puse los ojos en blanco— lo siento. Por favor, vamos a olvidarnos de aquel día.
Me quedé embobada sin saber que hacer, me esperaba de todo menos eso. Jamás pensé que me pediría disculpas. Agradecida por ese acto y por la agradable velada que me había hecho pasar comencé a sonreír, aunque intenté disimularlo un poco y no sé si lo debió de notar, pero se fue acercando lentamente hasta que me dio un beso en la frente.
—Buenas noches, psicópata—me dijo
—Buenas noches—le dije entre risas y entré rápido a casa.
En cuanto crucé la puerta de mi casa entré en mi cuarto, me duché y me cambié de ropa. Cuando terminé me metí en la cama rápidamente y me tapé con mi edredón de plumas. Estaba agotada pero feliz, y a los tres segundos de meterme en la cama se me cerraron los ojos y me dormí.
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TAN SÓLO QUIÉREME
RomanceMarta es una chica normal de dieciocho años. Cuando aparece Jason en su vida ella cambia. ¿Podrá con todo o se rendirá?