✧ Un rostro lejano del ayer ✧

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Dos corazones
latiendo juntos, a la misma vez, son inseparables.
Dos vidas, en una;
complicándote, decepcionante, tratando de entender.

-Birds / Imagine Dragons.

Oscuridad. Era todo lo que Chara sentía y veía desde hace mucho tiempo.
Aquella oscuridad consumía sus fuerzas y sabía que muy pronto la terminaría dominando por completo. Pero ingenuamente quería creer que podría solucionarlo antes de que eso sucediera; que aunque todas las probabilidades estuvieran en su contra, y su propia mente insistiera en desplazarla a las oscuras profundidades del olvido, ella encontraría el modo de sobreponerse, ¡De avanzar!, y volver a ser ella misma de nuevo.

Era mentira, sí, pero necesitaba aferrarse a esa falsa esperanza para no caer de nuevo en la locura. Acelerar el proceso más de lo que ya estaba avanzado era mala idea si quería encontrar a Asriel y hablar con él.

¿Por qué seguía viva? ¿Por qué se seguía aferrando a la vida?
“Por él.” se respondía siempre.

Lentamente, levantó los párpados con cuidado. La luz cálida del atardecer la golpeó de manera inesperada en el rostro, por lo que se tomó un momento para cerrar los ojos antes de poder abrirlos nuevamente y observar como el color anaranjado del atardecer pintaba cada rincón de la blanca e inmaculada habitación.

«¿Estoy… en un hospital?» pensó e hizo amago de querer levantarse, pero el sonido de sus huesos protestar ante la exigencia de esfuerzo la detuvieron. Todo le dolía, incluso el estómago; sentía un hueco enorme en él que bien podría ser de hambre, lo que le recordaba que tenía que comer antes de que la trasladaran de vuelta a Invierno. Definitivamente la comida del hospital debía ser mucho mejor que la de la prisión… ¿Verdad?

También, desde su posición pudo notar que estaba recostada en alguna cama de algodón ortopédica; pues podía sentir el colchón bajo su cuerpo, la almohada bajo su cabeza, y, a lo lejos, un “bip, bip” constante en su oídos.

Su vista recorrió detalladamente el lugar y se detuvo en un sillón alejado a unos centímetros de su cama. Ahí, sentado y envuelto en una sábana blanca como una momia, estaba alguien que no era una enfermera o un doctor como habría esperado, ni siquiera podía ver bien su rostro debido a que la manta lo cubría por completo, pero a simple vista parecía un chico que dormitaba tranquilamente en el sillón abrazándose a sí mismo bajo la sábana.

Chara frunció el ceño. ¿Quién era ese?

El chico dio un respingo, se dio cuenta que se había estado quedando dormido. Se desprendió de la cobija y se talló el rostro para despejarse. Entonces, reparó en ella y exclamó con alivio:

—¡Despertaste!

Chara sintió una punzada en el corazón cuando lo vio. Sus ojos se abrieron desmesuradamente y sus labios temblaron al querer articular una palabra que, aun teniendo en la punta de la lengua, se le dificultaba pronunciar.

—¿Asriel? —sí, era él, en cuerpo y alma, tan vivo y lleno de energía como siempre lo recordaba en sus memorias —No… no puede ser —murmuraba ésta sin dejar de verlo a los ojos; su voz se había quebrado debido a la conmoción del momento, era demasiado para ella —Debo de estar soñando…

¿Estaba soñando? Sí, debía de estar soñando. ¡Tenía que ser un maldito sueño o el paraíso!
Tal vez ya estaba muerta gracias a Sans y ahora estaba atrapada en una especie de ilusión en uno de los “círculo del infierno” donde la torturaban con sus recuerdos más felices en los cuales creía estar junto a su hermano como en los viejos tiempos. Algo que no es tan descabellado de creer si ya has leído “La Divina Comedia” de Dante Alighieri, que es lo único que Chara leía en su celda porque Undyne no le daba nada mejor para distraerse.

✧ No hay segundas oportunidades ✧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora